Publicado: noviembre 2, 2025, 10:50 am
En una presentación reciente, Adam Whiteley comenzó planteando dos preguntas: 1. ¿Cuál es la rentabilidad anual a largo plazo del índice FTSE 100? (respuesta: un 6%) 2. ¿Cuál fue la rentabilidad anualizada del crédito con grado de inversión denominado en libras durante el mandato de Liz Truss como primera ministra del Reino Unido? (respuesta: un -26%) ¿Qué quiere decir con ello? Pues que la rentabilidad del inversor no tiene por qué proceder únicamente de los dividendos o del crecimiento del beneficio, y tal como reveló el mandato de Truss, es potencialmente peligroso poner todos los huevos en el mismo cesto. Whiteley explica que «de haber invertido en una estrategia global durante dicho periodo, uno habría tenido un perfil de rentabilidad muy diferente al de una cartera concentrada en el Reino Unido». El papel del efectivo y de la renta fija Whiteley sugiere comenzar cualquier conversación sobre asignación de activos evaluando el efectivo. «La liquidez es una clase de activo indudablemente atractiva. Las tasas de efectivo actuales superan el 4%, ya se trate de fondos del mercado monetario, depósitos bancarios o deuda pública a corto plazo», resalta el director de crédito global. No obstante, urge a los inversores a considerar si estos intereses atractivos podrían desaparecer de un día para otro. El Reino Unido es un mercado diferente al de la eurozona y los EE. UU. «He oído hablar del excepcionalismo americano, pero no tanto sobre el excepcionalismo británico», bromea Whiteley. El experto sugiere que los tipos de interés británicos podrían disminuir hacia los niveles de EE. UU. y la eurozona. Con esta premisa, plantea dónde deberían buscar los inversores más allá de la liquidez. A medida que continúa el ciclo de menores tipos, la renta fija es una opción lógica. Whiteley destaca que muchos inversores se concentran en la deuda pública atraídos por las rentabilidades al vencimiento (TIR) más altas de los últimos 15 años, pero podrían pasar por alto la rentabilidad incremental del préstamo a las empresas. «El crédito remunera el no hacer nada, pero nada es gratuito, con lo que también deberíamos analizar los riesgos. El principal riesgo en el ámbito de la deuda corporativa es que la empresa a la que prestamos dinero no nos lo devuelva»», puntualiza el experto. Los inversores deberían ser remunerados por el riesgo que asumen, y con la excepción del segmento CCC, Whiteley cree que lo son con creces. Explica que las categorías con grado de inversión aportan una prima de riesgo sistémico, el crédito high yield remunera sobre todo el riesgo de impago, los mercados emergentes el riesgo país, y las titulizaciones el riesgo de complejidad. Whiteley comenta que, a la hora de considerar una asignación en deuda, los inversores suelen plantearse la inversión pasiva. Destaca dos ETF significativos (LQD y HYG) que brindan exposición a los mercados con grado de inversión y high yield en dólares. «Uno no recibe la rentabilidad de la clase de activo, sino algo menos que la del índice, debido a comisiones y al error de seguimiento de los enfoques de muestreo», matiza Whiteley. Si bien reconoce que a muchas gestoras de renta variable de gran capitalización les cuesta añadir valor, señala que la rentabilidad de las gestoras de renta fija muestra una tendencia creciente, debido probablemente al cambio en el régimen macroeconómico. La volatilidad como oportunidad Whiteley subraya que la volatilidad es el ingrediente individual más importante a la hora de añadir valor con un enfoque de gestión activa: «La volatilidad es sinónimo de oportunidad», recuerda. Pone como ejemplo el bono del Tesoro estadounidense a 10 años, que muestra picos en días de mercado con movimientos superiores a una desviación estándar en 2022 y 2023, y en 2025 también elevados hasta la fecha. En su opinión, los bancos centrales han pasado de frenar la inflación a crearla, lo cual unido a la incertidumbre en torno a la política y las medidas económicas, está dando pie a un entorno más volátil sin visos de cambiar a corto plazo. Dada la evolución de la dinámica de mercado y los riesgos y oportunidades inherentes a los mercados de deuda corporativa, ahora es buen momento para que los inversores consideren estrategias activas en crédito global para potenciar la diversificación y la rentabilidad de sus carteras.
