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Trump, acorralado por Musk, decide ignorarle

Publicado: junio 6, 2025, 11:08 pm

Donald Trump finalmente respondió a Elon Musk, pero lo hizo de una forma poco habitual en él: sin apodos, sin ataques personales, sin asestar un golpe fuerte. Sólo se limitó a poner en revisión sus contratos y subsidios gubernamentales.

Lo anunció este viernes al anochecer de camino a su club de golf en Bedminster, y con un tono sorprendentemente contenido. Por primera vez desde que estalló la crisis del jueves, el presidente se refirió directamente al empresario, y optó por la cautela. Antes había dicho en alguna llamada telefónica a medios que procurará dejar que el asunto pase, porque su prioridad es la ley de presupuestos.

Evitó descalificaciones, mantuvo la voz baja y esquivó las preguntas más comprometidas con respuestas breves, casi mecánicas. Su estilo habitual —ataque directo, frases cortantes, provocación constante— desapareció. En su lugar, se mostró comedido, evasivo, como si el objetivo fuera simplemente ganar tiempo.

Fiel a su estilo, Musk ha estado consultando a sus 220 millones de seguidores en su red social X sobre ideas para formar un partido político de centro, sin ideologías, y ha propuesto llamarlo «Partido América».

Sobre el futuro de los contratos estatales con las empresas de Musk, Trump admitió que están bajo revisión: «Vamos a revisarlo todo; es mucho dinero, es mucho subsidio, así que lo vamos a revisar solo si es justo, solo si es justo para él y para el país». Fue una advertencia implícita, sin estridencias o grandes anuncios. La Casa Blanca prepara una posible retirada de subsidios públicos, pero aún no hay decisión y se trata de una amenaza contenida.

Cuando le preguntaron si su Gobierno piensa reabrir investigaciones contra las compañías de Musk, Trump se desentendió: «No tenía idea de que existieran, dejaré que ellos hablen por sí mismos, no tengo idea». Sobre su opinión personal, dijo no estar centrado en él: «Honestamente, he estado tan ocupado trabajando en China, trabajando en Rusia, trabajando en Irán, no estoy pensando en Elon Musk, solo le deseo lo mejor».

La crisis estalló el jueves, después de que Musk criticara la ley de presupuestos de Trump por aumentar de forma notable el gasto. Finalmente, Trump le llamó desagradecido en el Despacho Oval y dijo que estaba «decepcionado». Musk respondió con una serie de durísimos ataques en la red social X, acusándole de estar en la lista de depredadores sexuales de Epstein, pidiendo su destitución por ‘impeachment’. De cualquier otro, esos ataques se encontrarían con la fuerza del presidente.

Trump, de perfil tras la polémica

En este caso, eludió las críticas. Evitó entrar al trapo, por ejemplo, al ser preguntado sobre el errático comportamiento de Musk, incluido el supuesto consumo de drogas mientras colaboraba con su administración. «No quiero comentar sobre eso, francamente. Sonó muy injusto», respondió.

Una postura llamativa, viniendo de un hombre que acusaba a Joe Biden de inyectarse esteroides para poder funcionar, que no ha tenido problemas con criticar los hábitos, conductas y rasgos físicos de cualquier adversario.

Sobre la réplica simbólica de la llave del Despacho Oval que le entregó en su despedida, hace apenas una semana, Trump zanjó: «No, yo no recupero cosas dadas». Y, preguntado sobre el Tesla que utilizaba para personal de la Casa Blanca, respondió con un «espero que le vaya bien con Tesla».

Una inusual estrategia

Los periodistas insistieron en si hay conversaciones para reconciliarse. Trump reconoció que existen «esfuerzos», pero los descartó: «Hay esfuerzos… pero realmente no me interesa eso. Estoy interesado en que el país resuelva problemas, incluidos los problemas en tierras muy lejanas».

El contraste con otros momentos de tensión pública fue evidente. Trump no elevó el tono, no ridiculizó a Musk, ni lo desmintió. Su equipo de comunicación había preparado antes una estrategia de contención: reducir el ruido, evitar nuevos enfrentamientos, y presentar al presidente como ocupado en cuestiones mayores. Fue un mensaje dirigido tanto al Congreso como a los mercados: la presidencia está bajo control, no habrá reacción impulsiva.

Pero el silencio del presidente durante las horas más intensas del conflicto, sumado a este primer mensaje cuidadosamente medido, confirman que la Casa Blanca considera que Musk ya no es solo un aliado traidor, sino un rival con capacidad de daño real. La orden por ahora es resistir, desactivar la confrontación y evitar que escale aún más, para aprobar aquella ley de presupuestos.

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