Publicado: agosto 18, 2025, 2:01 am
El sistema eléctrico español anda revuelto. Quizá demasiado en un momento de gran transformación donde deberían existir más certezas que incertidumbres. Un ejemplo de esta situación se produce con los vertidos de renovables , que el pasado mes de julio alcanzaron una cifra récord. Un problema que refleja la mala digestión que se está haciendo del ‘boom’ de tecnología verde, y sobre el que no terminan de ponerse soluciones. El término técnico, ‘ curtailment ‘, es un viejo conocido del sector renovable estos últimos años. Se conoce como un deslastre de la generación eléctrica. Es decir, se trata de energía que, una vez generada, se desecha porque el sistema no la puede integrar. Por ejemplo, un parque solar produce electricidad, la manda a la red, pero finalmente no se distribuye porque el operador del sistema no la necesita. Esta situación es algo habitual en los últimos años. Red Eléctrica, una vez que recibe la composición del mix energético que se ha generado a través del operador del mercado (OMIE), readapta ciertas tecnologías de producción en función de las necesidades y las capacidades del propio sistema. En estos momentos, además, existe un condicionante que se ha generado tras el apagón de abril: hay un « modo reforzado » para que no vuelva a producirse nada parecido. Por tanto, cuando la compañía presidida por Beatriz Corredor tiene que apuntalar la configuración del mix, las sacrificadas son las tecnologías renovables debido a sus características técnicas. ¿Por qué ahora es noticia? Hace un año el volumen de estos vertidos de renovables fue del 3% sobre lo que generaban las energías verdes. En este último año, solo dos meses superaron el 2% de vertidos. Todo ello con una generación de renovables que siempre estaba por encima del 50% con respecto al mix total. Sin embargo, en mayo y junio ya fue superior al 3%; mientras que en julio la cifra se ha situado en el 10%, una auténtica anomalía que cada vez preocupa más al sector. A fin de cuentas, se trata de energía que ha tenido un coste de producción. Es cierto que las renovables, al contrario que otras tecnologías, no tienen grandes costes de producción como sería la compra de combustible (gas o uranio). Pero siempre tienen. Por eso, que haya una tendencia al alza sobre estos ‘curtailment’ sin que haya soluciones a la vista, sobre todo por el «modo reforzado» que se sigue prolongando en el tiempo, puede terminar causando hasta problemas legales . Por ahora Red Eléctrica no ha dado un horizonte claro sobre cuándo volverá a operar con absoluta normalidad. No obstante, puede ser que la nueva normalidad sea la actual, aunque con los cientos de megavatios de renovables proyectados para su construcción, su presencia cada vez debe ser mayor. De hecho, la aspiración es llegar a estar cerca del 80% de generación verde, pero si en estos momentos, cuando no se llega al 70%, se necesita malgastar tanta energía renovable, el rompecabezas que se debe resolver no es menor. En primer lugar, porque esta situación genera unas pérdidas económicas directas para los promotores renovables. Por el momento son pequeñas, asumibles, y no afecta a sus costes de producción. Pero no puede ir en aumento. Asimismo, los contratos a largo plazo (PPA por sus siglas en inglés) pueden verse afectados y, de igual forma, quizá se generen disputas legales. En última instancia, el mensaje que se lanza a los inversores es muy negativo. En sí mismo, el cambio en la operación del sistema ya ha sido una señal de alarma, pero que sucedan más cuestiones no previstas suele alejar el dinero. Ahora la clave pasa por saber si se puede hacer algo para que ese 10% de vertidos sea el tope . Para ello, una mayor flexibilidad del sistema eléctrico será la clave. En este sentido, el almacenamiento será fundamental. Pero de nuevo hay más incertidumbres que certezas; sobre todo, en el ámbito regulatorio. Por otra parte, y si hay demasiada generación, poder aumentar la demanda sería esencial. Aunque, de nuevo, no se están dando las condiciones adecuadas para que exista más consumo. Por ejemplo con el impulso de los centros de datos o la industria.