Publicado: agosto 7, 2025, 6:23 am
El 18 de junio de 2023, el Titan, un submarino experimental de la empresa OceanGate que transportaba a cinco personas rumbo al mítico Titanic, implosionó cuando comenzaba su descenso en aguas internacionales en el Atlántico Norte. Todos sus ocupantes murieron de manera instantánea. Hoy, tras la investigación de lo ocurrido, todos los dedos señalan a la responsabilidad del director ejecutivo OceanGate, Stockton Rush, que también murió en el accidente.
El día de la tragedia, el Titán perdió contacto con la superficie una hora y 45 minutos después de iniciar el descenso. Rush y los cuatro pasajeros murieron cuando el Titan sufrió una implosión catastrófica al descender hacia los restos del mítico e insumergible Titanic.
Quiénes iban a bordo
En el Titán viajaban el empresario y explorador británico Hamish Harding, el experto francés en el Titanic Paul-Henry Nargeolet y el empresario pakistaní y británico Shahzada Dawood, junto a su hijo Suleman. El precio por persona para participar en la expedición turística al Titanic era de 250.000 dólares y la inmersión tenía una duración aproximada de ocho horas.
Casi toda la regulación marítima está escrita con sangre, y algo tenía que suceder primero»
¿Se pudo haber evitado?
La Guardia Costera de Estados Unidos (USCG, por sus siglas en inglés) publicó este martes un nuevo informe sobre el accidente del batiscafo de OceanGate, una empresa privada con sede en el estado de Washington. El documento, de 335 páginas, concluye que el desastre del sumergible podría haberse evitado.
El texto revela que OceanGate tenía prácticas de seguridad «muy deficientes» y una cultura tóxica en el lugar de trabajo. En el informe del USCG se dice que la «negligencia» de Rush contribuyó a la muerte de las personas a bordo del Titan. Exingeniero de pruebas de vuelo para aviones de combate, fundó la empresa en 2009 tras años de experiencia en el sector aeroespacial y de la aviación.
La «negligencia» de Rush
«He roto algunas reglas», dijo el CEO de OceanGate antes de morir. Y así parece ser, según lo investigado y redactado por la Guardia Costera de EEUU, que ha encontrado «disparidades evidentes» entre los protocolos de seguridad y las prácticas reales. Rush ignoró las advertencias de seguridad, las fallas de diseño y una supervisión crucial.
La Junta de la Marina de EEUU concluyó que Rush mostraba un creciente desprecio por los protocolos de seguridad establecidos, lo que contribuyó a la tragedia. Los investigadores señalan que en OceanGate la pauta era minimizar, ignorar e incluso falsificar información clave de seguridad para mejorar su reputación y evadir el escrutinio de los reguladores. Así se refleja también en las declaraciones que muchos responsables de la empresa, y exresponsables, hicieron en el documental de Netflix sobre la tragedia.
La compañía, según estos nuevos informes, tenía una cultura laboral tóxica. Hubo despidos de personal directivo y Rush utilizó la amenaza inminente de despidos para disuadir a empleados y contratistas de expresar sus preocupaciones sobre la seguridad de la compañía.
Trampas y manipulaciones
OceanGate ignoraba las señales de alerta, mentía y manipulaba cuanto hiciera falta ante las autoridades. Por ejemplo, en 2017, un oficial de la Reserva de la Guardia Costera contratado por Rush le informó de que su plan de inmersión en el Titanic sería ilegal. El CEO de la empresa dijo que «compraría a un congresista» si alguna vez se enfrentaba a los reguladores, según testificó este oficial.
Para eludir las regulaciones sobre embarcaciones de pasajeros pequeñas, la empresa reclasificó a los pasajeros de sumergibles como «especialistas de misión» y afirmar así que sus submarinos eran buques de investigación oceánica. Exespecialistas de misión y empleados de OceanGate afirmaron que su participación fue «únicamente para un paseo en el sumergible, no para investigación científica».
Mentiras y cartas fraudulentas
Con el paso de los años, la compañía recurrió a estrategias cada vez más engañosas, según el informe. Para 2021, un abogado de OceanGate declaró falsamente ante un tribunal federal de Virginia, que presidía la autorización de Titan para realizar inmersiones, que el buque estaba registrado en las Bahamas.
Para obtener sus credenciales, Rush presentó una carta fraudulenta de servicio marítimo firmada por el director de operaciones de OceanGate al Centro Marítimo Nacional de la Guardia Costera, según el informe. En ella, Rush afirmaba haber servido anteriormente como tripulante del Titán y falseó el tamaño del buque, cuando en realidad nunca había sido registrado ni medido.
Demandas millonarias
La tragedia dio lugar a demandas. La familia de Paul-Henri Nargeolet presentó una demanda por negligencia contra OceanGate, reclamando una indemnización millonaria y alegando que la empresa operó el sumergible a pesar de antecedentes de fallos.
La regulación se escribe con sangre
Lo ocurrido con el Titan también ha llevado a exigir una regulación más estricta de la floreciente industria privada de expediciones en alta mar. «Casi toda la regulación marítima está escrita con sangre, y algo tenía que suceder primero», le ha dicho a AP Salvatore Mercogliano, profesor de historia marítima en la Universidad Campbell de Carolina del Norte. En su opinión, OceanGate logró explotar las zonas grises del derecho marítimo que dificultaban la claridad sobre quién era responsable de hacer cumplir las regulaciones.
Jason Neubauer, de la Junta de Investigación Marina, afirmó que los hallazgos ayudarán a evitar futuras tragedias. «Se necesita una supervisión más estricta y opciones claras para los operadores que exploran nuevos conceptos fuera del marco regulatorio existente», declaró en un comunicado.
Qué pasó con OceanGate
OceanGate suspendió sus operaciones en julio de 2023. El portavoz Christian Hammond afirmó que la empresa se había liquidado y que estaba cooperando plenamente con la investigación, y ofreció sus condolencias a las familias de los fallecidos y a todos los afectados.