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Qué significa cuando una persona cruje sus huesos con frecuencia, según la psicología

Publicado: agosto 26, 2025, 2:23 am

Muchas cosas en esta vida tienen un significado, incluso cualquier hábito que consideremos normal. Por ejemplo, que una persona tenga muchas plantas en casa, tiene un trasfondo psicológico sobre el que ya hablamos en el pasado. Lo mismo ocurre cuando alguien no es puntual. ¿Y la costumbre de que uno se cruja los huesos? Se trata de algo que es habitual entre mucha gente de España. Así que, ¿qué significado hay oculto?

Hemos querido profundizar un poco más sobre el tema y descubrir más acerca del significado que puede haber en un aspecto psicológico. Por esta razón, desde 20minutos hemos contactado con dos expertos en la materia que nos han dado una respuesta -o varias-.

De sentir placer a liberar cierta tensión

Francisco Rivera es psicólogo y Manager Clínico de Unobravo, servicio de psicología online, y explica que «desde el enfoque psicológico, este tipo de hábitos pueden estar relacionados con la necesidad de liberar tensión, reducir el estrés o simplemente satisfacer una necesidad de estimulación sensorial». Lo compara con otras «conductas repetitivas como morderse las uñas o mover constantemente las piernas, que suelen pasar desapercibidas por la persona, pero que pueden ser señales de nerviosismo, ansiedad o estrés acumulado«.

Algo parecido piensa Cristina Saiz Manceñido, especialista en Psicología y miembro de Top Doctors Group: «Puede ser una conducta nerviosa o una forma de aliviar tensión. Muchas personas lo hacen de manera inconsciente para liberar estrés y ansiedad, obteniendo una sensación momentánea de satisfacción o calma».

¿Puede llegar a ser dañino?

Uno de los mitos más extendidos en medicina es el de que crujirse los nudillos causa artritis. Según los expertos en traumatología, más que de una realidad, es un bulo. Tanto Rivera como Saiz Manceñido también están de acuerdo. Eso sí, el primero advierte que «como ocurre con cualquier hábito, su exceso puede ser problemático» y si va acompañado de síntomas como «dolor o inflamación, es momento de prestar atención». Lo mismo sugiere la psicóloga de Top Doctors Group: «Si al crujir alguna articulación aparece dolor, hinchazón o limitación de movimiento«, lo mejor será ir a un especialista. ¿Y desde un punto de vista psicológico?

«No necesariamente es dañino, pero sí puede estar asociado a estados de ansiedad«, comenta Rivera. Además, dice que «estas conductas surgen muchas veces de forma automática, sin un propósito concreto, como una forma inconsciente de autorregulación emocional». Su conclusión es que «no es algo necesariamente negativo, especialmente si ayuda a manejar niveles moderados de ansiedad. Sin embargo, si este comportamiento comienza a interferir con el sueño, la alimentación, la concentración o las relaciones sociales, podría ser conveniente consultar a un profesional de salud mental».

Francisco Rivera también añade que crujir los huesos puede convertirse, en ocasiones, en «una necesidad constante y difícil de controlar» y que «podría estar reflejando un patrón de ansiedad, estrés crónico o incluso algún componente obsesivo-compulsivo. Aunque no siempre indica un trastorno, sí es importante observar el contexto en que ocurre» como en qué clase de momentos surge este hábito o si va acompañado de algún pensamiento intrusivo o «malestar psicológico».

Saiz Manceñido cuenta que esta costumbre que usan algunas personas para aliviar su ansiedad nos apartarían de probar otras «estrategias de regulación emocional más saludables»: «Lo que estamos haciendo es evitar entrar en contacto real con esa emoción. Esta evitación no solo impide que comprendamos lo que sentimos, sino que a medio y largo plazo puede reforzar patrones de desconexión emocional, hacernos más vulnerables a lo que nos ocurre y nos afecta de manera negativa en el día a día, y dificultar el desarrollo de recursos internos para afrontar situaciones difíciles. En lugar de regular, se cronifica el ciclo: la emoción no se procesa, se acumula y puede manifestarse con más intensidad o de forma somática en el cuerpo».

Menciona que «si la necesidad de crujir los huesos se vuelve tan frecuente o compulsiva que genera malestar o interfiere en la vida diaria, sería prudente buscar ayuda profesional, dado que podría estar relacionada con la ansiedad u otro trastorno del control de los impulsos».

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