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Hemos visitado el mercado de falsificaciones de Shenzhen: China está a otro nivel cuando se trata de copiar otros productos

Publicado: abril 20, 2025, 12:24 am

Hemos visitado el mercado de falsificaciones de Shenzhen: China está a otro nivel cuando se trata de copiar otros productos

La primera (y única vez) que fui a Dubái me dio se la sensación de estar visitando un decorado. Es una ciudad que ha crecido a pasos agigantados y que, en cuestión de unos años, ha pasado de ser desierto a una metrópolis de edificios cuya altura roza lo absurdo. En Shenzhen me ocurrió exactamente lo mismo.

Es una ciudad que hace 40 años era poco más que una villa pesquera que vivía de la bahía y donde residían 310.000 personas. Entonces llegó Deng Xiaoping, ex presidente de la Comisión Militar Central de la República Popular China, y convirtió Shenzhen en una Zona Económica Especial, es decir, en una zona con beneficios fiscales y regulatorios diseñada para atraer inversión extranjera. Y Shenzhen explotó.

Shenzhen ha pasado de ser una villa pesquera al Silicon Valley chino en apenas 40 años | Imagen: Xataka

Shenzhen ha pasado de ser una villa pesquera al Silicon Valley chino en apenas 40 años | Imagen: Xataka

Hoy Shenzhen es considerada el Silicon Valley chino. Es una de las ciudades más ricas del país, tiene más de 23 millones de habitantes y como Dubái, huele a dinero. Pero de la misma forma que si te adentras en la vieja Dubái encontrarás los zocos y las tiendas de especias, basta con darse una vuelta por Shenzhen para descubrir Huaqiangbei, un área al norte muy importante dedicada a la venta y fabricación de productos electrónicos. Es allí donde encontramos el HQ-Mart, el centro comercial de electrónica más grande de la ciudad y uno de los mercados de falsificaciones más espectaculares que hemos visto.

De iPhone a Dyson y tiro porque me toca

Entrada del HQ-Mart | Imagen: Xataka

Entrada del HQ-Mart | Imagen: Xataka

El HQ-Mart es un mamotreto de edificio que abarca 150.000 metros cuadrados, aloja más de 12.000 tiendas y tiene más de seis plantas. Verlo de principio a fin es imposible en un día y salir de allí totalmente mareado algo bastante probable. Por fuera parece un centro comercial al uso, pero cuando te adentras en el edificio y afinas la mirada te das cuenta de que muchas, muchas cosas no son lo que parecen.

Los productos están divididos por plantas. Las cuatro primeras están enfocadas al público minorista, mientras que las tres últimas tienen un aire más profesional para la compra al por mayor. La sensación es la de estar en un enorme mercadillo o una feria con incontables violaciones de la propiedad intelectual. Nada más entrar nos encontramos unas mochilas con pantallas LED reproduciendo imágenes de Pikachu que harían cabrear a cierta compañía japonesa que empieza por «Ninten» y acaba por «do». Y eso es nada más entrar.

100% reales no fake | Imagen: Xataka

100% reales no fake | Imagen: Xataka

Hay tiendas oficiales o que al menos no venden falsificaciones, como una tienda de Huawei, una con productos de Harman y JBL, una tienda de Xiaomi y otra de DJI. Lo cual es super curioso, porque basta con subir una o dos plantas para encontrarnos lo que se puede ver en la imagen superior: imitaciones de los drones DJI. Aunque puede ser interesante entrar en las tiendas y ver qué hay, lo realmente jugoso se encuentra fuera, en los pasillos, donde hay infinitos puestos pequeños con productos de lo más variopintos.

Durante nuestro paseo encontramos de todo, pero los productos estrella eran tres: los iPhone, las falsificaciones de Dyson y los relojes inteligentes. También había auriculares de todos los tipos y colores, pero los AirPods Max falsos eran, sin duda, los que más llamaban la atención. En mano la sensación era prácticamente idéntica y la caja, a simple vista, prácticamente indistinguible de los reales.

Esa marca Dyson de la que usted habla... | Imagen: Xataka

Esa marca Dyson de la que usted habla… | Imagen: Xataka

Me acerqué a curiosear a una de las tropecientas tiendas que vendían imitaciones de Dyson y pregunté por el precio. Aquí pasa una cosa, y es que yo no hablo chino y los comerciantes no hablan en inglés. La comunicación se hace a través de una calculadora en la que ellos ponen un precio, tú le pones otro y a ver quién llega más lejos. Un truco: para convertir yuanes a euros lo más rápido es dividir el precio entre ocho. Yo me propuse llegar hasta el final, aun sabiendo que no iba a comprar nada.

