Publicado: junio 7, 2025, 6:23 am
En Ucrania y Gaza continúan sumándose víctimas diarias en dos guerras que amenazan con perpetuarse mientras en Washington, a donde todo el mundo mira en espera de una solución pacífica, el hombre más poderoso del mundo, el que tiene en sus manos los resortes para la paz, y el más acaudalado del planeta, pasan de la noche al día de darse abrazos y compartir poder a pelearse igual que niños malos en un recreo del colegio. Todo ha sido más rápido que un abrir y cerrar los ojos, Igual que dos rivales de taberna.
Donald Trump, que está predestinado a protagonizar escándalos entronizado en el poder que proporciona sentarse a gobernar urbi et orbi en el despacho Oval de la Casa Blanca, y Elon Musk, el esperpéntico personaje que acumula dólares como si se tratase de calderilla, iniciaron en enero una asociación entre amigos para repartirse las prebendas que proporciona el gobierno de los Estados Unidos y, de paso, sobre los más de nueve mil millones de habitantes que poblamos la tierra, pero ya han acabado tarifando. Y cómo, sólo les falta echarse las manos.
Musk ha dicho que Trump ganó las elecciones gracias a él, que puso sus caudales en el empeño, e incluso le acusó abiertamente de ser cliente de un promotor muy conocido de las bacanales sexuales de Jeffrey Epstein donde aseguró incluso que fue donde conoció a Melania, actual primera dama, como el que no quiere la cosa añadió que a él las decisiones políticas cuando compartía gobierno con él le habían ocasionado pérdidas de unos treinta y cuatro millones… de dólares, claro. El esperpéntico presidente elegido por los votantes norteamericanos no se quedó en silencio, ¡bueno es él para oír y callar!
Trump reaccionó con adjetivos de bulto sobre su recién inaugurado enemigo y parece que contempla desprenderse de su TESLA personal, la marca de coches que es uno de los negocios más prometedores de su recién estrenado enemigo que ha caído en picado tanto en su venta nacional como internacional como consecuencia de los vaivenes de los aranceles con los que en mandatario se entretiene. La red social X, con la que Musk, su propietario, intenta influir en la opinión pública internacional también parece que ha perdido credibilidad e influencia.
En fin, mezclar política con negocios siempre es deleznable, pero tratándose de un escándalo de estas magnitudes cobra dimensiones sin precedente. Se trata sin lugar a dudas del peor ejemplo que cabe imaginar para que ética, honradez y confianza que las generaciones presentes y futuras necesitan para que la democracia continúa garantizando la libertad y el sueño de la igualdad.
