Publicado: noviembre 8, 2025, 7:23 am
¿Recuerdas a Homer Simpson dormido frente al panel de control? Durante años, esa ha sido la imagen más popular de una central nuclear: barras brillantes, botones rojos y donuts. Otros, en cambio, pueden pensar en sirenas, humo negro, trajes de protección y nombres que siguen pesando: Chernóbil o Fukushima.
Entre la ficción y el miedo colectivo, hay una historia mucho más normal —y a la vez más asombrosa— que suele pasar desapercibida: la de unas fábricas gigantes que producen electricidad a partir del poder de los átomos.
Si te acercas a una, verás torres que parecen respirar vapor de agua. Y dentro, oculto tras un corazón de acero, millones de átomos partiéndose en dos, liberando una energía tan enorme que basta con un puñado de uranio para alimentar una ciudad durante días.
Aunque el debate está servido con este tipo de fuente, lo cierto es que sigue siendo una pieza más del presente energético. Así que, dejando prejuicios a un lado, vamos a asomarnos dentro de una central nuclear: a descubrir cómo funciona, en qué se diferencia de una térmica, cuántas siguen activas en España y por qué continúa en el centro del debate energético.
Índice de Contenidos (7)
- ¿Qué es una central nuclear?
- Diferencia entre una central nuclear y una térmica
- Cómo funciona: el proceso para generar electricidad
- ¿Cuántas centrales nucleares hay en España?
- ¿Cuál es la central nuclear más grande del mundo?
- ¿Qué pasa si una central nuclear se queda sin electricidad?
- Los residuos nucleares
¿Qué es una central nuclear?
Una central nuclear es una instalación industrial diseñada para producir electricidad. En su núcleo —literalmente— se encuentra el reactor nuclear, el lugar donde ocurre la magia: la fisión de los átomos.
Dentro de cada átomo hay protones y neutrones que permanecen unidos. Cuando ese núcleo se rompe —al ser golpeado por un neutrón— se libera una cantidad enorme de energía en forma de calor. Ahí es donde aparece la energía nuclear: la misma que mantiene unidas esas diminutas partículas.
Las centrales nucleares aprovechan ese proceso de fisión nuclear para obtener calor, calentar agua, producir vapor y mover turbinas que generan electricidad. Así de simple. O, si se mira bien, así de impresionante.
Diferencia entre una central nuclear y una térmica
La confusión es habitual: «¿No son lo mismo una central nuclear y una térmica?». En parte, sí. Ambas usan calor para mover una turbina y producir electricidad. Pero la gran diferencia está en el origen de ese calor.
En una central térmica, el calor proviene de quemar combustibles fósiles (carbón, gas o fuel). Eso libera dióxido de carbono (CO₂) y otros gases contaminantes. Mientras que, en una central nuclear, el calor se obtiene de la fisión de átomos de uranio, sin combustión ni emisiones de CO₂ durante la generación eléctrica.
Por eso, las nucleares son consideradas energía limpia en emisiones, aunque dejan un desafío distinto: ¿qué hacer con los residuos radiactivos? Podríamos decir que es una energía sin humo, pero no sin preguntas y hasta aquí me detengo porque hablaremos de ello al final.
Cómo funciona: el proceso para generar electricidad
Puede sonar complicado, pero el funcionamiento de una central nuclear se puede explicar de forma sencilla: imagina un gran hervidor de agua, como una tetera, solo que dentro hay átomos partiéndose y liberando energía.
- Fisión del uranio. Todo empieza dentro del reactor. Los átomos de uranio-235 se rompen al ser golpeados por neutrones. Cada fisión libera calor y más neutrones, que siguen chocando con otros átomos, creando una reacción en cadena controlada.
- Calentamiento del agua. El calor producido se usa para calentar agua. Esa agua circula por tuberías bajo una presión enorme o se transforma directamente en vapor, según el tipo de reactor.
- El vapor mueve la turbina. La fuerza del vapor hace girar las palas de una turbina conectada a un generador eléctrico. Ese movimiento es el que finalmente se convierte en electricidad.
- La electricidad se envía a la red. El generador convierte la energía mecánica del giro en energía eléctrica, que se transporta hasta los hogares y las industrias.
- Enfriamiento y recirculación. El vapor se condensa, se enfría, se transforma de nuevo en agua y vuelve al circuito, repitiendo el ciclo.
Parece sencillo, y lo es en concepto. Pero detrás hay décadas de ingeniería, miles de medidas de seguridad y una vigilancia constante para que esa energía, invisible y poderosa, se mantenga siempre bajo control.
En España existen dos tipos en funcionamiento: los reactores de agua a presión (PWR), donde el agua se calienta dentro del reactor y se convierte en vapor fuera, y los reactores de agua en ebullición (BWR), donde el vapor se genera directamente dentro del reactor.
