Publicado: julio 24, 2025, 9:23 am
China y la Unión Europea han firmado un pacto basado, más o menos, en el laissez faire, laissez passer, es decir, en que cada uno haga su parte sin inmiscuirse demasiado en lo que hace el otro: un pacto de no agresión en la cumbre de este jueves en Pekín por el 50 aniversario de las relaciones entre las partes en la que la UE ha pedido «soluciones reales» al gigante asiático para hacer frente a la posible guerra comercial empujada por Estados Unidos mientras que Xi Jinping ha insistido en que el problema de Europa ni ha sido ni es China. En realidad, todo son mensajes para Donald Trump.
«Los desafíos que enfrenta Europa actualmente no provienen de China. No existen conflictos de intereses fundamentales ni contradicciones geopolíticas entre China y Europa, y el tono fundamental de la cooperación, que prima sobre la competencia, y el consenso sobre las diferencias, se ha mantenido inalterado», sostuvo el presidente chino ante la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y su homólogo del Consejo Europeo, Antonio Costa.
Pekín ha lanzado también otro aviso a la UE: reducir las dependencias europeas, es decir, avanzar en la autonomía estratégica, no puede ir en detrimento de la buena salud de las relaciones con China. Unas relaciones, que, incidieron desde el Gobierno chino, no están pautadas por lo que haga Estados Unidos: «No son unas relaciones dirigidas por nadie externo», sentenció el comunicado. Por eso Xi considera que «la dependencia mutua no es un riesgo, ni la integración de intereses una amenaza».
El Gobierno chino ha defendido que no se pueden «construir muros» en un mundo «multipolar», en otra referencia implícita a las actuaciones de Donald Trump. «La esencia de las relaciones económicas y comerciales entre China y la UE reside en las ventajas complementarias, el beneficio mutuo y los resultados beneficiosos para ambas partes, y debe y puede lograr plenamente un equilibrio dinámico en el desarrollo», concluyó Xi, insistiendo al mismo tiempo en la importancia «de la confianza mutua» tanto en el corto como en el medio y el largo plazo.
Algo más exigente fue, eso sí, Ursula von der Leyen. «Hemos llegado a un punto de inflexión», comentó la presidenta de la Comisión Europea, que ha pedido también «reequilibrar las relaciones» y ha reclamado a China «soluciones reales» en un marco de una más que posible guerra comercial. De hecho, la UE se ha tomado esta cumbre como un reinicio de los vínculos con el gigante asiático, después de varios años entre discursos duros y apaciguamiento en función de los movimientos de los demás. «Para ser sostenibles, las relaciones deben ser mutuamente beneficiosas. Para lograrlo, es fundamental que China y Europa reconozcan sus respectivas preocupaciones y presenten soluciones reales», añadió Von der Leyen, con un tono igual al empeñado por Costa: «Necesitamos avances concretos en cuestiones relacionadas con el comercio y la economía. Y ambos queremos que nuestra relación sea equilibrada, recíproca y mutuamente beneficiosa», explicó el dirigente portugués.
China, con todo, sigue siendo un socio clave para la UE, se quiera o no. Y los números así lo dicen. En 2024, el comercio de bienes entre China y la Unión Europea alcanzó un total de 731.100 millones de euros, con un marcado desequilibrio a favor del país asiático: la UE exportó bienes por valor de 213.300 millones, mientras que las importaciones desde China sumaron 517.800 millones de euros. Esto dejó un déficit comercial de más de 304.500 millones de euros para Europa. Aunque las exportaciones europeas cayeron un 4,6 % respecto al año anterior y las importaciones bajaron ligeramente (0,3 %), la tendencia a largo plazo muestra un crecimiento sostenido en ambos sentidos, especialmente en las compras desde China, que se han duplicado en la última década.
Los productos más importados por Europa fueron principalmente equipos tecnológicos: maquinaria eléctrica, dispositivos de telecomunicaciones y ordenadores, con un valor conjunto que superó los 203.600 millones de euros (96.800 millones, 60.900 millones y 45.900 millones, respectivamente). Por su parte, las exportaciones europeas estuvieron dominadas por bienes manufacturados, especialmente maquinaria, vehículos, productos químicos y otros artículos industriales. En cuanto al comercio de servicios, el bloque comunitario mantuvo una balanza positiva con China, registrando un superávit de aproximadamente 21.700 millones de euros, lo que compensó en parte el amplio déficit registrado en bienes.