Publicado: octubre 28, 2025, 4:45 am

Las minorías kurdas de Turquía y Siria –que forman junto con las de Irak e Irán el otro pueblo sin Estado de Oriente Próximo además de los palestinos– han decidido mover ficha ante las nuevas realidades que vive la región. Y lo han … hecho con una serie de declaraciones por parte de sus milicias armadas por lo menos llamativas. Con pocos días de diferencia, el PKK, la principal milicia kurda de Turquía alzada en armas contra Ankara, ha dicho que se retira del país para concentrarse en la región kurda de Irak; y la milicia kurda de Siria ha declarado, por su parte, que ha acordado con el régimen islamista de Damasco un mecanismo para integrarse en el nuevo Ejército sirio.
¿Será una promesa real después de tantos años de lucha armada? Entre los analistas reina un clima de escepticismo, aunque la voluntad expresada por los líderes kurdos expresa al menos la intención de guardar una tregua…siempre que la otra parte garantice el actual grado de autonomía política que tienen en las regiones donde son mayoría.
Los kurdos son, junto a los palestinos, el gran pueblo de Oriente Próximo al que se prometió un Estado tras la caída del imperio otomano –al término de la Primera Guerra Mundial–, que acabó en fiasco porque los intereses de los grandes iban en otra dirección. Son una etnia distinta de la otomana y de la árabe, con cultura y lengua propia. La mayoría es musulmana (tiene minorías cristiana y judía), pero sigue un islam moderado, en el que destaca el respeto a los derechos de la mujer; el velo, entre otras consecuencias, no es obligatorio. Aproximadamente la mitad de los kurdos –se calcula que superan los 40 millones– vive en Turquía, y la otra mitad se reparte entre Siria, Irak e Irán.
El PKK, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, considerado terrorista por Turquía, Europa y Estados Unidos, y que en su día tonteó con el comunismo, dio un giro radical después de que en abril pasado su líder, Abdula Ocalan –preso desde hace muchos años– pidió el abandono de la lucha armada. El domingo el PKK dijo que sus miles de milicianos se retirarán de Turquía para concentrarse en la región kurda de Irak.
El brazo armado de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), que controlan desde hace años la región noreste del país, ha anunciado por su parte que ha acordado con el nuevo régimen de Damasco un plan para integrarse en las nuevas fuerzas de seguridad del país. Según el líder militar kurdo-sirio, el acuerdo pasa por incorporarse como grupo étnico compacto y tener derecho a formar su propia fuerza policial.
En los detalles estará el diablo, pero de entrada el anuncio da esperanzas de que –tras 14 años de guerra civil contra la dictadura de los Assad– no habrá otro conflicto armado entre el nuevo régimen de Damasco y los kurdo-sirios.
El control kurdo del noreste del país es, además, clave para evitar la resurrección de Estado Islámico. Las fuerzas del FDS siguen combatiendo, con la ayuda de los norteamericanos, algunas células del grupo yihadista internacional; y además guardan en sus cárceles a un total de 8.000 yihadistas de Daesh, muchos, como recuerda la ‘BBC’, de nacionalidad británica, norteamericana y australiana. A nadie interesa que esas prisiones se desmantelen. Tampoco al presidente sirio, Ahmed al Sharaa, el exyihadista que quiere convencer a Occidente de su conversión a la moderación para reconstruir el país.
