Publicado: noviembre 11, 2025, 10:23 am
La Comisión Europea ya trabaja en que la UE tenga su propia unidad de Inteligencia, aunque todavía el camino está iniciándose. El objetivo es que esta dependa de la Secretaría General del Ejecutivo comunitario y responda ante Ursula von der Leyen, según adelantaron Europa Press o Financial Times y ha podido confirmar 20minutos. La idea es que con ella la Unión pueda responder a los retos estratégicos y además esta unidad conviva con las agencias nacionales, explican las fuentes consultadas.
Era una de las medidas que se recogían en el informe Niinisto sobre seguridad presentado el pasado año: todavía está en fase embrionaria y no se pueden dar más detalles, añaden desde Bruselas. Además, explican que este despliegue cooperaría con el Servicio Europeo de Acción Exterior, que ya cuenta con su propio centro de Inteligencia, aunque en este caso con una visión más hacia fuera de la UE.
Simplificando mucho el asunto, la idea es que Bruselas cuente con sus propios ‘espías’ en unos tiempos en los que las injerencias extranjeras llegan no solo desde Rusia o desde China, sino también por parte de otros actores como Marruecos, Catar o incluso Estados Unidos.
En su informe, el expresidente finlandés, Sauli Niinisto, quiso dejar claras las prioridades. «Nuestra dependencia de las tecnologías modernas nos hace vulnerables a los ciberataques, mientras que nuestras sociedades abiertas y democráticas son vulnerables a las operaciones de influencia maligna, por ejemplo en forma de manipulación deliberada de la información», recoge el documento, que sirve para preparar a la UE para futuras crisis, no solo desde el plano político, sino también militar. Todo ello se engloba en un plan para que la Unión sea un actor estratégico, y eso incluye una hoja de ruta clara (y nueva) en términos de Inteligencia.
Se centra en Rusia y China, pero también en «otros actores maliciosos participan activamente en operaciones híbridas que se aprovechan de tales dependencias y vulnerabilidades como método de bajo coste y alta recompensa para lograr sus objetivos políticos: separar a los Estados miembros de la UE y debilitarnos«. El diagnóstico que hace Niinisto parece evidente; la duda está en si la UE está preparada para afrontarlo. La Manipulación e Interferencia de Información Extranjera (FIMI), que va desde la desinformación a la intimidación, «es cada vez más sofisticada, difícil de reconocer o atribuir y aprovecha rápidamente las nuevas oportunidades tecnológicas«, recuerda.
Esas amenazas de las que habla el informe tienen efectos directos en el día a día de la gente. «Los ataques contra infraestructuras críticas, como las redes de energía, pueden provocar pérdidas de electricidad con efectos simultáneos en varios Estados miembros, daños económicos sustanciales y socavar la seguridad pública». Es más, hay ejemplos concretos: los hospitales cuyos sistemas informáticos se caen por ciberataques no pueden atender a los pacientes, tienen que posponer cirugías u otros cuidados médicos, lo que puede poner en peligro vidas humanas. Los ataques a las infraestructuras hídricas por medios cibernéticos o mediante sabotaje físico «pueden provocar un pánico social masivo y tener consecuencias catastróficas«.
«Al haber sido expulsados de los Estados miembros de la UE cientos de agentes de inteligencia rusos que operaban bajo cobertura diplomática, Rusia parece estar recurriendo cada vez más a apoderados para llevar a cabo sus operaciones de sabotaje, dirigidas por ejemplo contra enlaces de transporte críticos, propiedades comerciales, sistemas de gestión del agua y almacenes militares que se utilizan para prestar apoyo a Ucrania», añade Niinisto. «El aumento de las operaciones de sabotaje y otras operaciones híbridas puede empezar a minar la sensación de seguridad de los ciudadanos, así como el atractivo económico de los países más agresivamente atacados. Las tácticas temerarias, incluidos los incendios provocados y el uso de explosivos, plantean graves riesgos para la seguridad pública», concluye.
