Publicado: agosto 15, 2025, 6:23 am
La mañana del lunes, SpaceX completó su lanzamiento número 100 en lo que va de año. Pero a bordo del cohete Falcon 9 no iban nuevos satélites Starlink, sino un lote de 24 satélites de la competencia. ¿Cómo hemos llegado a un punto en el que Elon Musk y Jeff Bezos, rivales en tantos frentes, colaboran en el espacio?
Un poco de contexto. Starlink lleva seis años creciendo sin oposición. En este tiempo, SpaceX ha desplegado más de 8.000 satélites, consolidando un dominio casi absoluto del mercado de Internet de banda ancha satelital.
Ahora, un competidor con un músculo financiero comparable ha entrado en escena: el Proyecto Kuiper de Amazon. La empresa fundada por Jeff Bezos ha comenzado a desplegar su propia megaconstelación para ofrecer conexiones de alta velocidad en todo el mundo y competir directamente con el servicio de Elon Musk.
El tiempo en contra. El principal desafío para Kuiper es el tiempo. La licencia que le otorgó la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de Estados Unidos le exige tener en órbita la mitad de su constelación (es decir, 1.618 satélites de un total de 3.232) antes de julio de 2026. A diferencia de SpaceX, que tiene una integración vertical completa, Amazon no fabrica sus propios cohetes.
Para cumplir con el plazo, el gigante tecnológico realizó en 2022 la «mayor adquisición comercial de vehículos de lanzamiento de la historia», firmando contratos con ULA para usar sus cohetes Atlas V y Vulcan, con Arianespace para usar el cohete europeo Ariane 6, y con Blue Origin, la empresa aeroespacial del propio Jeff Bezos, para usar el gigantesco cohete New Glenn. El problema es que la mayoría de estos lanzadores son nuevos y han sufrido importantes retrasos.
Son solo negocios. Aunque Bezos intentó evitar que Amazon usara los servicios de SpaceX, la opción más honrada con los accionistas era contratar varios cohetes Falcon 9, que gracias a su capacidad única de reutilización suelen ofrecer el precio más bajo por kilogramo puesto en órbita.
SpaceX ya ha demostrado que está dispuesta a lanzar satélites de sus competidores. Entre 2022 y 2024 lanzó cuatro lotes de satélites para Eutelsat OneWeb, su rival europeo, después de que la invasión rusa de Ucrania sacara del mercado los cohetes Soyuz y Protón. Para SpaceX, esto es un negocio redondo porque se embolsa el dinero de sus competidores, que puede reinvertir en su propia constelación de satélites.
Pero hay otra razón. Una cuestión estratégica que va más allá del negocio de los lanzamientos. La moneda de cambio encubierta es el cada vez más saturado espectro radioeléctrico. Según una investigación del Wall Street Journal, SpaceX ha utilizado su posición dominante en el mercado de lanzamientos para presionar a sus rivales y obtener una ventaja crucial para Starlink: derechos de espectro.
El espectro radioeléctrico es el conjunto de ondas electromagnéticas que se utilizan para las comunicaciones inalámbricas. Es un recurso finito, invisible y absolutamente esencial para que las constelaciones de satélites puedan enviar y recibir datos sin interferencias. Gobiernos de todo el mundo, a través de organismos como la FCC en Estados Unidos, son los encargados de asignar los derechos para usarlo.
SpaceX necesita más espectro. Y lo necesita desesperadamente para poder dar servicio a los más de cuatro millones de usuarios de Starlink a medida que sigue expandiéndose. Según el Journal, la compañía de Musk habría pedido a empresas como OneWeb y Kepler Communications que le cedieran parte de sus derechos de espectro como condición para lanzar sus satélites.
Aunque SpaceX lo niega, el reportaje detalla cómo OneWeb, tras quedarse sin los cohetes rusos, llegó a un acuerdo con SpaceX que incluía «concesiones de espectro» para asegurar los lanzamientos que necesitaba.
La telaraña de Elon Musk. Esta estrategia coloca a los competidores de SpaceX en una situación increíblemente difícil. Es una disyuntiva que el analista Tim Farrar describe como «elegir con cuidado». Empresas como EchoStar o Globalstar han tenido que decidir entre pasar por el aro de SpaceX, cediendo ventajas competitivas, o pagar más por un acceso más lento al espacio con otras compañías de cohetes. Si es que las hay.
AST SpaceMobile, que había apostado por el cohete New Glenn de Blue Origin, se encontró con que el cohete de Bezos no estaría listo a tiempo y sus satélites, mucho más pesados de lo previsto, tendrán que esperar.
El caso de Apple. En 2022, Musk había ofrecido a Apple acceso exclusivo a SpaceX por 5.000 millones de dólares, una oferta que Apple rechazó. Apple acabó cerrando un acuerdo con Globalstar para su servicio de emergencia por satélite, pero tiempo después, el retraso en el lanzamiento de los satélites de Globalstar por parte de SpaceX parece haber beneficiado a Starlink.
La explicación del retraso y la renegociación del contrato de lanzamiento parecen tener que ver con que Apple acabara llegando a un acuerdo para ofrecer Direct-to-Cell de Starlink en el iPhone 13, un modelo que no es compatible con el servicio de Globalstar. Esto le dio a Starlink una ventaja en la carrera por la conexión celular en un momento en que Apple ya debatía internamente si podía competir con el ritmo de SpaceX.
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El gigante Starlink. Al final, cada lanzamiento de un satélite de la competencia o acuerdo por parte del espectro se convierte en una victoria táctica para Elon Musk. No solo cobra por el servicio, reforzando las finanzas de una empresa cuyos ingresos están a punto de superar el presupuesto de la NASA, sino que utiliza su dominio para asegurarse el recurso más vital para el futuro de las comunicaciones globales.
Imagen | SpaceX
En Xataka | El ejército de Ucrania tiene un problema casi tan importante como Rusia: Starlink pertenece a Elon Musk
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La noticia
La razón oculta por la que Elon Musk lanza satélites de archienemigos como Jeff Bezos: el espectro radioeléctrico
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Matías S. Zavia
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