Publicado: agosto 13, 2025, 1:57 pm

El Tribunal Supremo de la India se comprometió este miércoles a revisar la orden de captura «inmediata» de todos los perros callejeros de Nueva Delhi, luego de que se generaran protestas en la comunidad y el choque con una ley proteccionista única en el mundo, que prohíbe el sacrificio y obliga a esterilizar y liberar a los perros en su mismo territorio.
Un barrio entero quedó en silencio en la India cuando, a finales de 2023, un bebé de siete meses fue atacado por un perro callejero en Noida, una ciudad satélite de Nueva Delhi. El animal lo derribó en segundos y, pese a los intentos desesperados de los vecinos, el pequeño murió antes de llegar al hospital.
A varios kilómetros, en otra calle de la capital, un perro callejero, de andar más lento, recibía cuidado y comida diaria de quienes lo consideran parte del barrio, siguiendo una regla no escrita que se repite desde hace décadas.
Esa contradicción, entre el afecto ancestral por los animales y el temor a una crisis de salud pública que se ha acentuado en los últimos años, atraviesa hoy la India, un país que alberga a unos 62 millones de perros callejeros y que concentra más de un tercio de las muertes por rabia en el mundo.
Un fallo judicial que prende la mecha
Las dudas sobre qué hacer con los perros sin dueño han surgido esta semana a raíz de una orden judicial. El lunes, el Tribunal Supremo emitió una medida urgente para atajar la evidente crisis sanitaria: retirar de manera inmediata a todos los perros de la calle de la capital.
Horas más tarde, las voces críticas y los apoyos públicos se cruzaban frente a la medida. Organizaciones animalistas, políticos opositores e incluso celebridades de Bollywood denunciaron que la orden era una «sentencia de muerte», y apuntaron a que la medida era «ilegal, anticientífica y contraproducente».
Este miércoles, el presidente del Tribunal Supremo indio anunció que la medida se revisaría tras un recurso de urgencia que reclama que encerrar a esto animales choca frontalmente con décadas de una ley proteccionista única en el mundo, que prohíbe el sacrificio y obliga a esterilizar y liberar a los perros en su mismo territorio.
«El programa de control de natalidad animal existe desde hace 25 años y sigue siendo el único método probado para reducir la población de perros de forma sostenible y compasiva, pero no se ha implementado correctamente», contó a EFE la directora de proyectos de incidencia de PETA India, la organización animalista con más influencia del país, Khushboo Gupta.
«Esto refleja un fracaso de las autoridades en cumplir con sus obligaciones legales y en proteger a la ciudadanía, y ahora se está culpando a los perros por ese fracaso», añadió.
Según explicó Gupta, retirar a los perros callejeros de su territorio provocará un «efecto vacío» que será ocupado rápidamente por otros animales no vacunados y no esterilizados, lo que aumenta el riesgo de ataques y la propagación de la rabia.
Una crisis de salud pública
En la India hay apenas un 15 % de perros vacunados, y concentra un tercio de las muertes por rabia del planeta, con unas 20.000 víctimas anuales según la OMS. Solo en Nueva Delhi se reportan más de 100.000 mordeduras al año, y en todo el país los ataques superaron el millón en el primer semestre de 2023.
Según cifras del Gobierno de la India, las muertes humanas sospechosas por rabia registraron un leve aumento en los últimos años: 21 casos en 2022, 50 en 2023 y 54 en 2024, de acuerdo con datos del Centro Nacional para el Control de Enfermedades (NCDC).
La activista señala que los datos oficiales también indican que, en estados como Kerala, la mayoría de las mordeduras graves proceden de perros de compañía, hasta el 76,5 % en algunos hospitales, y no de callejeros esterilizados.
Gupta explica que la mayoría de las quejas por mordeduras proceden de apartamentos y nuevas urbanizaciones donde los residentes buscan un espacio libre de perros.
Sin embargo, aclara que estos animales no son callejeros, sino comunitarios, ya presentes en la zona mucho antes de que se construyeran los edificios. «La intolerancia hacia los animales no es la solución. Nuestra compasión y amabilidad, como indica la Constitución y nuestras leyes, sí lo es», concluye.
Así, la batalla legal y social trata de decidir sobre la responsabilidad del Estado, la convivencia en las megaciudades y la búsqueda de un equilibrio casi imposible entre dos realidades que se cruzan cada día en la misma acera: la mano que alimenta y la cicatriz que teme.