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La codicia atenaza el Ártico

Publicado: noviembre 7, 2025, 3:23 am

Son 14 millones de kilómetros cuadrados, casi el doble que Australia. Allí no hay tierra, solo hielo. Las condiciones de su climatología extrema la han mantenido hasta hora prácticamente virgen a la acción del hombre. Aquel territorio inhóspito no pertenece a ningún país, su soberanía está regida por el derecho del mar, aunque son varios los Estados que se disputan las zonas próximas a sus costas. La que más Rusia, que posee la mayor de las partes de la costa ártica y pretende reclamar sus derechos sobre una gran plataforma continental que incluye hasta el Polo Norte. Una disputa territorial en la que también están Canadá, Estados Unidos , Noruega , Suecia, Finlandia y hasta Islandia que, aunque no tiene costa en el océano Ártico, su territorio sí se encuentra dentro del llamado Círculo Polar.

Hasta el momento, estas demandas no han pasado a mayores al tratar siempre de establecer las hipotéticas fronteras dentro de la negociación y el consenso científico, lo que empieza a dar señales de que puede cambiar. El paulatino deshielo que provoca el cambio climático facilita el acceso a la navegación con el establecimiento de nuevas rutas marítimas estratégicas en términos militares y geopolíticos. Rutas más cortas entre Europa y Asia como la del Mar del Norte.

No solo eso, bajo esa gran capa de agua en estado sólido hay enormes recursos naturales cuya explotación ambicionan todos los que se atribuyen el derecho de hacerlo. Allí se han descubierto yacimientos de petróleo y gas capaces de inundar el mercado energético. Se habla de un volumen en torno a los 160.000 millones de barriles de petróleo y el 30% de todo el gas que hoy resta por descubrir en el mundo.

El Ártico además, según los científicos, contiene importantes reservas de minerales hoy considerados estratégicos como el níquel o el cobalto aparte de las tierras raras, esenciales para la tecnología más avanzada y la transición energética. Si a todo esto añadimos la migración hacia el norte de especies de peces a causa del calentamiento de las aguas, lo que convierte a la zona en una de las últimas grandes reservas pesqueras del planeta, entenderemos hasta qué extremo el casi virginal Ártico es hoy oscuro objeto de deseo de los más conspicuos depredadores.

Se entiende por ejemplo el denodado interés mostrado por Donad Trump en Groenlandia, la isla más grande del mundo, territorio autónomo perteneciente a Dinamarca, cuyo 80% de la superficie es puro hielo y que está dentro del Círculo Polar. Trump quiere hacerse con ella por todos los medios sin descartar incluso los militares. De momento, con quien parece entenderse mejor es con Finlandia y no solo porque su presidente Alexander Stubb sea un consumado jugador de golf, la auténtica pasión del actual inquilino de la Casa Blanca. Se da la circunstancia de que los astilleros finlandeses construyen los mejores rompehielos del mundo; los puertos de aquel país se congelan en invierno y eso les obliga a desarrollar barcos capaces de navegar en aguas heladas.

El Gobierno de Helsinki, que decidió incorporar a su país a la OTAN hace un par de años tras la invasión de Ucrania, ha encontrado en EEUU el aliado perfecto al entender que además de garantizarle su defensa, le compra sus cotizados rompehielos. Once de estos buques, por un valor de 5.000 millones de euros, le ha encargado Trump a Finlandia para navegar en el Ártico: ocho de estos barcos tiene China moviéndose en esos hielos y más de 40 Rusia para apoyar sus actividades económicas y militares. La brújula de la codicia señala también al norte.

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