Publicado: mayo 1, 2025, 2:23 am
Pasan los días y los apagones y la foto de Zelenski y Trump sentados frente a frente en el Vaticano sigue viva: se están confesando, pero no está claro quién confiesa a quién.
Pasan los días sin saber nada, todo son impresiones y conjeturas, conjuras y conspiraciones. Al no haber realidades, ni información ni certezas todo va y viene en su veloz nadería. Por eso esa imagen aguanta las horas y los días, porque parece creada por una IA voluntariosa, que va a favor de la paz, al menos de la paz en Ucrania.
En esa foto ambos líderes están en postura de recogimiento, concentrados en sí mismos, no hay alaridos ni exabruptos como en la emboscada que le prepararon, o salió improvisada, a Zelenski en la Casa Blanca hace unos días, una eternidad.
Quizá la contención y la intimidad venían del respeto al momento, el funeral oficial por un Papa de Roma, Francisco I. No hubiera sido apropiado ponerse a gritar. Despumes de esa confesión en el Vaticano Trump dijo que no veía que Putin apostara por la paz. Después de esa foto, en pleno apagón de la península Ibérica, Putin declaró una tregua para unos días de mayo, aunque tiene poca credibilidad. En ese momento, en el lunes negro eléctrico español y portugués, muchas personas sospechaban que Putin estaba detrás del corte de luz. Otras pensaban que venía de Trump: la voladura de los gasoductos Nordstream no se ha aclarado y nadie ha reivindicado su autoría. Como casi todo lo que ocurre permanece en las sombras.
Del apagón tampoco se sabe nada. Expertos explican que el sistema eléctrico registra todo lo que ocurre al segundo, y que se sabrá exactamente qué pasó, pero el tiempo para verificar las causas del fallo no se corresponde con esa precisión, así que se prolonga, también en este fallo, la incertidumbre, la inquietud y las explicaciones alternativas.
Zelenski y Trump siguen en la foto del Vaticano, sepelio de un Papa de Roma, máximo nivel de solemnidad y alerta mundial, coincide el caos con la etiqueta de despedida, un ritual de la máxima audiencia en el sitio más lujoso que existe.
Que el vicepresidente Vance, convertido al catolicismo, fuera el último dignatario que se vio con el Papa, es un dato de también planea sobre la foto icónica: Trump y Zelenski bajo la cúpula del trueno. La tentación de decir que el Papa difunto, sin duda resucitado según la doctrina de la Iglesia, unió a estos dos mandatarios para propiciar el acuerdo es demasiado evidente. Sería el último servicio del Papa a la paz.
La foto sigue viva, al menos mientras sigue el mayor espectáculo del mundo, que es la elección de un papa en Roma. El secreto, la prolongación en el tiempo del proceso, los colores, el entorno, la expectación…
En un mundo en que todo es misterioso y transcurre bajo siete llaves, en el que apenas se sabe nada de la realidad, la elección del sucesor de San Pedro es el clímax de la especulación y el suspense. Los demás poderes deben mantener la apariencia de cierta claridad, o por lo menos declarar que tal o cual asunto es secreto de Estado, o simplemente disimular y fingir (reunirse en secreto ante todo el mundo y cuchichear, quizá tapándose la boca como hacen los ministros y ministras en los parlamentos o los entrenadores de fútbol en el césped).
En un mundo que finge transparencia mientras oculta todo la elección de un Papa es justo lo contrario, la consagración del sigilo, y por eso es tan atractiva la ceremonia y sus rituales del misterio que en definitiva remite a lo más alto, pues es el Espíritu Santo el que inspira a los cardenales el nombre del próximo Papa.
El momento histórico del funeral que propició la foto de Trump y Zelenski, indisociable de la elección del siguiente Papa, le da a la imagen toda la fuerza moral y visual (es lo mismo) para que de ese instante saliera el acuerdo de paz. El gran ausente es Putin, que por su brutal invasión y por sus crímenes no pudo acudir al gran evento ni salir de sus búnkeres.