Publicado: agosto 26, 2025, 4:30 am
«Sé tú mismo» se ha convertido en el consejo por excelencia. Tal vez por la influencia de ver tantos talents shows en prime time durante tantos años. Que vas a una entrevista de trabajo, te recomiendan: «¡Sé tú mismo!». Que tienes una cita, te insisten: «¡Sé tú mismo!». Que vas a comprar el pan, pues también: «¡Sé tú mismo!».
Pero, ¿cómo se ejerce de «uno mismo»? Como si fuera fácil ser uno mismo. Hay frases que son tan vacías que no sirven para demasiado. A lo sumo, nos puede hacer sentir que somos únicos e irrepetibles. El sobreúso de «Sé tú mismo» puede reconfortar. Incluso animar a creer que, en cualquier situación, con solo aportar nuestra presencia basta.
Peor aún si se completa el «Sé tú mismo» con «no cambies nunca«. «Sé tú mismo, no cambies nunca». El buenismo hueco nos hace olvidar que la vida sobre todo es aprender, descubrir, evolucionar, avanzar… No cambiar no es una opción. Porque no paramos de crecer.
Y somos diferentes según los ambientes, las empatías y los temperamentos que nos rodean. Nuestra personalidad se adapta a los entornos. Porque siempre somos fruto de nuestras circunstancias. Algunas son instantáneas, dependiendo de dónde, cómo y con quién estamos. Su entonación, su poder, su complicidad… Otras, en cambio, nos acompañan sin tregua: nuestro entorno socioeconómico nos marca desde pequeñitos.
«Sé tú mismo» quizá es algo así como la victoria del individualismo en el imaginario colectivo. Necesitamos confiar en nosotros, y que nos lo digan. Pero, al final, la verdadera libertad la encontramos cuando nos percatamos de que no somos autosuficientes ni para ser nosotros mismos.