Publicado: noviembre 2, 2025, 3:23 pm
Hace unos días contamos que 55.000 ostras estaban a punto de invadir el Mar Menor y que, por extraño que pudiera parecer, es una buena noticia. Se trata del primer paso de un proyecto del Instituto Español de Oceanografía para recuperar la ostra plana en la mayor albufera del país y, de paso, introducir un biofiltro natural que contribuya a solucionar el callejón sin salida en la que está aquella zona.
Y este es solo un ejemplo de algo realmente curioso: desde hace años, la cría de ostras se está reivindicando como (quizás) la (única) industria «agropuecuaria» que es buena para el medioambiente global.
Y no es una ‘boutade’: tenemos datos. Hace unos días, la revista Nature publicó un interesantísimo análisis de ciclo de vida en granjas irlandesas de ostras. De ahí podemos extraer numerosos datos sobre su capacidad para reducir «contaminación ambiental y climática»: por cada tonelada de ostras, se fijan 3,05 kilos de nitrógeno, 0,35 kilos de fósforo y unos 70 kilos de carbono.
Todos los acuicultores saben que las ostras son «ingenieras del ecosistemas». Filtran el agua, reducen la turbidez, eliminan componentes problemáticos y facilitan la robustez de los hábitats y impulsan la biodiversidad. Es decir, no hay dudas los beneficios locales de este tipo de explotaciones.
La noticia es, en todo caso, que esa contribución también va más allá de lo local.
¿Y lo es? Frente a la ganadería terrestre, los bivalvos suelen tener baja huella de carbono en relación a su densidad proteica. De hecho, según el análisis del que hablábamos, la huella por tonelada es muy manejable y buena parte de ella se compensa con el carbono mineralizado de las conchas.
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Si gestionan bien, claro. Porque, si nos atenemos los datos brutos, como solución climática global, las ostras son una estrategia modesta. Al final, los balances de carbono dependen del sitio concreto, del manejo de los bivalvos, de la reutilización de conchas y, por supuesto, de la energía usada en toda la cadena productiva.
Por eso, cuando hablamos de «potencial para luchar contra el cambio climático» debemos tener en mente dos cosas. La primera es su capacidad para mostrar que podemos construir otra industria alimentaria.
La segunda es mostrar que el impacto de las cosas que hacemos va más allá de lo que son capaces de ver directamente. En el caso de las ostras, tenemos que contar con que su impacto en la calidad del agua y la biodiversidad no solo es potente y coste-efectivo; sino que contribuye a frenar el cambio climático de forma indirecta.
Una buena noticia más allá de los datos concretos. Ese es el resumen: si las las ostras pueden cambiar el terreno de juego; si pueden empujarnos, aunque sea un centímetro en la dirección correcta… bienvenidas sean.
Imagen | Anima visual
En Xataka | El Mar Menor está tan mal que los científicos solo ven una solución: meter 60 millones de ostras allí dentro
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La noticia
Hay muchas formas de revertir el calentamiento global, pero ninguna tan sabrosa como cultivar ostras a gran escala
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Jiménez
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