Publicado: julio 7, 2025, 4:07 pm
Novak Djokovic salió este lunes airoso de un complicadísimo duelo de octavos de final de Wimbledon ante Alex de Minaur (6-1/4-6/4-6/4-6). Un desastroso primer set hizo temer lo peor a la leyenda que busca su vigesimoquinto grande en la hierba Londinense, el único coloso del Big Three vivo que demostró, una vez más, su capacidad de sufrimiento para derrotar a un gran rival y colarse de nuevo en cuartos, donde se medirá a Flavio Cobolli.
«¡Qué ha ocurrido ahí dentro!» exclamaba una de las empleadas del torneo en uno de los accesos de la Pista Central de Wimbledon. El mismo asombro
compartían las 15.000 almas presenren en la grada que no daban crédito a lo visto, los cientos de periodistas arremolinados en las pantallas de la sala de prensa y los muchísimos que disfrutaban del partido desde The Hill.
Sí, los ojos de ninguno se equivocaban. Alex de Minaur acaba de cerrar el primer set por 6-1, hito nunca logrado por un rival del serbio en el arranque de un partido en esta hierba y solo conseguido por cinco hombres en momentos más avanzados del partido: Nadal —dos veces—, Sam Querrey, Roger Federer, presente hoy en el ‘Royal Box’, y Carlos Alcaraz
Completamente desorientado, ido, empezó Nole su duelo de octavos de final. Cuatro dobles faltas, 16 errores no forzados y menos de un 50% de primeros servicios explican una pájara que le costó el set por la vía rápida. Solo se anotó un set al servicio, en el resto, más que jugador, fue espectador de su propia debacle.
El arranque del segundo set pareció despertar a la bestia. Break inicial y… espejismo. 19 minutos peleó con De Miñaur para confirmarlo, pero al final cayó del lado del australiano. El tenis de Djokovic mejoraba sensiblemente, el de su oponente se mantenía firme. Así, la pelea se tornó un infierno para ambos, incapaces de sostener el turno de servicio. Más aguante tuvo Nole capaz de llegar al 4-5 y cerrar el set, eso sí, con más sufrimiento. Dos veces probó el suelo en subidas a la red que Alex resolvió con buenas derechas al ángulo. A la tercera, el globo del australiano se fue alto y Djokovic celebró santiguándose en un aspaviento. Poco después confirmaría el empate anotándose un set que celebró con un grito desgarrado.
Iniciaba así un nuevo partido —esta vez al mejor de tres sets— casi una hora y media después. Era el momento de regresar a la normalidad, de dejar a ambos encauzar su tenis por la vía de la cordura. Lo hicieron. Ambos serios en sus servicios, con un De Miñaur cada vez menos capaz de pillar a Djokovic con pelotas a las esquinas de los cuadros de saque, mantuvieron el pulso hasta el 4-4. Luego, el mejor de todos los tiempos rompió el saque de su oponente en el momento de la verdad y repitió el tanteo del set previo para quedarse a un paso de los cuartos.
De Miñaur perdía fuelle, el tenista australiano con raíces españolas que acostumbra a coquetear con el top-10 demostraba, a pesar de su esfuerzo, estar aún un par de escalones por debajo de los más grandes del mundo. Solo un tenis perfecto podía hacerle de salvavidas en la tempestad ahora sí propuesta por un Djokovic entonado.
Pocos deportes dan pie a guiones tan enrevesados como los que escribe el tenis. Si no, que se lo digan a un Alex de Miñaur que de pronto, en su momento de mayor debilidad, se vio con 3-0 en el marcador a las primeras de cambio en un set que necesitaba anotarse para seguir con vida en el partido. Tan feliz fue el inicio como truculento el final. Nole, quejumbroso en sus gestos en cada paso por la silla, rompió en el 3-4 e igualó a continuación. Fue el momento en el que todos dieron por muerto a De Miñaur, quizás también se dio por muerto él mismo, pues ya no volvería a sumar un solo juego al marcador antes de despedirse de la Pista Central.
Djokovic, tras su victoria más sufrida, descansará este martes para volver a la acción el miércoles, ante Cobolli, en busca de la semifinal donde presumiblemente esperará Jannik Sinner.