Los hay en todos lados | Imagen: Xataka

Los hay en todos lados | Imagen: Xataka

El secador Dyson Supersonic original cuesta alrededor de 400 euros. La imitación conseguí que me la dejasen por el equivalente a unos 20 y tantos euros. Y no me costó en exceso, por lo que seguro que de haber pinchado un poco más podría haber conseguido un precio más bajo. Lo más curioso es que, una vez acordamos un precio, la comerciante me preguntó cuántos me quería llevar. Me quedé a cuadros, ¿cómo que «cuántos?» En cualquier caso, me inventé una excusa cualquiera y me fui sin comprar nada.

El típico Mac con Windows 10 | Imagen: Xataka

El típico Mac con Windows 10 | Imagen: Xataka

Poco más adelante encontré una tienda que vendía ordenadores Mac. A simple vista eran unos Mac convencionales de toda la vida, modelos antiguos. Nada fuera de lo normal, salvo por un detalle: uno tenía Windows 10 y hasta donde pude probar, no era una máquina virtual. Es una de las falsificaciones más espectaculares que he visto en mucho tiempo junto al Apple Watch Ultra de mentira que encontré un par de puestos más adelante. A simple vista era exactamente igual que el original, aunque al tacto era mucho peor y el software era un RTOS genérico que poco o nada tenía que ver con watchOS.

Por fuera es idéntico, pero al encenderlo se descubre el percal | Imagen: Xataka

Por fuera es idéntico, pero al encenderlo se descubre el percal | Imagen: Xataka

No podían faltar las consolas portátiles, entre ellas la R36S, clon de la Anbernic RG353VS. La vi en prácticamente todos los puestos de electrónica ya cargada con un puñado de juegos. Me llamó muchísimo la atención que los comerciantes presumieran de que venía con muchos juegos sabiendo yo que sin ser la emulación ilegal, las copias de los juegos eran de todo, menos legítimas.

Por último, y antes de pasar al otro mercado que visité, hicimos una parada técnica en la «Apple Store» del HQ-Mart. La tienda imitaba a las Apple Store convencionales, pero el texto de fuera y el deteriorado logo ya daban pistas de que oficial, lo que se dice oficial, no era. Probé un iPad mini y los iPhone que había en su interior y, con la mano en el corazón, no sabría decir si eran falsos o no. Tenían iOS, funcionaban como un iPhone, todo igual, pero la sensación en mano era extraña. Si era una falsificación, era la mejor que he visto en mi vida.

Spoiler: no es una Apple Store | Imagen: Xataka

Spoiler: no es una Apple Store | Imagen: Xataka

La tipografía que hizo llorar a Jony Ive | Imagen: Xataka

La tipografía que hizo llorar a Jony Ive | Imagen: Xataka

Esta fue la tónica habitual durante la visita al mercado. Había tiendas, objetos y productos que parecían totalmente legítimos, pero la cercanía de las tiendas con productos verdaderos a las tiendas con productos falsos te hace dudar. Llega un punto en el que no sabes qué estás tocando. Estoy seguro de que visitar este sitio con un local que conozca las tiendas tiene que ser algo totalmente diferente.

Las falsificaciones de ropa, otro mundo

Si las falsificaciones de electrónica eran espectaculares, las de ropa lo eran todavía más. Uno de los epicentros de estos productos es el Luohu Commercial City, un centro comercial enorme (como todo en Shenzhen, realmente) donde las falsificaciones no están (tan) a simple vista. Lamento no tener fotos de los productos ni de los pasillos. Si en HQ-Mart no parecía haber reparos en sacar la cámara y hacer fotos, en este centro comercial la cosa se sentía algo distinta. La palabra que usaría es «turbia».

Interior del centro comercial | Imagen: Xataka

Interior del centro comercial | Imagen: Xataka

Este centro comercial tiene muchísimas tiendas de ropa. Podemos encontrar desde bolsos y monederos hasta camisetas, gafas de sol, pantalones, zapatillas, lo que quieras. No todo es falso, pero mucho sí. Algunos comerciantes tienen expuestas ciertas falsificaciones en el exterior, como unos calcetines Balenciaga o una camiseta de Polo Ralph Lauren, pero no tardé en darme cuenta de que había puestos cerrados con llave y tapados con cortinas, pero con gente dentro. Las personas, turistas en su mayoría, solo entraban en ellos acompañados del dueño de la tienda. Y yo no me iba de allí sin entrar en uno.

