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El doble de Putin

Publicado: agosto 18, 2025, 5:23 am

El espectáculo de la cumbre de Alaska entre Trump y Putin el 15 de agosto, festividad de la Asunción de la Virgen al cielo, tiene que tener un motivo aparte del fallido plan de paz para Ucrania.

Lo que ha pasado en la cumbre en la que no ha pasado nada ha tenido que ocurrir en los diez minutos que ambos jerifaltes han estado a solas en la limusina de Trump, ese coche gigante al que llaman «la bestia».

Y ha sido lo siguiente: los servicios secretísimos de Estados Unidos han usado esos diez minutos para dar el cambiazo a Putin. Han metido al Putin original en el maletero y han sentado junto a Trump al doble que llevaban años preparando.

El mismo Putin, experto en aplicar estos tratamientos a otras innumerables personas, se ha debido de dar cuenta del peligro porque cuando acepta la invitación sorpresa y camina hacia el coche de Trump esboza una sonrisa meliflua: un gesto nunca visto en él que indica acojone total.

Sin duda sintió un aviso, pero ya era tarde: la puerta blindada del destino le esperaba abierta a unos metros y no podía echarse atrás; hubiera sido un desprecio declinar la invitación a compartir un minitrayecto con su anfitrión y volver sobre sus pasos a montarse en su propio coche.

En ese momento toda Rusia tembló. Y los servicios de seguridad rusos que estaban en el acto, más aún. Pero ya era tarde… sólo quedaba rezar. ¿Qué podían hacerle en diez minutos? ¿Drogarlo?, ¿inyectarle polonio?, ¿lavarle el cerebro?

Además, las cámaras mostraban cómo iban los dos presidentes sentados y Putin sonriendo… temblando de miedo. ¡Que le estuviera pasando esto a él, jefe de una banda de expertos en empapar con el tóxico Novichok los calzoncillos de los disidentes, en desaparecer a tantos y tantas ciudadanas que se oponían a su poderío! Si repasan los vídeos verán que en ese primer momento, cuando el coche arranca, él ya sabía lo que le esperaba.

A menudo en Europa pensamos que los americanos son bobos, o que se están dejando ganar por China ¡y hasta por Rusia! Pero esa lamentable ignorancia sólo la padecemos los que hemos visto menos películas de las que deberíamos. La formación la da Hollywood.

Por supuesto, Trump no sabía, ni sabe, nada de esto. El cambiazo es supersecreto (este artículo es una exclusiva basada en la evidencia que se detalla) y así debe seguir siendo. Toda Rusia tembló en ese trayecto: parte por perder a su amado líder absoluto, parte por la esperanza de no volverlo a ver.

Era obvio que tanto hacerle la pelota tenía algún objetivo. El bueno de Trump, en su ingenua fatuidad ególatra, ha sido providencial para gestar el trampantojo: las tontadas y zalamerías que le hizo a Putin en el aeropuerto, la alfombra, etc., eran necesarias para que cayera en la trampa, el cepo de «la bestia», que ya ha sido devuelto a su garaje en Estados Unidos… con su carga letal ya neutralizada en el maletero.

Para que la trampa funcionara el doble de Putin tenía que ser más implacable y siniestro que el original (pero sin pasarse), y sin duda así fue porque el bueno de Trump salió de la entrevista con el rostro demudado.

Por supuesto, los rusos sospecharán que les han dado el cambiazo. E intentarán pillar a su jefe en un renuncio. Ese Labrow, el de la camiseta troll de CCCP, le hará las mil perrerías, bromas y preguntas-trampa. Pero el jefe es el jefe, puede decir lo que quiera… y te puede hacer desaparecer en un suspiro. Con los avances de la ciencia el ADN del doble es sin duda idéntico (o el mismo) al del original, etc.

No sabemos (todavía) qué instrucciones tendrá el doble, pero seguro que de momento ha de seguir las rutinas asesinas del original y no levantar sospechas.

En estas operaciones, según el manual de Hollywood que inspira a los servicios secretísimos, el mayor peligro es que el doble se crea su papel y se olvide de cumplir su misión. Claro que en ese caso siempre se le puede volver a cambiar. Incluso por el original, que para entonces ya se habrá convertido y será de los nuestros.

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