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Una victoria amplia que no despeja las dudas sobre el rumbo de Milei

Publicado: octubre 27, 2025, 4:57 pm

La Libertad Avanza (LLA), el partido del presidente Javier Milei, obtuvo una victoria más contundente de lo que anticipaban las encuestas en las elecciones legislativas del domingo. Con el 40,8% de los votos para diputados y el 42,6% para senadores, el oficialismo superó con claridad al frente peronista Fuerza Patria, que apenas alcanzó el 31,6% y el 28,5%, respectivamente. El resultado no solo refuerza la posición de Milei en la mitad de su mandato, sino que le permite mirar los próximos dos años con un margen político más cómodo y un Congreso menos refractario a sus reformas. A ver si también dejara de llamarlo de «nido de ratas».

La explicación de esta victoria se apoya en tres factores principales: el voto antikirchnerista, el bajo nivel de participación y una gran expectativa de apoyo financiero de Estados Unidos en el caso de una victoria.

La participación fue una de las más bajas de la historia reciente. Solo el 67,8% del padrón acudió a las urnas, frente al 71% de 2021 y al 77,6% de 2017. La cifra refleja un clima de apatía y desencanto con la política tradicional. Pero también favoreció al Gobierno: los votantes movilizados fueron, sobre todo, aquellos decididos a impedir el regreso del peronismo.

Muchos de los antiguos simpatizantes del PRO, el partido del ex-presidente Mauricio Macri, se volcaron hacia los candidatos de Milei. Lo hicieron más por rechazo que por adhesión, pero su apoyo resultó decisivo para convertir una elección pareja en un triunfo amplio. Fue, en buena medida, un voto castigo contra Cristina Fernández de Kirchner y su entorno, y un voto de oportunidad para un Gobierno que, pese a los ajustes, sigue ofreciendo la narrativa de un cambio frente al pasado.

El tercer elemento fue la percepción de un respaldo económico en ciernes. La intervención del Gobierno de Estados Unidos fue discreta, pero clara. Washington había prometido mantener abierta una línea de asistencia financiera siempre que Milei mostrara capacidad de sostener su programa de reformas y estabilidad política. La firma del swap de divisas por 20.000 millones de dólares ya fue un gesto relevante. Pero en los días previos a la votación se habló de una posible segunda etapa del acuerdo, condicionada a un resultado favorable. Con el triunfo de anoche, esa expectativa gana fuerza. De concretarse, el refuerzo permitiría aliviar la presión cambiaria y dar algo de aire a una economía que todavía camina con fragilidad.

En el plano institucional, los resultados despejan la incógnita más importante: Milei incrementa su representación en el Congreso con 64 diputados y 13 senadores, un aumento significativo que, sin garantizarle mayoría propia, reduce el riesgo de bloqueo legislativo.

Durante su primer año de Gobierno, el mandatario había convivido con una Cámara fragmentada, dominada por la oposición y atravesada por tensiones personales. Los cruces con diputados y senadores eran frecuentes y de una violencia inusual. Milei llegó a insinuar que, de persistir el bloqueo, gobernaría «a decretazos», emulando al presidente salvadoreño Nayib Bukele.

El resultado del domingo cambia parcialmente ese escenario. Aunque seguirá dependiendo del PRO y sus aliados para aprobar leyes clave, la relación con los legisladores puede entrar ahora en una fase más pragmática. Los nuevos escaños le otorgan al oficialismo la posibilidad de negociar desde una posición de fuerza y, al mismo tiempo, de reducir la tensión política que hasta ahora había caracterizado su gestión.

Para Milei, este Congreso renovado representa una oportunidad doble: por un lado, consolidar su programa económico sin caer en el aislamiento; por otro, moderar el discurso de confrontación que lo llevó a ser tan popular como temido. Si logra traducir la victoria electoral en un clima de cooperación institucional, podría inaugurar la segunda mitad de su mandato con mejores perspectivas.

En los últimos días la Casa Rosada había dejado trascender la intención de realizar una profunda reforma ministerial tras las elecciones. Sin embargo, el buen resultado electoral cambia las prioridades. Milei no tiene necesidad de introducir cambios de rumbo drásticos y se inclina por un reajuste limitado, centrado en la cobertura de vacantes.

El ministro de Exteriores, Wertein, presentó su renuncia hace pocos días tras un enfrentamiento con Santiago Caputo, asesor de máxima confianza del presidente. También deberán cubrirse los puestos que dejan Patricia Bullrich –que ocupará su banca en el Senado– y Luis Petri, elegido gobernador de Mendoza. Se trata, más que de una reestructuración, de un reacomodo. En palabras de un alto funcionario citado por la prensa local, «ya no hay tanto que corregir, pero sí que completar».

El Gobierno interpreta los resultados como una validación parcial de su plan económico: mantener el equilibrio fiscal, reducir el gasto público y atraer inversiones mediante una flexibilización regulatoria. No obstante, la economía sigue siendo el principal desafío. La inflación, aunque en descenso, continúa en niveles muy altos, y la recesión golpea con fuerza al consumo interno.

En ese contexto, la expectativa del segundo swap con Estados Unidos se convierte en una pieza clave. No solo como herramienta financiera, sino como señal política de confianza internacional. Para un país con una larga historia de crisis externas, cada dólar prometido tiene un valor simbólico.

La otra cara de la elección es el retroceso del peronismo. La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, líder de Fuerza Patria, cometió un error estratégico al elegir a Jorge Taiana como cabeza de lista. Taiana, exministro de Exteriores y figura respetada, no tenía peso territorial ni capacidad para movilizar al electorado desencantado. Su negativa a calificar de dictadura al régimen de Nicolás Maduro terminó de debilitar su perfil ante un electorado más exigente con los alineamientos internacionales.

El resultado es un golpe para las aspiraciones de Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires, que había emergido como potencial candidato presidencial tras su buena actuación en los comicios provinciales de septiembre. La derrota de este domingo frena esa ola y obliga al kirchnerismo a repensar su estrategia.

En la Ciudad de Buenos Aires, la senadora electa Patricia Bullrich obtuvo un resultado excepcional —más del 50% de los votos— que la convierte en una figura central del tablero opositor. Su éxito, sin embargo, también genera tensiones dentro del PRO y plantea un dilema para Macri, que deberá decidir si refuerza su alianza con Milei o si reconstruye un espacio propio de centroderecha de cara a 2027.

El comicio legislativo de 2025 marca un punto de inflexión en la política argentina. Milei sale fortalecido, pero su desafío recién comienza: transformar su capital electoral en estabilidad institucional.

Si consigue rebajar el tono del enfrentamiento con el Congreso, aprovechar la ventana de oportunidad económica y mantener un diálogo fluido con Washington, podría abrir una etapa de reformas más pragmática y duradera. Pero si cae en la tentación del triunfalismo o en la idea de que la suerte política es eterna, su gobierno puede repetir el ciclo de tantas promesas incumplidas que jalonan la historia argentina.

Por ahora, el mensaje de las urnas es claro: la sociedad respalda el cambio, pero exige resultados. Y la luna de miel con el electorado, como bien saben los argentinos, nunca dura demasiado.

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