Publicado: septiembre 29, 2025, 1:23 pm
Si juegas en PS5 y quieres sacarle partido de verdad a tu tele, hay un componente que suele pasarse por alto: el cable HDMI. Parece poca cosa, pero es el tubo por el que viajan la imagen y el sonido; si el tubo se queda corto, tu consola también. Con un HDMI normalito puedes ver y jugar, sí, pero para funciones como 4K a 120 Hz, VRR o un HDR estable necesitas un cable con ancho de banda suficiente.
La consola te da potencia, el televisor te da panel… Y el cable hace de puente. Un buen puente evita pantallazos negros, microcortes, parpadeos raros al activar el VRR o el clásico «no hay señal» justo cuando empieza la partida. También es clave si usas una barra de sonido por eARC: si el HDMI no está a la altura, el audio sin comprimir (Dolby TrueHD, DTS-HD) no llega entero. Resumen rápido: si buscas una experiencia fluida y sin sustos, conviene que el cable sea HDMI 2.1 real y aguante 48 Gbps.
El UGREEN HDMI 2.1 es una opción muy buena para PS5 y teles actuales. Es un cable Ultra High Speed de 48 Gbps, preparado para 4K a 120 Hz y 8K a 60 Hz, compatible con VRR, ALLM y eARC, y con paso de señal HDR (incluido Dolby Vision en dispositivos que lo usen). No hace magia ni te sube los FPS por arte de birlibirloque; simplemente deja que tu consola y tu tele hablen a la máxima calidad sin cuellos de botella. Lo tienes disponible en AliExpress con envío gratuito.
Latencia, VRR y 4K120: lo que de verdad importa al jugar
Más que el número en la caja, lo importante es que el cable no añada problemas. Con PS5, 4K a 120 Hz significa animaciones más suaves en juegos compatibles y un mando que se siente más inmediato. Para eso necesitas que el HDMI soporte 48 Gbps, porque ahí viaja más información por segundo. El UGREEN cumple, así que puedes activar el 120 Hz sin que el tele te diga «señal no admitida».
El VRR (frecuencia de refresco variable) reduce el tearing y suaviza tirones cuando los FPS bailan. Si el cable falla, el VRR se corta o provoca parpadeos intermitentes. Si el cable va fino, tú te olvidas de que existe y solo notas que la imagen es estable. Lo mismo con ALLM: al detectar la consola, la tele cambia sola al modo juego. Menos menús, menos latencia, menos pegarse con el input de la tele.
¿Y el audio? Si llevas el sonido a una barra por eARC, un cable 2.1 evita cuellos de botella y deja pasar formatos sin comprimir. No suena más alto; suena más limpio y con más canales reales. Es el tipo de detalle que no luce en una foto, pero se agradece cuando te comes una cinemática con orquesta o un shooter lleno de explosiones.
Construcción que no estorba y un cable para varios años
Como mide un metro, no sobra ni falta cuando consola y tele están pegadas. Menos lío detrás del mueble, menos posibilidades de que algo quede tenso o doblado. El conector viene con carcasa robusta y alivio de tensión (sí, ese engrosado donde el cable se une al conector), que ayuda a que no se estropee si lo enchufas y desenchufas a menudo.
Además, es estupendo para el largo plazo. Hoy quizá juegas en una tele 4K a 60 Hz, pero si mañana das el salto a un panel 120 Hz o a una OLED nueva, no tendrás que cambiar el cable. Lo enchufas, activas las opciones de la consola y listo. Es un compra-una-vez que se queda en tu cajón de «cosas que funcionan y no pienso tirar». Y si un día usas un reproductor, un PC o un set-top box, te sirve igual. Al fin y al cabo, es un HDMI.
Eso sí: evita doblarlo en ángulos imposibles (la física no entiende de ofertas) y, si tu mueble es estrecho, prueba a dejar un poco de holgura antes de cerrar. Son cosas sencillas que alargan la vida útil, como no pisar el cable con la rueda de la silla (sí, nos ha pasado a todos). Si haces eso, el cable te durará muchos años y disfrutarás de su mayor ventaja: lo conectas, activas las opciones de vídeo y te olvidas. Y si un día cambias de tele o de consola, seguirá estando a la altura.
