Publicado: octubre 4, 2025, 6:57 am
Cuando se le coge cariño a una pareja, saber que su relación ha llegado a un punto y final es algo que puede llegar a doler, ya sean conocidos o estrellas internacionales. Esto es lo que ha sucedido al conocer la separación entre Nicole Kidman y Keith Urban, que ha sacudido internet. «Ahora sí que no creo en el amor eterno», «Siento que es como si mis vecinos se separaran», «Qué triste, eran adorables», se puede leer en Twitter.
Y es que la noticia de que los australianos tomaban caminos separados, después de dos décadas de amor, ha dejado a los fans destrozados. Pero siendo una de las parejas más sólidas entre las celebridades en Estados Unidos, y conociendo que uno de los dos miembros habría tomado la decisión, ¿cómo estaría afectando a quien no quería que su matrimonio llegara a su fin?
Si bien habían dicho durante estos años que el secreto para durar tanto era mantener su vida profesional lejos de la sentimental (aunque también dejaron caer la importancia de no compartir el baño), lo cierto es que las cosas empezaron a enfriarse a partir de este verano. Fue un periodo en el que el matrimonio apenas coincidió físicamente por sus compromisos profesionales. Es más, según el medio TMZ, la protagonista de Babygirl y el artista llevaban separados desde junio, cuando Keith dejó la residencia familiar y se compró otra vivienda en Nashville.
Las mismas fuentes cercanas hablaron sobre la situación de la pareja y declararon que Nicole quería salvar la relación. Unos esfuerzos en vano, el 29 de agosto y el 6 de septiembre firmaron el divorcio por «diferencias irreconciliables». Lo más sorprendente es que el entorno de la, ahora, expareja cree que el cantante habría empezado a salir con otra mujer. Y esto algo que, por lo que comentó al mismo medio una fuente cercana a la actriz: «Se sabía en Nashville».
De hecho, el cambio en la letra de una de sus canciones donde sustituye la palabra «baby» por «Maggie», el nombre de una de sus guitarristas, podría verse como un guiño o gesto cariñoso hacia un miembro de su banda. En vez de eso, solo ha alimentado los rumores de que podría tratarse de la nueva ilusión del cantante de country. Y entre tantas pocas certezas, lo indudable es que, después de casi dos décadas juntos, la ruptura es un auténtico duelo para la persona que no quiere ponerle fin a la relación.
Nicole Kidman, quien apostaba por buscar una solución a su crisis según su entorno, habría experimentado confusión, sensación de rechazo o abandono por la decisión de Keith. Él, a su vez, siendo quien decide ‘irse’ cargaría con la culpa de hacer daño a su exesposa, el miedo a ser juzgado y la duda de si ha tomado la decisión correcta. Un momento emocional muy completo en el que lo importante es que acepten la asimetría de la situación -ambos no quieren lo mismo-, respetar los respectivos espacios para procesar la pérdida a su ritmo y separar el amor de la paternidad, ya que por mucho que haya terminado su historia, pueden mantener una buena relación por el bien de sus hijas.
Un matrimonio con altibajos
Antes de llegar a esta bifurcación, Nicole y Keith fueron una de las parejas más icónicas de la industria del entretenimiento. Se conocieron en una gala del año 2005 que tuvo lugar en Los Ángeles. Enseguida se intercambiaron los números y, aunque el cantante tardó unos cuantos meses en llamar a la actriz, al poco empezaron a salir. En mayo de 2006, se prometieron y, un mes después, se casaron en Sidney, donde Keith cantó para su esposa una canción dando rienda suelta a su lado más romántico.
Si aquello parecía el comienzo de una etapa matrimonial de película, enseguida llegaría el primer bache para ambos, la relación del artista con el alcohol. Unos meses después de la ceremonia, la actriz fue un apoyo fundamental para su marido, quien entraría en rehabilitación por su problema de adicción. Una vez terminó el proceso de recuperación, los australianos pudieron disfrutar de viajes por todo el mundo y citas románticas.
Uno de los mayores cambios de su vida llegó en 2007, cuando dejaron la Gran Manzana para mudarse a Nashville a una granja, lugar que les ofrecía un día a día lejos de los focos y los paparazzi. En esa nueva etapa, lejos del ajetreo de las grandes ciudades, Nicole y Keith ampliaron la familia, primero en julio de 2008 con su hija Sunday Rose y en diciembre de 2010 con Faith Margaret.
De hecho, es la prioridad por sus hijas lo que les ha llevado, según TMZ a que ambos estén de acuerdo en tomar ‘clases’ de coparenting (pese a que la custodia principal la va a tener la actriz). Se trata de un curso sobre crianza tras un divorcio o separación y muestra el compromiso de que quieren estar para ellas en esta etapa, aprendiendo cómo reducir el conflicto, cómo comunicarse y, en resumen, poniendo el bienestar de las menores por delante.
