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Vuelve el pelotón de fusilamiento: EE.UU. ajusticia a un reo con un método de otra época

Publicado: marzo 7, 2025, 11:16 pm

El pelotón de fusilamiento, un método de impartir justicia propio de otros tiempos, ha regresado a EE.UU. Brad Sigmon, de 67 años, ha sido ajusticiado a tiros a las seis de la tarde del viernes (medianoche en España) en una cárcel de la capital de este estado sureño. Fue condenado a muerte en 2001 por un crimen horrendo. Mató a los padres de su expareja con un bate de béisbol. Los investigadores determinaron que cada una de las víctimas estaba en cuartos diferentes y que Sigmon fue yendo de uno a otro a darles palizas hasta acabar con ellos. Después secuestró a la que fue su novia a punta de pistola. Ella se escapó y él trató, sin éxito, de matarla a tiros. «Yo no podía tenerla y no iba a dejar que nadie más la tuviera», dijo entonces.

Dos horas antes de la ejecución, el Tribunal Supremo de Carolina del Sur rechazó el último intento de la defensa de Sigmon para evitar su ajusticiamiento.

El estruendo de un pelotón de fusilamiento no había sonado en EE.UU. en los últimos quince años. Es una rareza que apenas ha sobrevivido en Utah, un estado con muchas particularidades. Desde 1977, solo se ha utilizado en tres ocasiones, y las tres en ese estado del Oeste. Ahora, sin embargo, un puñado de estados lo han adoptado ante los problemas en los últimos años con las inyecciones letales, el método de ejecución más habitual desde hace décadas. Uno de ellos, Carolina del Sur. La de Sigmon ha sido la primera utilización del pelotón de fusilamiento fuera de Utah en más de un siglo. La última fue en Nevada, en 1913 y con una particularidad: fue a través de un sistema de cuerdas enganchadas a tres pistolas. Las autoridades no encontraron voluntarios a verdugo.

Ya entonces la gente veía los pelotones de fusilamiento como algo atroz. Quizá todavía flotaban los recuerdos de la Guerra Civil, a mediados del siglo XIX, donde al menos 185 hombres fueron ajusticiados con ellos.

Hasta entonces, fue un método convencional y establecido para impartir justicia. El primer registro de ello en el territorio que después sería EE.UU. fue en Jamestown, en Virginia, considerado el primer asentamiento británico permanente en el Nuevo Mundo. En 1608, un pelotón acribilló a tiros al capitán George Kendall, acusado de motín y de conspirar con los españoles, que aspiraban a controlar el territorio.

Kendall ni los cientos de ejecutados después de él no eligieron la forma en la que murieron. Sigmon sí lo ha hecho. En 2021, Carolina del Sur aprobó una ley que da al reo la opción de cómo quiere morir: inyección letal, electrocución o pelotón de fusilamiento. Después de una larga batalla jurídica, el Tribunal Supremo del estado confirmó la legalidad de la nueva posibilidad.

Las ejecuciones con inyecciones letales han supuesto muchos problemas en los últimos años, con reos que se retuercen durante minutos interminables sin que la droga acabe de conseguir su efecto mortífero. Las inyecciones se adoptaron para dejar de lado otros métodos que se consideraban más crueles y menos efectivos -silla eléctrica, horca-, pero varias ejecuciones problemáticas las pusieron en duda. Las farmacéuticas empezaron a bloquear la venta de los químicos si se usaban para ejecuciones y muchos estados empezaron a buscar alternativas. Los estados han buscado salvaguardas y compuestos más efectivos. Pero varios estados han adoptado los pelotones de fusilamiento como alternativa: Idaho -lo aprobó esta misma semana-, Oklahoma y Misisipi, además de Utah y Carolina del Sur.

Sigmon no quiso utilizar la silla eléctrica porque le «quemaría y cocinaría vivo», según explicó su abogado, Gerald ‘Bo’ King, en un comunicado. «Pero la alternativa era igual de monstruosa», añadió King. «Si elegía la inyección letal, se arriesgaba a la muerte prolongada sufrida por los tres últimos hombres que Carolina del Sur ha ejecutado desde septiembre -tres hombres que Brad conocía y que le importaban- que estuvieron vivos y atrapados a una camilla durante más de veinte minutos».

Tras el cambio legislativo,las autoridades han habilitado un paredón en el centro correccional de Columbia. Está cerca de la silla eléctrica que se utiliza para otras ejecuciones. A Sigmon lo ataron a una silla metálica, dispuesta sobre una plataforma para recoger su sangre. Delante tenía a tres voluntarios armados, que dispararon a una distancia de cuatro metros y medio. Si no llevara la cara tapada, podría haber visto los cañones de sus rifles, pero no sus caras. Los verdugos estaban detrás de un muro con una apertura para poder disparar. Como en la mayoría de las ejecuciones de EE.UU., había testigos. Observaban el proceso detrás de un cristal a prueba de balas, desde el que se podía ver al reo, pero no a los verdugos.

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