Publicado: octubre 31, 2025, 9:15 pm
Sobre el parqué grisáceo del Stark Arena, caldera de bullicio y decibelios en la Belgrado que asoma al sur del Danubio, el Barcelona de Joan Peñarroya llegó al descanso con la extraña sensación de no haber materializado su dominio ante un Partizan que, bajo los aspavientos desesperados de Zeljko Obradovic, deidad del baloncesto europeo, no juega brillante, tampoco bonito, pero se revuelve, y mucho, antes de dejarse llevar en cualquier duelo de Euroliga.
