Publicado: julio 24, 2025, 7:18 pm
Ahora que en México se debate la reducción de la jornada laboral a 40 horas, muchos empresarios se llevan las manos a la cabeza y muchos trabajadores aplauden con las orejas. La pregunta que no nos hacemos es: ¿estamos preparados para trabajar menos… y lograr más? Y en su lugar debatimos si ¿es menos por más? ¿más por lo mismo? ¿o el reto es más por más?
La clave no está en las horas, sino en el liderazgo y la sostenibilidad. Y no hablo del liderazgo con “l” minúscula, ese que gestiona tareas y agenda reuniones para después decir que está saturado. Me refiero al liderazgo que crea contextos, enfoca esfuerzos, cuida a su gente y hace viable el negocio. Ese liderazgo que, en lugar de quejarse del cambio, se anticipa a él. Ese liderazgo que desarrolla la capacidad de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras. Es decir, que equilibra el desarrollo económico, el cuidado ambiental y el bienestar social.
Un estudio reciente del Instituto Adecco revela que más del 70% de los trabajadores mexicanos cree que una jornada laboral más corta mejoraría su bienestar, mientras que las empresas consultadas coinciden en que la reducción es viable… siempre que venga acompañada de innovación operativa, sostenibilidad económica y diálogo social. Algo a lo que humildemente me permito agregar un liderazgo efectivo y una elevada dosis de compromiso de todos los implicados. ¡Justo los ingredientes que no se compran en la farmacia!
Según el estudio del Instituto Adecco países reconocidos por su alta competitividad global operan con jornadas laborales significativamente más cortas que México. No es coincidencia. Es estrategia. Una estrategia basada en un compromiso de sostenibilidad organizacional.
Las organizaciones que ya tienen líderes conscientes, con visión de largo plazo y capacidad para alinear talento con estrategia, no temen al cambio legislativo. Lo aprovechan. Las que siguen premiando la presencia por encima del resultado y controlando horarios con relojes de pulsera (¡o cámaras!) están a punto de recibir una lección de realidad.
Durante años hemos confundido estar con hacer y hacer con lograr. Burocracia con productividad. Horas de silla, si es que la hay, con compromiso. Lo irónico es que algunos directivos que hoy que protestan por las 40 horas tampoco sabían qué hacer con las 48 anteriores.
La conciliación de los intereses del trabajador con los de la organización no es una amenaza, es una oportunidad. Y es una de las caras de la sostenibilidad. La otra se llama competitividad. Ambas exigen revisar a fondo el tipo de liderazgo que estamos ejerciendo. O, mejor dicho, el que no estamos ejerciendo suficientemente.
No se trata de regalar tiempo libre ni de exprimir a los equipos. Se trata de pactar acuerdos adultos, recíprocos. Si el trabajador gana tiempo, la empresa gana foco. Si el equipo trabaja con bienestar, el negocio gana eficiencia. Pero esto solo ocurre cuando hay liderazgo de verdad, no jefes que miden todo menos lo que importa.
Es hora de dejar de resistir y empezar a rediseñar. A repensar procesos, capacitar líderes, fomentar compromisos mutuos, medir lo que impacta de verdad. Porque sin liderazgo de calidad, ni 40 ni 80 horas serán suficientes. Y sí, esto implica invertir en las personas y entender que el liderazgo no es un carisma innato, sino una responsabilidad que se construye.
La jornada de 40 horas puede ser el principio del fin… de los malos directivos. O el principio de una nueva era, donde todos —empresa, trabajador y sociedad— salgan ganando. Claro, siempre que dejemos de pensar que el liderazgo se improvisa, que el compromiso se exige y que el futuro se decreta.
*Dr. Juan Pablo Ventosa es Socio fundador de Human Performance y autor del libro Leadership Analytics: Hacia un liderazgo consciente.