Publicado: octubre 25, 2025, 4:43 pm
Donald Trump se embarca en su primera gran gira asiática del segundo mandato con un objetivo declarado: convertir la presión arancelaria en concesiones económicas y asegurar nuevas inversiones industriales en EE.UU.
El presidente parte hacia Malasia, Japón y Corea del Sur, … en un viaje de cinco días que culminará con un encuentro bilateral con Xi Jinping en la ciudad portuaria surcoreana de Busan, en paralelo a una cumbre comercial. De momento no tiene previsto volver a Corea del Norte como en 2018, pero eso puede cambiar.
Altos funcionarios de la Administración apuntaron que el viaje se centrará en «economía, comercio y cadenas de suministro», y no en seguridad o defensa.
Uno de ellos dijo que es una gira «para reindustrializar a EE.UU. mediante capital aliado en sectores estratégicos», con especial atención a la construcción naval y los minerales críticos. Sobre Taiwán, la isla que China busca anexionarse, añadieron que «no habrá revisión del lenguaje ni modificación de la política de ambigüedad estratégica».
Donald Trump, con el emir de Qatar de camino a Malasia
Tras una escala esta noche en Qatar, donde Trump vio al emir Tamim bin Hamad al Thani, para reafirmar los lazos con este aliado clave en la paz de Gaza, el primer destino será Kuala Lumpur. Allí asistirá a la firma de un acuerdo que formaliza el alto el fuego entre Tailandia y Camboya tras meses de tensiones fronterizas.
La Casa Blanca considera ese pacto como un éxito diplomático propio, aunque las autoridades insistieron en que no existe intención de dar a China protagonismo en la ceremonia. «No creemos que Pekín haya desempeñado un papel significativo ni útil en el proceso», dijo uno de los asesores. El mensaje es deliberado: Washington quiere proyectar influencia en el Sudeste asiático sin que su interlocutor en Busan se atribuya méritos diplomáticos adicionales.
Ese es uno de los nueve conflictos que Trump defiende haber acabado con sus intermediaciones, junto al de Gaza, el de Armenia y Azerbaiyán y otros.
Después de Malasia, Trump viajará a Tokio para reunirse con la nueva primera ministra, Sanae Takaichi. Se espera que confirme una nueva ronda de inversiones japonesas en EE.UU., orientadas a infraestructura industrial, fabricación avanzada y construcción naval. La visita incluirá una audiencia con el emperador, que la Casa Blanca interpreta como un gesto de continuidad institucional en la relación bilateral. Funcionarios señalaron que «Japón aspira a desempeñar un papel estable en la reconfiguración de las cadenas de suministro» y que el objetivo es consolidar acuerdos a largo plazo que reduzcan la exposición a Pekín. La conservadora Takaichi ha comenzado con un ambicioso plan migratorio de deportaciones masivas inspirado en el de Trump.
Aranceles sobre la mesa
El tercer tramo será en Corea del Sur. Trump asistirá a una cena de líderes y luego celebrará el encuentro clave de la gira: la reunión con Xi Jinping en Busan. La Casa Blanca insiste en que se trata de un diálogo «estrictamente económico». Un alto funcionario lo resumió: «El presidente está dispuesto a escuchar a Xi, pero el foco estará en comercio, tarifas y acceso a tecnologías críticas. No es un encuentro sobre Taiwán». También se descartó la participación de China en el acuerdo de paz de Malasia y no se confirmó avance alguno respecto a los casos de adopciones bloqueadas, que fueron mencionados, pero están fuera de la lista de prioridades.
Donald Trump y Xi Jiniping, en Osaka en 2019
Pese llamada a la calma, EE.UU. mantiene sobre la mesa la amenaza de elevar los aranceles sobre los productos chinos hasta un máximo del 155% desde el 1 de noviembre si no hay avances tangibles. Se busca alguna fórmula provisional: alivio selectivo de tarifas a cambio de compras chinas de bienes estadounidenses, incluidas aeronaves y ciertos productos agrícolas e industriales. «Buscamos una estabilidad que se mida en términos económicos reales, no en declaraciones», señaló otro asesor.
La lectura geopolítica que la Casa Blanca quiere proyectar es que EE.UU. se presenta en Asia no con un bloque militar, sino con una propuesta industrial. Japón y Corea del Sur son, en esa estrategia, socios para la relocalización de capacidad productiva; Malasia, un escenario diplomático donde exhibir liderazgo. China aparece como interlocutor inevitable, no como socio. «No esperamos concesiones amplias. Esta es una fase de contención económica gestionada», reconoció otro funcionario.
Ausencia de la India
La ausencia de la India no se interpretará oficialmente como una señal de tensión. «Las negociaciones siguen vivas y dependerán del ritmo que Nueva Delhi quiera imprimir», dijeron. Con Canadá, en cambio, podría haber un breve encuentro, aún sin confirmar.
El viaje también llevará implícita una demostración logística y política: tres países en cinco días, con una secuencia final en la que Trump quiere aparecer negociando directamente con Xi en su propio vecindario estratégico. La ausencia de un encuentro con el norcoreano Kim Jong-un es también parte del guion. «El presidente se ha mostrado abierto en el futuro, pero no en este viaje», explicó la Casa Blanca. Se trata de evitar que la cita en Corea quede eclipsada por el factor norcoreano y reservar ese eventual gesto para otro momento.
La Administración quiere transmitir que la rivalidad con China pasa por el control de la producción, no solo las sanciones. La construcción naval, los semiconductores, los minerales críticos y las nuevas infraestructuras industriales en territorio estadounidense forman el núcleo de la estrategia. «No es solo un viaje diplomático: es la prolongación exterior de una política interior de reindustrialización».
En Busan no se esperan titulares de ruptura ni una declaración conjunta ambiciosa. La Casa Blanca rebaja las expectativas y espera un entendimiento mínimo si hay margen. Lo que está en juego es evitar una escalada inmediata antes del 1 de noviembre. La Administración quiere demostrar que tiene un plan económico global y que la presión arancelaria es una palanca para atraer capital y relocalizar producción, no solo un instrumento punitivo. La gira se inscribe también en un momento en que Trump sostiene que puede replicar en Asia parte del modelo que trata de aplicar en EE.UU.: un giro industrial, una reducción de dependencias y alianzas definidas por resultados económicos. «Cada socio debe aportar algo tangible», dijo un funcionario.
