Publicado: febrero 21, 2025, 5:00 am
No es tu imaginación: en invierno recuperas ese kilo que cogiste en verano y que tanto te ha costado perder. Hay dos factores que pueden identificarse: las comidas, más copiosas y calóricas en estos meses, y el clima, que frena la actividad física en general y en particular a aquellas personas que entrenen al aire libre. Diversos estudios han constatado que efectivamente se gana peso en la época invernal. ¿Puede evitarse?
La ciencia no solo ha confirmado que engordamos en estos meses de frío sino incluso ha calculado que la media puede estar en el medio kilo entre noviembre y enero. No es una ganancia fácil de eliminar porque hay más factores que contribuyen a ella como es el caso de la luz diurna que disminuye, afectando a nuestro humor e inhibiéndonos para salir a pasear o entrenar. Como consecuencia, existe el riesgo de que atajemos esta alteración de nuestros hábitos comiendo más de lo habitual.
Tampoco hay que olvidar que el invierno es por antonomasia la época de las celebraciones, cuando la dieta habitual salta por los aires y las calorías y el azúcar están demasiado presentes. En definitiva, las razones de la ganancia de peso se encuentran más en hábitos que se trastocan que en una razón metabólica. La buena noticia es que siendo conscientes podemos tomar ciertas medidas.
El frío frena el ejercicio en el exterior
Salvo en momentos de climatología muy adversa, el ejercicio al aire libre puede mantenerse en horario diurno, siempre y cuando haya la posibilidad de realizarlo con la ropa técnica adecuada. Frenar en seco un entrenamiento continuado tampoco tiene por qué tener consecuencias muy dramáticas para la salud, pero sí es importante tener en cuenta los otros factores que estamos sumando en estos meses, como la ingesta calórica y un mayor sedentarismo general.
El trastorno afectivo emocional
Otro de los factores, quizás en el que menos se repara, es la fluctuación hormonal que se produce a raíz de los cambios de estación. Un ejemplo es la alteración de los niveles de melatonina, clave para mantener el ciclo de sueño y vigilia. Esta es, entre otras, una de las causas (también el déficit de vitamina D) que pueden explicar la aparición del llamado trastorno afectivo emocional.
La característica fundamental serían los cambios en el estado de ánimo, de forma que se pueden identificar con dicho patrón estacional, siendo sus síntomas la tristeza, la ansiedad, la irritabilidad o quizás sentir menos energía para realizar tareas cotidianas. En lo que respecta al peso, estas fluctuaciones pueden derivar, por un lado, en alteraciones en el apetito y, por otro, en apatía para realizar nuestra rutina diaria de ejercicio.
Referencias
NIH (s.f.). Trastorno afectivo estacional. https://www.nimh.nih.gov/health/publications/espanol/trastorno-afectivo-estacional