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Twitter murió, pero su legado es historia: la plataforma cumple 19 años marcada por la inestabilidad y la polémica

Publicado: julio 15, 2025, 12:23 am

Es difícil no pensar en Twitter y sentir cierta nostalgia de lo que fue. Aunque Elon Musk, su actual dueño y señor, afirma que la plataforma es una plaza pública digital, muchos añoran el debate y el diálogo de antes de que se convirtiera en X.

En su lugar, la sensación de los usuarios es que ahora la red social es más bien un nido —sin pajarillo— en el que se enmaraña la polémica, la inestabilidad y la discordia. Un caos que acaba de colocar la guinda del pastel con la salida por sorpresa de la CEO de la compañía, Linda Yaccarino.

Así entró Elon Musk en Twitter

Musk, que llegó a declararse a sí mismo como “un absolutista de la libertad de expresión” durante los inicios del conflicto entre Rusia y Ucrania con relación al bloqueo de información, compró Twitter por unos 44.000 millones de dólares y adquirió el control de una de las redes sociales más grandes del mundo: entró a las oficinas de la compañía lavabo en mano y se proclamó el ‘Chief Twit’.

Pero todo empezó mucho antes del 27 de octubre:

En abril de 2022 el magnate se convirtió en el máximo accionista de la plataforma al adquirir el 9,2% de su capital —concretamente, se hizo con un paquete de 73,5 millones de acciones, dentro de los 800,6 millones de títulos que componen el total de la empresa—.

Han pasado casi tres años desde que Elon Musk completó la compra de Twitter por 44.000 millones de dólares. Bajo su liderazgo, la plataforma ha cambiado de nombre, de logo, de reglas y de enfoque.

Musk empezó su mandato con estas palabras como bandera: “La libertad de expresión es la base de una democracia funcional y Twitter es la plaza pública digital donde se debaten asuntos vitales para el futuro de la humanidad”. Sin embargo, en las primeras 24 horas tras la compra, se detectó un pico en tuits antisemitas y racistas y un aumento de discurso de odio hacia personas negras, musulmanas y transgénero.

Lo de entrar ‘lavabo en mano’ no es una licencia narrativa. Musk literalmente cruzó las puertas de los headquarters de Twitter cargando con uno:

Era, como todo lo que hace el magnate, un gesto intencionado al que acompañó de la frase “let that sink in!”, que quiere decir algo así como “hagamos que cale” y que en inglés es un modismo que significa considerar algo con detenimiento y permitir que se perciba su impacto completo. El ‘tuit’ y la imagen probablemente pretendían comunicar que la adquisición de Twitter por parte de Musk era un acontecimiento serio e importante y que ahora él estaba a cargo.

Lo demostró poco después: en noviembre de 2022, la empresa anunció despidos masivos, dirigidos a los equipos responsables de las comunicaciones, la curación de contenido, los derechos humanos y la ética del aprendizaje automático, entre otros. Las tensiones no tardaron en llegar y la plataforma se inundó del hashtag #RIPTwitter, haciendo alusión a la muerte de la red social.

Durante los siguientes meses Musk se dedicó a cambiar numerosas funciones y normas dentro de la plataforma y en mayo de 2023 dio otro giró radical y nombró a Yaccarino como nueva directora ejecutiva de Twitter. Su objetivo era intentar revertir una caída en los ingresos por publicidad por todas las polémicas que rodeaban a la empresa.

Poco después, en julio, el empresario cambió el nombre de Twitter a X y presentó un nuevo logotipo, generando de nuevo malestar y un ambiente de inestabilidad que no gustó demasiado a los anunciantes, poniendo difícil la tarea de Yaccarino de recuperar las buenas cifras por publicidad.

El discurso de odio en X

El discurso de odio ha corrido como la pólvora en la plataforma desde que Musk tomó el control y abolió las normas relacionadas con la ética en la red social. No solo eliminó los equipos moderadores, sino que además al poco de adquirir la compañía dejó regresar a las cuentas más polémicas, entre ellas a la de Donald Trump, que había sido vetada por los acontecimientos del Capitolio. Un Donald Trump, por cierto, que ahora es su archienemigo, pero al cual asegura haber hecho ganar las elecciones presidenciales, entre otras cosas, gracias a X.

Con todo, muchas marcas internacionales (Disney, Warner, Apple, Coca‑Cola, Uber…) pausaron su publicidad tras quejas sobre contenido antisemita y problemático. Musk respondió calificando las críticas de los anunciantes como parte de “un intento de censura” y prometió acciones legales.

En medio de este panorama ya polémico, llegó la inteligencia artificial. La IA del magnate, bautizada como Grok cuando apareció en noviembre de 2023, se caracteriza por ser políticamente incorrecta, socarrona y punzante.

No ha estado exenta de problemas y controversias, pero la más reciente se produjo solo un día antes de la salida de Yaccarino como CEO: Grok llenó X con antisemitismo y elogió repetidamente a Hitler antes de que se desactivaran sus respuestas.

No ha sido el único bache que ha superado la directora ejecutiva y que ha resonado en cada rincón de Internet. Por ejemplo, en enero del año pasado, X fue inundada con imágenes sexualmente explícitas de Taylor Swift generadas por IA y, a pesar de que la red social prohíbe en su política la publicación de desnudos sin consentimiento de las personas implicadas, tardaron en eliminar los posts que afectaron a la cantante.

Según algunos medios internacionales, la plataforma tiene también serios problemas para gestionar el material de abuso sexual infantil.

