Publicado: agosto 7, 2025, 6:22 am
Hubo un tiempo en que era habitual ver a Alexander Zverev perder los nervios y destrozar su raqueta sobre la pista, pero hoy resulta difícil recordar cuando fue la última vez que el tenista alemán dejó esa imagen en la cancha. Un cambio de actitud sobre el que ha reflexionado este martes tras derrotar a Alexei Popyrin (6 (8) – (10)7/6-4/6-3) para meterse en las semifinales de Toronto, en las que se medirá a Khachanov.
Ha sido precisamente en el duelo de cuartos de final del torneo canadiense el que ha dejado claro que este Zverev es otro: después de perder el tie break del primer set por una bola de su rival que tocó en la red y cayó en su campo, el número tres del mundo se ha limitado a lanzar una bola al cielo por la frustración, lo que le ha costado un aviso del juez de silla. «Hace algunos años habría roto una raqueta, seguro, pero ya no rompo raquetas», ha reconocido tras el partido.
«La última vez que rompí una raqueta creo que fue hace tres años y medio», recordó el jugador, que reconoció que explicó que su reacción fue fruto de la frustración, puesto que necesitaba «dejarlo ir fuera de alguna manera, porque fue un set lleno de oportunidades» en el que tuvo «muchos momentos de mala suerte».
Sascha, además, quiso explicar qué le motivó a cambiar: «¿Qué ha cambiado? Unas pocas cosas. Se trata de tomar responsabilidad de quién eres como persona. Ahora soy padre y quiero ser un buen ejemplo. También quiero ser recordado por mi tenis, por lo que he conseguido en la pista, y también por las cosas buenas que hago fuera de la pista, porque creo que hago mucho trabajo con mi fundación y con mi familia que puede ayudar a la gente alrededor del mundo».
«Preferiría ser reconocido por eso más que por los episodios de ira que solía tener en pista. Es algo que simplemente sucede en ciertos momentos», expresó el alemán, que concluyó poniendo como ejemplo a Roger Federer: «Solía tener arrebatos de locura y, entonces, cambió, llegó a ser Roger Federer y alcanzó esa perfección que todos conocemos de él ahora, pero no fue siempre el caso».