Publicado: septiembre 19, 2025, 9:23 am
Septiembre es el mes de la contractura: primero muscular, y luego todas las demás. Todo son avisos de los nervios, alertas naranja-casi-rojo en el sistema íntimo del pánico de otoño. Ay, una contractura. Todos los fisios y las fisios están colapsados. No tienen horas. El país y sus derivados están pidiendo hora al fisio y a la fisio.
No hay hueco para jugar. Septiembre suele traer la Realidad.
Y Microsoft presionando para que compres, te suscribas, te subas a su nube… eso sí que es clientela cautiva, rehenes vitalicios, ultramonopolios. O pásate al soft libre.
La duda de siempre se recrece en septiembre: ¿existe el mundo, existo yo? Y en caso de doble OK: ¿hay alguna relación? Y ¿es posible que existan este mundo tan atroz cuando parecía que íbamos mejorando? ¿Hasta qué casilla podemos retroceder?
Llamar y que no responda nunca nadie. Escribir sin respuesta. Soledades conectadas, sin tiempo para los demás, que se difuminan, se desintegran y poco a poco desaparecen. ¿Quiénes fuimos? ¿Nos habremos enfadado y no me he enterado? Interpretamos las señales del móvil como augures abriendo las vísceras de un pollo. Que podría tener la fiebre aviar.
Tiempos cruzados en aceleraciones diferentes, en sentidos paralelos, divergentes, opuestos. Como las partículas del acelerador de ídems pero en la vida ordinaria, el culto al yo en los días del tú.
¿Puedes concretar? No. Concretar es carísimo. Los ejemplos valen su peso en datos. ¿Viste las estadísticas sobre la juventud, eso de que una persona de cada cuatro chatea sin parar con la IA, todo eso? Leí un titular. ¿Y la soledad de las madres? También ha salido una encuesta sobre eso. Soledad, estrés, fatiga mental.
Los datos son lo más bonito, dan la sensación de que existimos (en su seno), los datos son lo más aproximado a la realidad (R). Pero son caros, los datos son un lujo que solo puede pagar la IA… cuando paga. A veces o casi siempre los coge o roba sin más… y luego tienes que ir a demandarla… si eres un gigante. Si no, mejor no hacer nada. Aguantar y seguir. El módulo supervivencia (kit conceptual tácito de Occidente) sugiere hacer como si no pasara nada, no enterarse, no sufrir, no ser casi.
El desasosiego universal sube cuerpo arriba por streaming ya personalizado, ¿qué hacer cuando nadie responde nunca o tarda tanto que cuando llega la señal no hay nadie? La soledad conectada explica el chateo compulsivo con conversadores automáticos alimentados con nuestras propias angustias de archivo… tengo muchos amigos pero son algoritmos. No fallan son instantáneos. Tan humanos. Ellos aprenden de mí y yo les doy clases de estrés, terrores íntimos globales, paranoias basadas en hechos reales. Hechos hiperreales.
Ay, una contractura. Pide hora para octubre.
Septiembre es el mes de las grandes contracturas musculares y de las otras. La contractura eco-bio-fashion llega en una milésima al hígado y otros órganos de autogobierno donde habita el microplástico. A Trump se le tuerce el morro: comprueba que su poder omnímodo es tan limitado que ha de bombardear unas lanchas.
Alucinan las IA’s porque son a imagen y semejanza de la humanidad, cuya esencia es esa, alucinar, crearse realidades paralelas o simultáneas para no vivir en la R de realidad que le ha tocado en la lotería de Babilonia, en la que ni siquiera jugaba.
La contractura, ay, es un aviso. Mejor hacerle caso… si se puede.
