Publicado: octubre 7, 2025, 11:23 am
La mecánica cuántica describe las propiedades del mundo microscópico de las partículas, donde suceden fenómenos de lo más extraños. Por ejemplo, una partícula individual a veces pasa directamente a través de una barrera y aparece al otro lado. El fenómeno se llama tunelización y, como es lógico, no se espera que pase en el mundo macroscópico: una pelota, formada por una cantidad astronómica de partículas, rebotará contra la pared cada vez que la lancemos. El Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) ha otorgado este martes el Nobel de Física 2025 a tres investigadores por demostrar que esto no siempre es así. Aunque parezca imposible, las propiedades del mundo cuántico sí pueden reproducirse en el cotidiano, en objetos que podemos tener en la mano. Estos avances han servido para desarrollar la próxima generación de tecnología cuántica, incluyendo los ordenadores cuánticos, los sensores cuánticos y la criptografía cuántica. El británico John Clarke, el francés Michel H. Devoret y el estadounidense John M. Martinis llevaron a cabo una serie de experimentos que demostraron cómo la tunelización cuántica puede observarse a escala macroscópica, involucrando muchas partículas. En 1984 y 1985, en la Universidad de California, Berkeley, los investigadores construyeron un circuito eléctrico con dos superconductores, componentes que pueden conducir corriente sin ninguna resistencia eléctrica. En el circuito, los componentes superconductores estaban separados por una fina capa de material no conductor, una configuración conocida como unión Josephson. Al refinar y medir las diversas propiedades de su circuito, pudieron controlar y explorar los fenómenos que surgían al pasar una corriente a través de él. En conjunto, las partículas cargadas que se movían a través del superconductor formaban un sistema que se comportaba como si fueran una sola partícula que llenaba todo el circuito. Este sistema macroscópico, similar a una partícula, se encuentra inicialmente en un estado en el que la corriente fluye sin voltaje. El sistema está atrapado en este estado, como tras una barrera infranqueable. En el experimento, el sistema demuestra su carácter cuántico al lograr escapar del estado de voltaje cero mediante un efecto túnel. El cambio de estado del sistema se detecta mediante la aparición de un voltaje. Los galardonados también pudieron demostrar que el sistema se comporta tal como lo predice la mecánica cuántica: está cuantizado, lo que significa que sólo absorbe o emite cantidades específicas de energía. «Es maravilloso celebrar cómo la mecánica cuántica, con un siglo de antigüedad, ofrece continuamente nuevas sorpresas. Además, es enormemente útil, ya que la mecánica cuántica es la base de toda la tecnología digital», afirma Olle Eriksson, presidente del Comité Nobel de Física. Los premios de Física se otorgan desde 1901. El del pasado año fue una sorpresa incluso para los propios galardonados. La Academia sueca reconoció al estadounidense John J. Hopfield (Chicago, 1933) y al británico Geoffrey E. Hinton (Londres, 1947) por su trabajo en redes neuronales artificiales, que permiten a las máquinas aprender. Estos hallazgos pusieron las bases a la creación de ChatGPT y otros modelos de lenguaje que han cambiado el mundo. En esa ocasión, el premio no estuvo exento de polémica, ya que el propio Hinton, cuya empresa compró Google, dejó Silicon Valley el pasado año para advertir de los peligros de la tecnología que ayudó a crear. Ha afirmado numerosas veces que puede llegar el día en el que las máquinas se vuelvan tan inteligentes que seamos incapaces de controlarlas. La semana de los Nobel comenzó el lunes con el anuncio de galardón de Medicina. Los científicos estadounidenses Mary E. Brunkow y Fred Ramsdell y el japonés Shimon Sakaguchi fueron reconocidos por sus investigaciones sobre cómo funciona el sistema inmunitario sin atacar al propio cuerpo. Mañana miércoles se anunciará el Nobel de Química; el jueves, el de Literatura; y el viernes, el de la Paz. El de Ciencias Económicas se conocerá el lunes 11. Cada premio está dotado con 11 millones de coronas suecas (alrededor de un millón de euros) además de suponer para los que lo reciben el máximo prestigio en su campo.