No me costó mucho. Una mujer se acercó para preguntar qué buscaba y le dije que un bolso, así que me dijo que la acompañase a su tienda. Una de esas tapadas, sí. Abrió la puerta y al entrar me encontré una boutique de falsificaciones como no había visto nunca. Y será, seguramente, una de las tantísimas que habrá por allí. Ofrecieron asiento y sacaron, atención, los catálogos.

Bolso Speedy 20 con bandolera de Louis Vuitton. Su precio es de 2.350 euros y tuve uno exactamente igual en la mano dentro de esta tienda | Imagen: Louis Vuitton

Bolso Speedy 20 con bandolera de Louis Vuitton. Su precio es de 2.350 euros. Yo tuve uno exactamente igual en la mano dentro de esta tienda | Imagen: Louis Vuitton

Tenían de todo: Celine, Prada, Burberry, Louis Vuitton, colecciones nuevas, colecciones antiguas, todo ordenado en un catálogo de aspecto relativamente profesional y con referencias a los productos reales. Algunos los tenían en la tienda, pero otros los tenían en un almacén cercano, así que si el que querías no estaba allí, iban y te lo traían.

Al tacto, los productos se sentían demasiado bien. Imagino que alguien acostumbrado a productos de lujo sería capaz de encontrarle las costuras, pero yo solo sabría decir que algunos productos eran falsos por lo exagerado de algunos estampados. Tuve en la mano una cartera de Burberry que si me dices que es real, me lo creo sin lugar a dudas.

Sabiendo, de nuevo, que no iba a comprar nada y que solo quería ver hasta donde llegaba el asunto, comenzó el regateo de precios. Por un bolso Louis Vuitton pedían 800 yuanes, unos 120 euros al cambio, y por una cartera Burberry 600 yuanes, unos 70 euros. Tras un largo intercambio de calculadoras acabé por ofrecer 480 yuanes (57 euros) por los dos productos. La comerciante, indignada, recogió todo, se levantó y dijo que no, así que me fui.

Camiseta Agaicnelab Oversize Fit para hombre de Balenciaga. Su precio es de 650 euros. La vi en más de una y en más de dos tiendas de este centro comercial expuesta a simple vista | Imagen: Balenciaga

Camiseta Agaicnelab Oversize Fit para hombre de Balenciaga. Su precio es de 650 euros. La vi en más de una y en más de dos tiendas de este centro comercial expuesta a simple vista | Imagen: Balenciaga

Fue poner un pie fuera de la tienda y la misma mujer que me invitó a entrar empezó a perseguirme hasta la salida. Hablaba algo de inglés, lo suficiente para seguir regateando al alza. Fue demencial que me persiguiera hasta prácticamente la puerta del centro comercial, todo para acabar aceptando a regañadientes los 480 yuanes que le había ofrecido por las dos falsificaciones. Para nada, por supuesto.

Un dato curioso: antes de irme me percaté de que había algunos comerciantes escondiendo las falsificaciones que tenían a simple vista. El motivo era que había un señor de avanzada edad con una acreditación en el pecho paseando por los pasillos. Daba la impresión de ser una suerte de responsable o encargado de revisar que no hubiera nada fuera de lo normal a la venta, pero la realidad es la que es.

Los superfakes

El HQ-Mart desde arriba | Imagen: Xataka

El HQ-Mart desde arriba | Imagen: Xataka

Según la OCDE, la falsificación de la industria del lujo cuesta entre 50 y 60.000 millones de euros al año a nivel global. Las falsificaciones de bolsos, carteras, ropa, etc., representan alrededor del 60% del mercado de las falsificaciones, un mercado que en 2019 ascendía a 464.000 millones de dólares, un 2,5% del comercio global. Es el equivalente al PIB de países como Bélgica o Austria. Sin embargo, la realidad es que las falsificaciones existen y, de alguna manera, este tipo de lugares tienen cierto aura de atracción turística. No recuerdo ver a muchos locales comprando en los mercados que visité.

Los aranceles de Donald Trump a China han hecho que las falsificaciones obtengan todavía más visibilidad, sobre todo en redes como TikTok. Las redes se han llenado de comerciantes chinos vendiendo sus productos, imitaciones idénticas a los modelos originales, a precio mucho más bajos. Son los llamados «superfakes», imitaciones no solo del modelo, sino de sus materiales y acabados, y todo un desafío para la industria.

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Imagen de portada | Xataka

En Xataka | En Galicia, la Guardia Civil ha desmontado una peculiar red de productos falsificados: taladros

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La noticia

Hemos visitado el mercado de falsificaciones de Shenzhen: China está a otro nivel cuando se trata de copiar otros productos

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Jose García

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