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Yuriko Koike, gobernadora de Tokio: «Este siglo de megaciudades requiere de más multilateralismo urbano»

Publicado: septiembre 7, 2025, 3:54 am

El imponente edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio ofrece una de las vistas panorámicas más espectaculares de la capital nipona, por eso en su vestíbulo se mezclan turistas chancleteros con funcionarios trajeados. Ahí arriba, Yuriko Koike (Ashiya, 1952) contempla una responsabilidad que cubre 13.500 kilómetros cuadrados y 41 millones de vidas. A lo largo de sus treinta años de trayectoria no solo ha llegado alto, también la primera: la primera ministra de Defensa, la primera candidata a la jefatura del Gobierno y la primera gobernadora de Tokio, cargo que ocupa desde hace una década y que ha revalidado en tres ocasiones. Así, Koike ha hecho de su género anécdota, convertida en una de las figuras fundamentales de la política contemporánea nipona. En la sala de reuniones adyacente a su despacho recibe a ABC para compartir, con tiempo y contenido ajustados, su perspectiva sobre Tokio y el país circundante.

–En julio, Japón celebró elecciones a la Cámara Alta. El Partido Liberal Democrático perdió su mayoría, como ya hiciera en la Cámara Baja en octubre del año pasado. ¿Está el país adentrándose en una nueva etapa de inestabilidad institucional?

–En primer lugar, permítame afirmar que yo soy responsable del Gobierno de Tokio, y usted se refiere al Gobierno nacional. De todos modos, sí, hay muchos cambios en marcha en muchos países alrededor del mundo y he estado prestando atención a estos cambios.

–¿Da por cerrada su etapa en la política nacional?

–Ahora mismo soy la gobernadora de Tokio y asumí este cargo con intención. Eso es todo lo que puedo decir.

–Usted ha sido la primera mujer en hacer casi todo lo que ha hecho. ¿Cómo describiría la situación actual de Japón en materia de igualdad de género, y qué pasos son necesarios para seguir avanzando?

–El Foro Económico Mundial publica una lista cada año, y en su última edición estamos en el puesto 118 de entre 148 países y regiones. En términos de la participación de las mujeres en la sociedad, esta posición se ha mantenido con respecto al curso anterior, lo que es una decepción. Aquí en el Gobierno Metropolitano de Tokio tenemos varios consejos y mecanismos de consulta, y he tratado de animar a más mujeres a involucrarse en ellos. En 2016 las mujeres representaban un 27,6% de los participantes, mientras que ahora son el 47,2% y esperamos llegar pronto al 50%. Necesitamos más liderazgo femenino. Para ello tenemos una organización, llamada ‘Vision Network’, que trata de aumentar el número de mujeres alcaldes y gobernadoras a nivel municipal. En 2019 había 36 y ahora ese número se ha doblado. Sin embargo, todavía tenemos un largo camino por delante, pues hay casi 1.700 municipalidades [ríe]. Es una maratón que solo acabamos de empezar.

–¿Ser mujer ha supuesto una desventaja en su carrera política?

–Supongo que no presto mucha atención al hecho de ser mujer. Otros, en cambio, sí lo hacen. De todos modos, espero que en este país y en esta región más mujeres puedan desempeñar un papel central para que la perspectiva femenina pueda verse reflejada en las medidas que implementamos.

–Tokio representa una gran urbe global. Como gobernadora, ¿cuáles son sus prioridades para asegurar que la ciudad continúa siendo a la vez competitiva y habitable frente al cambio climático, la evolución demográfica y otros retos urbanos?

–Sí, creo que hay muchos retos, pero también creo que estamos viviendo lo que podría llamarse un «siglo urbano», con grandes megaciudades en crecimiento. En ese sentido, las zonas urbanas afrontamos problemas comunes, como el medio ambiente, la educación y la atención médica, que son preocupaciones compartidas en todo el mundo. Si vemos lo que está ocurriendo actualmente, con inundaciones en Tailandia o el tsunami reciente, la pregunta es: ¿Cómo pueden las ciudades resistir ante este tipo de desastres? Por eso, desde Tokio estamos trabajando para fortalecer la resiliencia de la ciudad frente a este tipo de fenómenos, mediante el Proyecto de Prevención de Desastres Urbanos y Reforzamiento de la Resiliencia, con el objetivo de prepararnos de forma integral.

Cuando fui ministra de Medio Ambiente, participé personalmente en varias conferencias internacionales sobre cambio climático. Sin embargo, lo que a menudo presenciaba en esas conferencias y en las negociaciones entre Estados era una especie de juego de poder, en el que resultaba difícil llegar a acuerdos concretos, como demuestra la división persistente entre el Norte y el Sur Global. Mientras tanto, en la vida real, vemos cómo las inundaciones afectan a personas en todo el mundo, cómo pierden sus hogares, cómo sus vidas se ven gravemente alteradas por estos eventos. Ante esa realidad, creo que es mucho más práctico fomentar la cooperación directa entre ciudades: compartir información, intercambiar tecnologías y aprender unos de otros. A eso lo llamamos multilateralismo urbano, una colaboración activa entre ciudades y regiones.

–A finales de julio, el país activó la alerta de tsunami tras el terremoto de Kamchatka, aunque por suerte el oleaje no resultó tan destructivo como se temía en un primer momento. ¿Esta experiencia demuestra que la preparación ha mejorado tras el terremoto de 2011?

Tokio no estuvo muy afectada por el tsunami, aunque algunas islas bajo su jurisdicción sí. En esta ocasión, activamos de inmediato el centro de respuesta de emergencias y, como resultado, no sufrimos daños importantes. Pudimos aplicar muchas de las lecciones aprendidas en el desastre de 2011. En particular, las personas que viven en ciudades de la costa lograron evacuar rápidamente hacia zonas elevadas, esa fue precisamente una de las lecciones clave.

–Después de toda una vida dedicada a la política, ¿de qué logro está más orgullosa?

–Siempre he intentado emplear la creatividad para llevar a cabo proyectos o iniciativas que logren cambiar la percepción y la mentalidad colectiva. Por ejemplo, cuando fui ministra de Medio Ambiente, lanzamos una campaña nacional para promover que, en lugar de usar corbata, la gente comenzara a vestirse con ropa ligera para hacer frente al calor. Esta iniciativa tenía una base científica: cuando las personas se descubren el cuello, los brazos y las piernas, tienden a sentir una temperatura 1,5 grados inferior. A esto lo llamamos ‘Cool Asia’, fue en el año 2006.

Koike se acerca a la ventana y regresa a la mesa portando una fotografía de dicha cumbre. A su lado aparece sonriente Wang Yi, hoy ministro de Exteriores chino y entonces embajador en Tokio. La gobernadora abandona de pronto el japonés en favor de un inglés impecable, haciendo gala de su cosmopolitismo mientras prosigue con su explicación.

–En 2005 inicié la campaña ‘Cool Biz’, y al año siguiente invité a numerosos embajadores de países asiáticos donde el clima es similar, altas temperaturas y humedad. Todos portamos nuestras respectivas vestimentas tradicionales propias, no tenemos por qué seguir el modelo occidental. Esto fue una medida contra el cambio climático que no requirió presupuesto alguno. Fue un cambio de mentalidad, pero respaldado por datos científicos y acompañado de sistemas y regulaciones. Es un ejemplo de lo que todavía hoy trato de hacer.

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