Publicado: agosto 22, 2025, 5:23 pm
Rhagovelia es un género de insectos hemípteros que son conocidos comúnmente como chinches remeros o patinadores de agua, viven sobre la superficie de ríos o lagos, son pequeños y tienen unas patas con ‘pelos’ hidrófobos que les permiten impulsarse en la superficie del agua sin hundirse. Esto último también se conoce como los ‘abanicos’ que se despliegan de las patas para poder andar en el agua y, por muy sorprendente que parezca, dichos ‘abanicos’ han inspirado a un grupo de investigadores de Estados Unidos para crear un robot casi tan ágil como un Rhagovelia.
La mayoría de los diseños actuales de microrrobots acuáticos o semiacuáticos no son especialmente ágiles, pero el equipo de la Universidad de California en Berkeley ha desarrollado el androide Rhagobot con la intención de crear un insecto robótico con abanicos que se abren y cierran, teniendo en cuenta que están diseñados para imitar los ágiles y rápidos movimientos del bicho.
Origen de la idea y resultado final
Los investigadores empezaron por estudiar al insecto, de cuyas patas se despliegan unos apéndices en forma de abanico que funciona como un remo bajo el agua. Además, estos se repliegan cuando ya no son necesarios y constituyen un sistema eficaz para desplazarse de forma rápida por una superficie líquida.
Hasta ahora, se creía que estos abanicos se abrían solo por la acción muscular, pero el estudio indica que ese apéndice responde de forma pasiva a la presencia o ausencia de agua, desplegándose instantáneamente cuando se sumerge y cerrándose de golpe cuando ya no hay agua. Por lo tanto, los investigadores concluyen que dicho comportamiento está impulsado por fuerzas elastocapilares, que suponen una delicada interacción entre la tensión superficial y la flexibilidad del material.
Por lo tanto, la traducción de este hallazgo al desarrollo de un microrrobot requirió un esfuerzo interdisciplinario que combinó biología experimental, física de fluidos e ingeniería a lo largo de más de cinco años. Además, el trabajo culminó en la creación de un ventilador elastocapilar de apenas un miligramo, capaz de desplegarse de manera autónoma e integrado en un robot con dimensiones similares a las de un insecto.
Concretamente, este avance mejora el empuje, el frenado y la maniobrabilidad del dispositivo, cualidades que se han comprobado tanto en pruebas con insectos vivos como en prototipos robóticos.
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