Publicado: septiembre 20, 2025, 3:07 am
Trophy trucks de un millón de dólares, motocicletas y cuatrimotos, helicópteros de seguimiento, miles de turistas, medios de comunicación y, en el centro de todo, el paisaje de Baja California: acantilados, desierto y un México que se consolida como epicentro mundial del off-road.
Esa fue mi primera impresión al vivir un evento de SCORE International. Más que una simple carrera, lo que presencié fue un fenómeno cultural y económico arraigado en la identidad de la región.
Para quien no lo conozca, SCORE International (Southern California Off Road Enthusiasts) es el rey de las carreras todoterreno, famoso por sus circuitos en la península de Baja California.
Si bien no hay una cifra oficial para 2025, se estima que un evento como la Baja 500 en Ensenada genera una derrama económica superior a los 100 millones de pesos.
Este impulso va mucho más allá de las ganancias en hoteles y restaurantes. La industria automotriz local se beneficia enormemente, con talleres especializados que trabajan en la puesta a punto y reparación de los vehículos de competencia, creando una cadena de valor que involucra desde soldadores hasta ingenieros. Es una industria que atrae inversiones y genera empleos bien pagados en la región. Más allá del rugido de los motores, esta es una máquina económica formidable.
Tuve el honor de ser invitado por la piloto Dianahí Felix y el empresario Gabriel V. Díaz a unirme a su equipo para la Baja 400.
La experiencia de vivir una carrera desde dentro es tan compleja como fascinante. La logística es monumental: se requiere no sólo un vehículo de élite, sino un equipo de profesionales que cubra todo el circuito, desde mecánicos hasta los «pit crews» que esperan en puntos estratégicos para repostar combustible y hacer reparaciones en segundos. La sincronización es clave.
Mientras que un Trophy truck puede alcanzar velocidades de entre 150 y 200 km/h en tramos largos, una cuatrimoto viaja entre 80 y 110 km/h. La adrenalina de la velocidad se mezcla con la obsesión por la precisión, ya que en el desierto, un error de segundos puede costarte la carrera.
Los principales accidentes no se deben a los pilotos, sino a los espectadores que, con la emoción del momento, cometen errores como cruzar la pista o colocarse en zonas de alto riesgo en las curvas, una dura realidad que los equipos siempre deben considerar.
En este deporte, el talento no basta sin recursos. La falta de patrocinios es una constante para la mayoría de los equipos, a excepción de los que compiten con los imponentes Trophy trucks, que a menudo son respaldados por grandes marcas.
Es un deporte comparable al Polo o a la Fórmula 1 en cuanto al capital requerido: simplemente no se autofinancia. Para que el motor de un equipo siga en marcha se requiere el liderazgo de un empresario o de un grupo de apasionados dispuestos a invertir en esta disciplina. No es una búsqueda de ganancias a corto plazo, sino una inversión en la pasión y la gloria de la competencia.
Es un deporte de victorias difíciles y derrotas constantes, donde los triunfos son la excepción y las fallas, la regla. Pero la motivación es simple: la pasión por volver al volante, sin importar el resultado.
Mi anfitrión, Gabriel V. Díaz, dueño del equipo Team Border 138A de Ciudad Juárez, Chihuahua, es la prueba de ello. Su trayectoria es digna de admirar, con 12 “Bajas” en todas sus categorías.
Su liderazgo no solo se basa en su experiencia como piloto, sino en su visión de apoyar a las nuevas generaciones. Es gracias a su equipo que jóvenes promesas como Steven López, una de las figuras ascendentes del off-road mexicano, y leyendas como su padre, Edwin «El 100» López, han podido continuar compitiendo al más alto nivel. Son figuras que, a base de esfuerzo, han colocado el nombre de México en el mapa internacional de este deporte. El legado de estos pilotos es un testimonio de la dedicación que requiere el off-road: Edwin, el «100», ha sufrido 12 hospitalizaciones y numerosas fracturas, un precio alto por la gloria.
A menudo, al hablar de deportes mexicanos, pensamos en fútbol, béisbol o boxeo. El off- road, a pesar de que México es la capital mundial de este deporte y hogar de la emblemática Baja 1000, se mantiene en las sombras para muchos. Este es un error, ya que no solo es un espectáculo de velocidad y audacia, sino un motor económico y una plataforma para que empresarios mexicanos como Gabriel V. Díaz y pilotos como Edwin y Steven López eleven el nombre del país en el ámbito internacional.
La Baja no es solo una carrera; es una catedral del automovilismo todoterreno donde el talento y el ingenio mexicano compiten cara a cara con la élite mundial.
El off-road mexicano merece más atención. Es una industria que genera riqueza, promueve el talento y proyecta una imagen de México como un país de intrépidos pilotos
y organizadores de eventos de clase mundial. Es una demostración de que la pasión por la velocidad y la tenacidad mexicana se pueden convertir en un negocio próspero, en una disciplina deportiva de élite y en una experiencia inolvidable.