De Dorsey a Musk: así han cambiado las cosas en la red social

Twitter fue lanzada el 21 de marzo de 2006 por Jack Dorsey, Noah Glass, Biz Stone y Evan Williams. En un inicio, el proyecto tuvo muchos nombres: Twiiit, Twich, Stat.us… pero, finamente, Noah Glass acabó decantándose por ‘Twttr’ porque imitaba el trinar de un pájaro.

El primer tuit de la historia lo escribió Jack Dorsey y en él se podía leer “Just setting up my twttr”.

Mucho ha llovido desde entonces, especialmente desde que Musk dijo que estaba dispuesto a hacerse con el timón de Twitter “por el futuro de la civilización”.

Probablemente, uno de los cambios que más polémica trajo en los inicios del mandato del nuevo rey fue el tema de las cuentas verificadas.

En la administración anterior a Musk en la red social había dos tipos de cuentas: las verificadas —que eran de personalidades relevantes o representaban a entidades destacadas— y el resto. Se rompió con este sistema y se dejó las etiquetas azules —que durante años eran sinónimo de confianza en una cuenta— para quienes paguen.

Otro cambio significativo fue su giro en la forma de presentar el contenido: en el pasado, Twitter ganó relevancia al ofrecer actualizaciones instantáneas sobre eventos noticiosos clave de fuentes y reporteros de primera mano, pero Musk abandonó esta utilidad, ya que cambió su algoritmo principal de suministro de noticias.

En esta línea, al ser la verificación —el check azul— un elemento de pago, también se ha perdido credulidad en las fuentes.

Así, el timeline cronológico ha quedado relegado en favor del feed ‘Para ti’, con más peso para contenidos virales y de cuentas premium.

El antiguo sistema de verificación fue sustituido por una insignia azul que ahora se compra, perdiendo así el valor que antes otorgaba a periodistas, medios y figuras públicas.

Otra novedad es que se ha limitado el número de ‘tuits’ —ahora llamados ‘posts’— que podrá leer un usuario al día. El propio Musk dijo que era “para abordar los niveles extremos de extracción de datos y manipulación del sistema”.

Los límites técnicos actuales para las cuentas son los siguientes:

  • Mensajes Directos (diarios): el límite es de 500 mensajes enviados por día.
  • Posts: 2400 por día. El límite diario de actualizaciones se subdivide en límites más pequeños con intervalos de media hora. Los Reposts se cuentan como posts.
  • Cambios en el correo electrónico de la cuenta: 4 por hora.
  • Gente que sigues (por día): el límite técnico de seguimiento es de 400 por día. Ten en cuenta que solo se trata de un límite técnico de la cuenta y que hay reglas adicionales que prohíben el seguimiento masivo.
  • Gente que sigues (según la cuenta): si una cuenta ya sigue a otras 5000 cuentas, cualquier nuevo intento de realizar un seguimiento se limitará según los porcentajes específicos de la cuenta.

Por supuesto, el salto de nombre de Twitter a X causó graves daños a la empresa. La obsesión de Musk —y otros— por esta letra del abecedario hizo que, tanto en agosto como en septiembre, perdiera más del 5% de sus usuarios diarios mes a mes.

Con el cambio del nombre, como ya avanzaba un par de párrafos más arriba, vino también un cambio de diseño: se eliminaron elementos clásicos como el botón de ‘tuit’ (ahora ‘post’) o ‘retuit’ (ahora ‘repost’) y todo se volvió negro y monocromático.

Una de las transformaciones más importantes ha sido el nuevo modelo de negocio. Bajo el nombre X Premium, la plataforma ofrece una serie de funciones adicionales diseñadas —según la compañía— para “priorizar las conversaciones de calidad”. Se trata de un servicio de pago opcional con tres niveles diferentes: Básico, Premium y Premium+, cada uno con más prestaciones que el anterior. Por ejemplo, en el caso del escalón superior, se eliminan por completo los anuncios en la plataforma, hay menos límites en Grok, se refuerza la priorización algorítmica y se añaden funciones exclusivas como la búsqueda por radar y la sección de artículos.

Al mismo tiempo que crecía la oferta en los modelos de suscripción, se han limitado muchas funciones básicas para quienes no pagan.

Son muchos los ejemplos de cambio que han convertido al Twitter de siempre en X. Musk ha ido eliminando algunas funciones muy utilizadas por la comunidad. Twitter Circles, que permitía compartir publicaciones solo con un grupo reducido de contactos, fue suprimido. La función de bloqueo ha sido prácticamente desactivada y sustituida por el silencio, una herramienta que se ha demostrado mucho menos efectiva contra el acoso. Se eliminaron también las etiquetas de pronombres en los perfiles, así como la posibilidad de usar avatares con NFT.

Por su parte y pese a las controversias, X ha seguido evolucionando. Se han añadido nuevas funcionalidades, como llamadas de voz y vídeo dentro de la app, la posibilidad de ofrecer contenido bajo suscripción o incluso perfiles profesionales con currículums, en un intento por competir con plataformas como LinkedIn.

La apuesta por el contenido largo ha sido otra de las claves: hoy en día, los usuarios de pago pueden publicar hasta 25.000 caracteres en una sola publicación.

Hay muchos más ejemplos, pero lo que está claro es que Twitter, tal y como lo conocíamos, ya no existe. En su lugar queda una plataforma impulsada por la visión impredecible de uno de los empresarios más polémicos del mundo.

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