Publicado: septiembre 29, 2025, 4:23 am
Una de las múltiples ventajas de los sistemas democráticos es que la Justicia es igual para todos, tanto para los gobernados como para los gobernantes, tanto para los ricos como para los pobres. Lo que está ocurriendo en España con las sospechas que afectan a la esposa del presidente Pedro Sánchez y a su hermano David puede despertar cierto escándalo social, pero no es nada nuevo en Europa, nuestra referencia más próxima.
Una acusación o un proceso de investigación no es una condena y mientras no haya condena no hay constancia de culpabilidad. Es más, cabe añadir que el hecho de que también se produzcan actuaciones de la Justicia sobre personalidades es un buen ejemplo de las ventajas que tiene disfrutar de igualdad. Para quienes tengan memoria, durante la dictadura eso no ocurría.
Echando un vistazo a nuestro alrededor, estamos asistiendo estos días a la condena de cinco años de prisión al expresidente francés Nicolas Sarkozy por asociación ilícita, el cual ya fue condenado anteriormente por corrupción y tráfico de influencias. No es ni mucho menos el primer caso de condenas graves en el marco de la UE, hace trece años el presidente de Alemania Christian Wulff tuvo que dimitir del cargo por un asunto poco claro de carácter económico. La Justicia tiene que cumplir su deber, se reiteró al anunciar la noticia.
Una acusación o un proceso de investigación no es una condena y mientras no haya condena no hay constancia de culpabilidad
Y los ciudadanos tenemos la obligación de colaborar con ella y aceptar sus decisiones. Es evidente que los jueces pueden cometer errores en algunas ocasiones. No son perfectos ni la leyes son exactas, pero para proteger a los acusados de cualquier error están los defensores y las garantías de apelación que ofrece el sistema judicial. Los ciudadanos tenemos el derecho a recurrir una sentencia, pero no podemos rechazar ser juzgados si llega el caso.