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Xi Jinping aprovecha la ausencia de Trump en el foro de Asia-Pacífico para que China ocupe el espacio dejado por EE.UU. en su repliegue mundial

Publicado: noviembre 1, 2025, 9:24 am

La inesperada ausencia de Donald Trump ha convertido a Xi Jinping en el protagonista indiscutible del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), clausurado este sábado en la ciudad surcoreana de Gyeongju. Un episodio que ilustra a la perfección la dinámica imperante en la geopolítica global desde que el presidente estadounidense regresara a la Casa Blanca.

A medida que Estados Unidos se retira del orden internacional que creó y que durante décadas ha liderado, China aprovecha para tratar de posicionarse en ese espacio vacío, pese a la contradicción esencial con sus prácticas políticas y comerciales.

Durante su intervención inaugural, Xi propuso un plan de cinco puntos para «practicar un multilateralismo auténtico» y «construir la comunidad de Asia-Pacífico». ¿El objetivo? Alcanzar una «globalización inclusiva». Una concatenación de sintagmas que lleva, implícita, la oposición a Estados Unidos, cuyo asiento ocupaba el secretario del Tesoro, Scott Bessent.

«Cambios sin precedentes en un siglo se están acelerando en todo el mundo […]. Cuando más bravas sean las aguas, más unidos debemos mantenernos«, sentenciaba el líder chino. Este ya recurrió a la metáfora náutica durante su esperado encuentro del pasado jueves con Trump. La perspectiva de un gran acuerdo comercial quedó reducida a un apaño circunstancial que, eso sí, rectifica la dinámica de confrontación. Así, con el principal compromiso solventado –por ahora–, Xi pudo volcar su atención en otros participantes: la japonesa Sanae Takaichi, el tailandés Anutin Charnvirakul y el canadiense Mark Carney.

Trump, entretanto, desdeñaba el foro regional para repartir caramelos en la fiesta de Halloween celebrada en la Casa Blanca. «Los calendarios no siempre se alinean», aducía un miembro de su delegación. El estadounidense ha limitado su gira asiática a una perspectiva bilateral, forzando a sus principales aliados en la región, Japón y Corea del Sur a aceptar –sonrientes– nuevos acuerdos comerciales de marcado carácter desproporcional.

Uno y otro realizarán inversiones en proyectos estadounidenses por valor de 550.000 y 350.000 millones de dólares (475.000 y 302.000 millones de euros), respectivamente, a cambio de aranceles del 15%. «A corto plazo este tipo de acuerdos serán beneficiosos para EE.UU., pero a largo plazo harán mucho daño», comentaba Ian Bremmer, fundador y presidente de la consultora de riesgo político Eurasia, en una entrevista reciente con ABC.

Nuevos y viejos retos

Xi, por contraposición, se ha presentado en la cumbre como supuesto paladín del libre comercio. En su discurso durante la sesión con representantes de empresas multinacionales, aseguró que China puede ofrecer crecimiento económico, plataformas de innovación, compromiso medioambiental y un entorno amable a los negocios. En resumen: «Invertir en China es invertir en el futuro», sentenció.

Los países participantes, al fin y al cabo vecinos del gigante asiático, no son ajenos a la realidad más allá de las palabras, por eso muchas de las reuniones han conllevado su consiguiente lectura de agravios. Pero la novedad reside en que, ante la retirada de EE.UU. de instituciones internacionales, a China le basta con ofrecer una alternativa, no necesariamente equitativa, ni siquiera estable: tan solo presente.

Buen ejemplo de ello es la propuesta de Xi de crear una Organización Mundial de Cooperación Internacional en Inteligencia Artificial, que asegure que esta tecnología represente «un bien público para la comunidad internacional». «La inteligencia artificial tiene una gran importancia para el desarrollo futuro y debe crearse en beneficio de las personas de todos los países y regiones», ha señalado, en declaraciones recogidas por la agencia oficial de noticias Xinhua. Esta iniciativa colisiona con la reiterada oposición de EE.UU. a crear una agencia reguladora global sobre esta materia.

El reto resulta tan novedoso como colosal, no en vano Nvidia se convertía estos días en la primera empresa en rebasar los 5 billones de dólares (4,3 billones de euros) de valoración. Otros, igualmente colosales, son más antiguos. Mientras Xi mantenía una bilateral con el presidente surcoreano Lee Jae-myung para departir, entre otras cuestiones, sobre la desnuclearización de la península, Corea del Norte aseguraba por boca de su viceministro de Exteriores, Pak Myong-ho, que tal empeño no es más que una «quimera». Kim Jong-un ya rechazó los reiterados acercamientos de Trump mediante el disparo de un misil de crucero a su llegada a Corea del Sur.

Como las complicaciones nunca escasean, por los pasillos del Centro Internacional de Convenciones Hwabaek de Gyeongju paseaba también el delegado taiwanés, Lin Hsin-i, quien ha podido charlar tanto con Bessent como con Takaichi.

Visiones alejadas

El Foro APEC, fundado en 1989 para promover la apertura comercial, la integración económica y el desarrollo sostenible, agrupa a 21 países que representan casi un 60% del PIB mundial. Sus decisiones se toman por consenso, lo que complica el proceso negociador. Las cumbres de 2018 y 2019, durante el primer mandato de Trump, concluyeron sin declaración conjunta. En esta ocasión, sin embargo, los miembros han logrado fraguar la Declaración de Gyeongju, la cual por primera vez destaca la importancia de las «industrias culturales y creativas».

No es la única novedad. Desde 2021, todos los documentos se habían comprometido con «un sistema de comercio multilateral basado en normas, con la Organización Mundial del Comercio en su núcleo», una proclama cada vez más ajena a la doctrina trumpista y en esta ocasión omitida, evidencia de divergencias crecientes.

Este texto concluye el Foro APEC de Gyeongju y Lee, su anfitrión, pasará el testigo a Xi, pues la próxima edición ya tiene destino, la ciudad china de Shenzhen, pero protagonista todavía no.

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