El envejecimiento de Japón ha explotado en emergencia: no es que haya osos hambrientos, es quién queda para hacerles frente - Estados Unidos (ES)
Registro  /  Login

Otro sitio más de Gerente.com


El envejecimiento de Japón ha explotado en emergencia: no es que haya osos hambrientos, es quién queda para hacerles frente

Publicado: noviembre 6, 2025, 11:23 am

El envejecimiento de Japón ha explotado en emergencia: no es que haya osos hambrientos, es quién queda para hacerles frente

En el año 1976 el Gobierno de Japón registraba 500.000 licencias de caza de primer nivel. Para 2012, las licencias no llegaban a las 100.00. Estos datos no tenían gran importancia en los periódicos de la nación hasta que alguien ha caído en la cuenta. Los osos han tomado el “Japón rural”, están hambrientos y no tienen efectivos para contenerlos. De fondo, una crisis demográfica nacional, y otra de nivel internacional que han convertido al animal en el peligro número uno.

Primero fueron cacerías de emergencia, ahora es directamente el ejército.

Un sinvivir. Japón atraviesa el mayor repunte de ataques de osos registrado desde que existen datos, con más de un centenar de heridos y al menos doce personas muertas desde la primavera, junto con más de 20.000 avistamientos reportados solo en la primera mitad del ejercicio fiscal. 

Los encuentros ya no están restringidos a áreas montañosas: los animales aparecen en jardines, estaciones, escuelas, supermercados y complejos termales, lo que ha generado una sensación de peligro constante en regiones que tradicionalmente asociaban el otoño con senderismo, festivales locales y disfrute del paisaje otoñal. 

Osos everywhere. La densidad de avistamientos se concentra en el norte, especialmente en Akita e Iwate, pero también se han confirmado casos en las cercanías de Tokio y Osaka, un indicador claro de la pérdida de fronteras ecológicas que separaban lo forestal de lo urbano. 

El resultado es que una estación que solía simbolizar serenidad, caminatas y observación del follaje se ha convertido en un periodo de alerta continua, con cancelaciones de maratones, caminatas escolares y eventos turísticos, y con excursionistas que cambian destinos, viajan en grupos y se equipan con campanillas, radios y aerosoles repelentes.

Despoblación, envejecimiento y calentamiento. El aumento de ataques no es un fenómeno casual ni estrictamente natural: es la consecuencia acumulada de décadas de despoblación rural, envejecimiento comunitario y alteraciones ambientales. En amplias zonas del norte, pueblos y barrios enteros se han ido vaciando y envejeciendo, reduciendo drásticamente la presencia humana que antes disuadía a los osos de acercarse. 

La figura del cazador local, clave para gestionar la fauna, se ha vuelto escasa, con asociaciones cinegéticas compuestas mayoritariamente por hombres de edad avanzada que ya no pueden intervenir con la rapidez necesaria. Paralelamente, la reducción de cosechas de bellotas y hayucos, vinculada al cambio climático, ha disminuido el alimento disponible en los bosques, empujando a los osos hacia campos abandonados y huertos domésticos, donde encuentran persimmons, castañas y manzanos sin vigilancia. 

Bola extra. En muchas aldeas, los antiguos paisajes satoyama (las franjas amortiguadoras entre bosque y cultivo) han sido abandonados, borrando gradientes que antes marcaban límites claros entre lo salvaje y lo humano. Esta convergencia espacial y ecológica ha hecho que el encuentro con osos deje de ser una contingencia para convertirse en algo estadísticamente probable en determinadas zonas.

D

El ejército calienta. La gravedad de la situación ha obligado al gobierno central a intervenir, desplegando tropas en Akita para apoyar a autoridades locales que reconocen estar desbordadas. Sin embargo, los militares no tienen autorización para abatir animales: su papel se restringe a instalar trampas, trasladar cazadores autorizados y ayudar en la retirada de cadáveres, mientras el componente letal recae en una red de cazadores cuya capacidad ya resulta insuficiente. 

Este modelo pone de relieve una contradicción creciente: las fuerzas de autodefensa, ya limitadas en personal, deben atender una emergencia civil prolongada en paralelo a su misión de defensa. Como contamos, el gobierno ha iniciado la preparación de medidas de emergencia que incluyen flexibilizar las normas de caza en áreas urbanas, contratar nuevos tiradores, reforzar el monitoreo y utilizar drones con sonidos disuasorios, pero estas acciones requieren tiempo, coordinación interprefectural y formación especializada. La sensación de vulnerabilidad ciudadana persiste porque el problema no depende solo de capturas individuales, sino de la restauración de un equilibrio territorial que se ha erosionado durante décadas.

{«videoId»:»x95dxwi»,»autoplay»:false,»title»:»El animal más fuerte que existe mide 1mm Así son los animales más temibles», «tag»:»webedia-prod», «duration»:»343″}

Impacto social y psicológico. Plus: el incremento de ataques ha modificado las rutinas cotidianas en regiones afectadas. Padres acompañan a los niños al colegio, residentes evitan salir al anochecer, agricultores trabajan con temor y senderistas reconsideran actividades que antes se vivían como parte esencial del bienestar estacional. En las encuestas se muestra que más del 75% de los excursionistas se sienten ahora ansiosos ante la posibilidad de encuentros con osos, y más de la mitad ha cambiado o cancelado planes. 

La sensación de inseguridad ha atravesado incluso la identidad cultural del otoño japonés, asociado a la contemplación, la gastronomía y el ritmo pausado. Este tránsito emocional desde el disfrute hacia la cautela refleja que el problema no es solo de fauna, sino de estructura social: cuando los territorios pierden población, servicios, vigilancia y comunidad organizada, también pierden su capacidad para absorber y gestionar riesgos naturales.

Crisis y osos. La crisis de ataques de osos en Japón no es un episodio excepcional sino la manifestación visible de una dinámica profunda donde despoblación, envejecimiento, transformación ecológica y debilitamiento de la gestión rural convergen en una vulnerabilidad nueva. Mientras los osos buscan comida y territorio, los humanos se retiran de espacios que antes sostenían una relación de convivencia controlada. 

La respuesta no podrá limitarse a cazar más o instalar más trampas: requerirá repensar la revitalización de entornos rurales, restaurar las barreras satoyama, formar nuevas cohortes de gestores y reforzar la capacidad comunitaria. El futuro inmediato traerá una tregua temporal con la hibernación, pero la tendencia apunta a que la primavera y el próximo otoño volverán a tensionar esta frontera. 

Visto así, la pregunta que se abre no es solo cómo proteger a la población, sino cómo reconstruir un equilibrio territorial que permita que lo humano y lo salvaje sigan coexistiendo sin que el miedo reemplace a la vida cotidiana.

Imagen | Animalia, U.S. Department of Defense Current Photos, jasohill

En Xataka | Ante el mayor aluvión de osos salvajes que se recuerda, Japón ha tomado una medida: cacerías de emergencia 

En Xataka | La caza del lobo en toda España dependía de un botón rojo que cambia su estatus. Y Europa ha decidido pulsarlo

(function() {
window._JS_MODULES = window._JS_MODULES || {};
var headElement = document.getElementsByTagName(‘head’)[0];
if (_JS_MODULES.instagram) {
var instagramScript = document.createElement(‘script’);
instagramScript.src = ‘https://platform.instagram.com/en_US/embeds.js’;
instagramScript.async = true;
instagramScript.defer = true;
headElement.appendChild(instagramScript);
}
})();


La noticia

El envejecimiento de Japón ha explotado en emergencia: no es que haya osos hambrientos, es quién queda para hacerles frente

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Miguel Jorge

.

Related Articles