Publicado: septiembre 6, 2025, 8:23 am
Putin asegura que considerará a las tropas europeas que pudieran desplegarse en Ucrania como un objetivo válido para sus misiles. Miente, claro. Ahora que le hemos escuchado hablar con Xi Jinping de la inmortalidad podemos estar todavÃa más seguros de que no está por la labor de suicidarse en una guerra global. La hemeroteca nos recuerda que también prometió en su dÃa destruir los Patriot y los F-16 si llegaban a desplegarse en Ucrania… y ahà siguen a lo suyo, derribando misiles balÃsticos los primeros (en número por desgracia insuficiente) mientras los segundos hacen lo que pueden para contrarrestar las oleadas de drones y misiles de crucero que los rusos lanzan cada noche sobre sus ciudades.
Pero quedémonos por esta vez en la teorÃa. Para Putin -y en eso parece coincidir con Xi Jinping y con los polÃticos europeos que, desde la extrema derecha y la extrema izquierda, cortejan al criminal ruso— los únicos soldados extranjeros que no suponen una escalada del conflicto son los norcoreanos. Quizá tenga razón porque, tal como explicaba este viernes a 20 Minutos el primer consejero de la embajada en España, las tropas de Putin son fuerzas de paz y —no se deje engañar el lector por las 6.000 ojivas nucleares del Kremlin— el único rearme que pone en peligro a Europa es el de la UE.
Aplicando su particular ley del embudo, el ensoberbecido dictador cree tener derecho a atacar cualquier objetivo militar (o vagamente relacionado con lo militar) en Ucrania, pero le niega ese derecho a los soldados de Zelenski. Contra lo que disponen los convenios de Ginebra, que dan protección a todos los prisioneros de guerra que hayan combatido de uniforme respetando las leyes del conflicto armado, los jueces de Putin acaban de condenar a 30 años de cárcel a cuatro militares ucranianos por haber participado en acciones de reconocimiento y sabotaje contra instalaciones militares e industriales en Rusia, incluida la base aérea de Shaykovka. Es decir, por hacer lo mismo que cientos de miles de soldados rusos hacen cada dÃa en Ucrania.
Treinta años de cárcel en Rusia (que se lo digan a Navalni) son muchos años. Nadie que cumpla una pena asà puede esperar salir de allà con vida. Asà pues, en la práctica, la condena equivale a una de las órdenes de Hitler que más escándalo provocaron durante la Segunda Guerra Mundial: la de asesinar a todos los soldados aliados capturados más allá de las lÃneas del frente, en cualquier lugar del territorio alemán o del conquistado por sus tropas.
No esperamos gran cosa de Putin, la verdad. Después de todo, se ganó sus galones destruyendo Grozni, Alepo y Mariúpol. Pero, en otra escala, vemos el mismo apego a la ley del embudo en el presidente Trump. AsÃ, mientras el magnate presume de haber destruido sin contemplaciones una lancha de narcotraficantes venezolanos, aplicando las leyes de la guerra a lo que era una operación policial, se atreve a protestar porque unos aviones de combate de Maduro hayan sobrevolado sus buques de guerra.
Al dictador venezolano no hay por donde cogerlo, es verdad. Pero el sobrevuelo en aguas internacionales, por inoportuno que pueda ser, no contraviene ninguna ley. Convertir a la poderosa US Navy en fiscal, juez y verdugo de unos narcotraficantes, por mucho que nosotros no les vayamos a echar de menos, infringe unas cuantas.
¡Pobre de Europa si, en los tiempos que corren, no acierta a ponerse en el lado adecuado del embudo!