Publicado: noviembre 15, 2025, 5:30 am
La demanda de inteligencia artificial (IA) no crece, devora. Lo hace justo cuando las infraestructuras eléctricas crecen a un paso insuficiente para acompañar el aumento del consumo. La electrificación se acelera, el aire acondicionado se dispara en medio mundo y los países emergentes levantan nuevas fábricas. A todo ello se suma la mayor expansión de centros de datos jamás registrada. El resultado empieza a ser visible. Más tensión en las redes. Más saturación. Precios más altos. Y más empresas buscando desesperadamente la forma de conseguir acceso a electricidad antes que nuevos chips.
Pero este movimiento no se explica solo por un incremento puntual. Según datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el consumo global de los centros de datos podría situarse entre 620 y 1.000 teravatios hora en 2030. Traducido, equivale a la producción anual de entre 60 y 100 reactores nucleares modernos.
Esta estimación se ha convertido en una referencia central para analistas y reguladores, porque obliga a plantear preguntas que hasta hace poco quedaban en segundo plano. Qué sectores están preparados para acompañar ese salto de demanda y cuáles se convertirán en los nuevos beneficiarios de una carrera tecnológica que, a diferencia de ciclos anteriores, depende de infraestructuras físicas complejas.
Durante años la atención se ha concentrado en los fabricantes de chips y en las grandes plataformas de servicios digitales. Es lógico. Son el motor del crecimiento. Sin embargo, el despliegue masivo de modelos de IA ha trasladado parte del protagonismo hacia elementos que hasta el momento apenas aparecen en las presentaciones de resultados. La red eléctrica, la refrigeración industrial y la ingeniería capaz de ensamblar todo ello.
Varios informes de McKinsey y de Bank of America Research describen el mismo escenario. El aumento del consumo obliga a reforzar generación, transformar subestaciones, ampliar líneas y sustituir equipos que operan desde hace décadas. La modernización de la infraestructura eléctrica y térmica se está convirtiendo en el punto crítico que determinará el ritmo de expansión de los centros de datos durante los próximos años.
El primer cuello de botella
La historia comienza en la red. El aumento de solicitudes de conexión procedentes de proyectos digitales ha superado las previsiones iniciales en algunos territorios. Esto ha ocurrido en Estados Unidos, en regiones donde la concentración de centros de datos es elevada y la capacidad disponible se reduce más rápido de lo esperado. La AIE sostiene que esta presión obliga a los operadores a priorizar transformadores más potentes, sistemas de media tensión y equipos de respaldo más robustos.
Este escenario abre una ventana de crecimiento para fabricantes de infraestructura eléctrica. Bank of America Research menciona a Eaton, Schneider Electric y GE Vernova como algunos de los grupos mejor posicionados para absorber la ola de pedidos porque cubren componentes esenciales del flujo eléctrico. Cubre desde cuadros de distribución hasta soluciones de estabilidad interna.
Enfriar la IA
El segundo frente aparece en la temperatura. Cada nueva generación de chips consume más energía y genera más calor. Las salas diseñadas hace una década ya no soportan ese ritmo. McKinsey explica que la refrigeración líquida avanza con fuerza en proyectos de alta densidad porque garantiza temperaturas constantes y reduce el riesgo de interrupciones. La diferencia no es menor. Mantener estables servidores que funcionan las veinticuatro horas se ha vuelto tan determinante como disponer de GPUs suficientes.
Esta transición está impulsando a compañías especializadas en climatización industrial avanzada. Vertiv, Trane Technologies y Johnson Controls aparecen de forma recurrente en los informes sectoriales por su capacidad para integrar soluciones térmicas complejas. La demanda llega tanto de instalaciones nuevas como de operadores que desean actualizar centros ya en funcionamiento para evitar quedarse atrás en eficiencia energética y continuidad operativa.
La base industrial que sostiene el crecimiento
El tercer bloque se encuentra en la ingeniería y la construcción especializada. Levantar un centro de datos moderno implica obras civiles de gran escala, instalaciones eléctricas precisas y sistemas de control que no pueden fallar. La oferta de empresas capaces de coordinar este tipo de proyectos es limitada y la cartera de pedidos está creciendo con rapidez. Los análisis consultados destacan a EMCOR Group y Quanta Services por su trayectoria en integración de infraestructuras críticas y por su presencia en proyectos donde la demanda ya supera a la capacidad instalada.
Junto a ellas, los fabricantes de generadores industriales viven un momento de especial protagonismo. En un contexto en el que la red tarda años en ampliar su capacidad, los operadores buscan asegurar redundancia energética para evitar cualquier riesgo de interrupción. Caterpillar y Cummins han reforzado su producción ante el aumento de pedidos de sistemas de respaldo que acompañan a los nuevos centros y a las ampliaciones en desarrollo. El objetivo es simple. Garantizar que la potencia esté disponible incluso cuando la red todavía no alcanza su máximo rendimiento.
Este conjunto de sectores forma un ecosistema que hasta hace poco ocupaba un lugar discreto en el mercado tecnológico. La situación ha cambiado de manera visible. La AIE describe una transición donde la innovación digital y la modernización industrial avanzan al mismo ritmo y se necesitan mutuamente. La demanda prevista para 2030 obliga a coordinar inversiones eléctricas, infraestructura térmica y ampliaciones de red con una complejidad que no existía en ciclos anteriores.
Este es el punto en el que confluyen las dos grandes tendencias del momento. Por un lado, la expansión de la IA. Por otro, la necesidad de adaptar la infraestructura física a un consumo eléctrico que se aproxima a la producción combinada de cien reactores nucleares.
