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Qué significa que una persona deje de hablarte cuando se enfada, según la psicología

Publicado: septiembre 3, 2025, 5:00 am

¿Te ha pasado alguna vez que, cuando discutes con alguien, dejas de hablarle de una manera casi automática? ¿Has sido tú víctima de esa reacción por parte de otra persona? Las relaciones personales están repletas de reacciones imprevistas e imprevisibles en muchos casos, que la psicología intenta explicar. En este caso, hablamos con Paula Sastre, psicóloga de Somos Estupendas, que comparte con nosotros una aproximación a la explicación que podría haber detrás de una reacción tan habitual como dejar de hablar a la otra persona cuando discutimos con ella.

«Desde una mirada psicológica es complejo (y a veces poco útil) buscar una razón. Los ‘porqués’ buscan una explicación, una causa, una justificación para aliviarnos. Pero esto no es fácil de responder sin conocer la historia de los involucrados y la situación que ha generado conflicto», comienza exponiendo la experta. Y añade: «El conflicto es inevitable; no estar de acuerdo con un amistad, familiar, pareja o compañero de trabajo es inherente a la vida. Por ello es esencial aprender a gestionar el conflicto de una forma consciente, empática y funcional».

En vez de ‘porqué’, hay que buscar el ‘para qué’ se deja de hablar a alguien tras un conflicto

En lugar de ‘porqué’, la psicóloga considera que «es más interesante formularnos la pregunta ¿para qué? El ‘para qué’ no busca tanto una causa sino una función. Se enfoca en el propósito, en lo que se está intentando conseguir —aunque sea de forma inconsciente— a través de esa conducta. Esta mirada, más centrada en la función que en la explicación, permite una comprensión menos reduccionista del comportamiento humano y, en este caso, del silencio».

Así pues, en el caso de alguien que deja de hablar cuando se enfada, no siempre encontraremos una única razón. «La conducta puede tener raíces distintas: historia personal, estilo de apego, falta de recursos emocionales, necesidad de protección o de control… Pero lo que tal vez sea más útil explorar es: ¿para qué guarda silencio? ¿Qué intenta regular, evitar o conseguir?«. Preguntarnos esto nos mueve de la queja a la comprensión. Nos permite ver la conducta no solo como un problema, sino como una forma de lidiar con algo que internamente resulta difícil.

La psicóloga nos invita a reflexionar: ¿Para qué dejarías tú de hablar con alguien cuando te enfadas? «No hay que obviar el efecto que esto tiene en la persona que es evitada, que queda inmersa en un limbo de incomprensión y frustración. El silencio no permite llegar a un entendimiento, cierre o solución y nos deja ante un vacío que puede llenarse de preguntas, culpa y desatención».

Una estrategia de afrontamiento que evita el conflicto

Dejar de hablarle a alguien es una conducta que, aunque pueda resultarnos extraño, puede entenderse como una estrategia de afrontamiento emocional. En términos generales, puede tener distintas funciones: protegerse, castigar, controlar, o incluso pedir algo sin saber cómo expresarlo de forma directa. «Hay personas que han aprendido —de forma más o menos inconsciente— que retirarse es una forma de evitar una escalada del conflicto, o bien de ejercer una forma de poder pasivo sobre otro. El silencio se convierte así en un lenguaje no verbal con una carga emocional intensa».

¿Qué personas pueden comportarse así? «La respuesta es tan sencilla como compleja. Cualquiera que en un momento no tenga la energía o las herramientas emocionales para enfrentar un conflicto y sus consecuencias directas. Es importante mencionar que cuando alguien se siente herido, traicionado, atacado o decepcionado, no siempre es porque hayamos herido, traicionado, atacado o decepcionado, si no que puede ser tanto una realidad como una percepción individual del conflicto«.

Posibles causas (y consecuencias) del silencio tras un enfado

Detrás del silencio tras una discusión «pueden encontrarse dificultades en la regulación emocional (la persona no sabe cómo gestionar su rabia o tristeza, así que opta por el silencio); o escasa tolerancia a la frustración (no se tienen las herramientas necesarias para enfrentar la incomodidad, por lo que alejarse enfría esa emoción). otras posibilidades son estilos de apego evitativos (personas que crecieron con el mensaje de que “no es seguro expresar lo que siento”); modelos aprendidos en la infancia (si en casa el conflicto se resolvía con silencios prolongados, es probable que se repita este patrón); o la Ley del hielo (en algunos casos, el silencio funciona como una forma de castigo o manipulación, generando culpa o inseguridad en la otra persona)».

Por lo que respecta a las consecuencias, Sastre alega que «aunque pueda parecer una forma ‘pacífica’ de manejar el conflicto, este comportamiento puede tener efectos emocionales dolorosos, entre ellos que desgasta la confianza tanto en el vínculo actual como en vinculaciones futuras. También genera ansiedad, inseguridad y confusión; aparece la culpabilidad al pensar que hemos podido hacer algo mal y somos castigados por ello. También puede reforzar dinámicas disfuncionales o desequilibradas de poder». Para finalizar con los inconvenientes, «impide el aprendizaje emocional y la reparación del conflicto».

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