Publicado: abril 25, 2025, 5:17 am
Cuando ya íbamos palmando, hubo un momento en que las cámaras enfocaron a Caparrós, y sentí un deseo irrefrenable de abrazarlo. De haber estado en el campo, cerca de él, le habría arrimado un caldo caliente y una mantita. Este hombre, pensé, con todo lo que lleva encima, ¿realmente tiene necesidad de esto? Claro que nada se puede hacer contra la enfermedad sevillista, esa jodida patología que le lleva a uno, por ejemplo, a sacrificar una tarde estupenda de jueves para trasegar caracoles y cervezas por una nueva jornada de fatiguita liguera. Con el fallecimiento del Santo Padre y el inminente cónclave vaticano, los purpurados están de moda. Lo más cercano, cromáticamente hablando, a los purpurados de la Iglesia en… Ver Más