Publicado: agosto 7, 2025, 5:24 pm
Hace 5.700 años, en la sierra de Atapuerca (Burgos), once personas, entre los que también había niños y adolescentes, fueron asesinados y despellejados. Su carne fue cocinada y consumida por una comunidad vecina en apenas un par de días. Esta es la macabra historia que revelan unos restos hallados en la cueva de El Mirador y que ahora explica un nuevo estudio liderado por el Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES-CERCA), publicado en la revista ‘ Scientific Reports ‘. Lejos de tratarse de un acto ritual o de supervivencia frente a una hambruna, los investigadores señalan que este hecho fue consecuencia de un episodio de violencia extrema entre comunidades agrícolas. La motivación fue un conflicto entre dos comunidades vecinas, según señalan los autores. «Estamos ante un caso de eliminación total de un grupo humano, que incluyó el consumo sistemático de los cuerpos. Este comportamiento pudo haber funcionado como una forma extrema de control social o de venganza», explica Antonio Rodríguez-Hidalgo, investigador del CSIC y coautor del estudio. Los restos, hallados en dos zonas distintas de la cueva, muestran marcas de corte, fracturas para extraer médula ósea, señales de cocción e incluso huellas de dientes humanos. Los análisis isotópicos de estroncio confirmaron que las víctimas eran originarias de la región, lo que descarta la hipótesis de un ataque a forasteros. El estudio sitúa este acto violento en una etapa muy concreta de la ocupación neolítica de la cueva, justo antes de que comenzara a usarse como espacio funerario. «No se trata de una práctica ritualizada ni de una costumbre funeraria. Todo apunta a un ataque repentino, posiblemente relacionado con tensiones territoriales o recursos entre comunidades ganaderas», comenta Francesc Marginedas, también autor del artículo. El episodio de canibalismo descubierto en El Mirador no es un caso aislado en la historia del Neolítico europeo. De hecho, diversos yacimientos arqueológicos del continente han revelado señales de violencia colectiva, algunas de ellas extremadamente brutales. No obstante, la mayoría de estos eventos no incluyen evidencia concluyente de canibalismo, lo que convierte al hallazgo de Atapuerca en un caso excepcional. Uno de los ejemplos más conocidos es el sitio de Talheim, en el sur de Alemania, donde se hallaron los restos de al menos 34 personas asesinadas brutalmente hace unos 7.000 años. Las víctimas presentaban heridas en el cráneo y la columna vertebral, indicativas de una masacre, posiblemente producto de tensiones entre comunidades agrícolas. No obstante, en Talheim no se encontraron señales de manipulación post mortem asociadas al consumo humano. Algo similar ocurrió en Els Trocs, en el Pirineo aragonés, donde un grupo de colonos neolíticos fue exterminado de manera sistemática. Allí, las marcas en los huesos también prueban extrema violencia, pero tampoco hay rastros de canibalismo. Estos casos reflejan que la violencia intergrupal era relativamente común en las primeras sociedades sedentarias, pero el paso hacia el consumo de los cuerpos es mucho más infrecuente. Sin embargo, el caso de El Mirador, con episodios de violencia y canibalismo no es único en Europa. En la Cueva de Fontbrégoua (Francia), datada en el Neolítico medio (entre el 5.000 y el 3.000 AC), los arqueólogos encontraron restos humanos tratados del mismo modo que los de animales, lo que sugiere su consumo. En Herxheim, otro yacimiento alemán, se hallaron más de mil esqueletos humanos con signos de haber sido desmembrados y posiblemente comidos, en un contexto también marcado por el conflicto. No obstante, en ninguno de estos sitios la evidencia es tan clara, concentrada y sistemática como en El Mirador. Aquí, la acción violenta se produjo en un intervalo de tiempo muy breve y con un objetivo aparente: eliminar por completo a un grupo familiar e incluso borrar su existencia a través del canibalismo. Este hallazgo no es el primero en El Mirador. Ya se había identificado otro episodio de canibalismo en la Edad del Bronce, lo que convierte a esta cueva en un enclave único para estudiar cómo los humanos prehistóricos enfrentaban la muerte, el conflicto y el cuerpo humano como parte de sus creencias o estrategias sociales. «La recurrencia de este tipo de prácticas convierte a El Mirador en un laboratorio excepcional para explorar los límites de la conducta humana en contextos de tensión y violencia», señala Palmira Saladié, directora del estudio y experta en tafonomía prehistórica. Pero no solo la cueva de El Mirador fue testigo del canibalismo. Hace apenas un mes, en la presentación de los resultados de la última campaña de excavación en Atapuerca, se reveló en la Gran Dolina los dientes de un adulto joven y una pequeña vértebra de un niño de 3 años que vivieron hace 850.000 años, mucho anteriores que los descritos en el recién publicado estudio. En estos restos se aprecian golpes, marcas e incluso mordeduras humanas. Al pequeño le rebanaron la cabeza. «Más de la mitad de los huesos encontrados en esta campaña tienen marcas de corte realizadas con cuchillos de piedra para descarnar o percusiones para fracturarlos y poder consumir la médula. Algunos incluso muestran mordeduras humanas. «Es una muestra fidedigna de canibalismo», explicó en aquel momento a ABC Andreu Ollé , también investigador del IPHES-CERCA. También hay controvertidas posibles pruebas de canibalismo en la famosa Sima de los Huesos. Allí se han encontrado restos de Homo heidelbergensis -antecesores de los neandertales que vivieron hace más de 400.000 años- con marcas y fracturas que podrían asociarse a manipulaciones post-mortem. Sin embargo, existe la posibilidad de que fuese más un ritual funerario colectivo que canibalismo. No obstante, Atapuerca sigue arrojando pruebas de que el canibalismo no fue una práctica aislada para nuestros antepasados. «El canibalismo es una de las conductas más difíciles de interpretar en la prehistoria; probablemente porque hay una incomprensión desde nuestra sociedad», sentencia Saladié. «Sin embargo, cada vez encontramos más casos registrados en diferentes periodos».