¿Cuántas centrales nucleares hay en España?
Según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), España cuenta con siete reactores nucleares repartidos en cinco emplazamientos:
- Almaraz I y II (Cáceres). En operación desde 1981 y 1983, con una potencia conjunta de unos 2.000 MW. Es de las primeras que está en la lista para su cierre: Almaraz I en 2027 y Almaraz II en 2028.
- Ascó I y II (Tarragona). Conectadas a la red en 1983 y 1985, suman unos 2.000 MW. Están previstas su clausura para 2030 Ascó I y 2032 Ascó II.
- Cofrentes (Valencia). En operación desde 1984; es la única con un reactor de agua en ebullición (BWR), con 1.092 MW de potencia. Su cierre está programado para 2030.
- Trillo (Guadalajara). En marcha desde 1988, con una potencia de 1.066 MW. Previsto su cierre en 2035.
- Vandellós II (Tarragona). En servicio desde 1988, con una potencia de 1.087 MW. Previsto su cierre en 2035.
Además, hubo otras tres que ya están cerradas:
- José Cabrera (Guadalajara), la primera central nuclear española.
- Santa María de Garoña (Burgos).
- Vandellós I (Tarragona), clausurada tras un incendio en 1989.
En total, los reactores operativos españoles generan alrededor del 20% de la electricidad del país, según datos de Foro Nuclear. Y lo hacen de forma constante, las 24 horas, sin depender del sol ni del viento.
¿Cuál es la central nuclear más grande del mundo?
Si las centrales nucleares tuvieran su propio ranking mundial, Japón estaría en el primer puesto. La central de Kashiwazaki-Kariwa tiene siete reactores y una potencia que supera los 8.000 megavatios. Hoy está parada por revisiones, pero sigue siendo la más grande del planeta. Le sigue la central Bruce en Canadá con 6.234 MW y ocho reactores de agua pesada a presión (PHWR). Cerrando el podio nos vamos hasta Europa, concretamente, a la central Nuclear de Zaporizhia en Ucrania con una potencia que roza los 6.000 MW. En estos momentos está cerrada por la Guerra de Ucrania.
A escala global, el Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA) prevé que la capacidad nuclear podría aumentar hasta un 80% antes de 2050, impulsada por el reto climático y la búsqueda de electricidad constante sin CO₂.
¿Qué pasa si una central nuclear se queda sin electricidad?
Aunque parezca una paradoja, una central nuclear también necesita electricidad para funcionar con seguridad. Incluso cuando el reactor está detenido, el combustible sigue generando calor residual, y los sistemas de refrigeración deben mantenerse activos para disiparlo. Si esa energía se interrumpe, el riesgo aumenta: el calor podría acumularse y dañar el núcleo del reactor.
Si una central pierde completamente la electricidad —tanto la externa como la de emergencia—, los sistemas de refrigeración dejan de funcionar. En ese caso, el combustible nuclear empieza a calentarse sin control, lo que puede provocar la fusión parcial o total del núcleo. Eso fue exactamente lo que ocurrió en Fukushima en 2011, cuando un tsunami destruyó los generadores diésel y las baterías no fueron suficientes.
Por eso, las instalaciones nucleares disponen de múltiples sistemas de respaldo eléctrico, diseñados para entrar en acción de inmediato si falla la red principal:
- Conexiones redundantes a la red exterior.
- Generadores diésel de emergencia.
- Baterías que aseguran horas de funcionamiento incluso si todo falla.
Estas capas de seguridad reducen al mínimo la posibilidad de un accidente, y cada central realiza simulacros periódicos para comprobar que todo funciona como debe.
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Los residuos nucleares
Cuando una central nuclear termina su trabajo, queda algo que no se ve, pero que importa tanto como la electricidad que produce: los residuos radiactivos. Un material que seguirá siendo peligroso por mucho que pasen los siglos —o incluso los milenios—, por lo que necesitan un almacenamiento controlado y seguro.
En España, Enresa (la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos) se encarga de recogerlos y almacenarlos. Los de baja y media actividad reposan en el Centro de El Cabril, en Córdoba. Sin embargo, el gran reto está en los de alta actividad —el combustible usado—, que requieren un lugar estable durante miles de años.
Por eso el país trabaja en un almacén temporal centralizado (ATC), un punto intermedio antes de dar el salto a los almacenamientos geológicos profundos (AGP): cavernas selladas bajo tierra como las que ya existen en Finlandia o Suecia.
En el fondo, los residuos son el recordatorio de que incluso las energías más limpias dejan huella. El reto no es solo técnico, sino una carrera de fondo que mezcla física, geología y consenso político.
Imagen | Foro Nuclear
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La noticia
Así es una central nuclear por dentro: del uranio al enchufe, paso a paso
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alba Otero
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