El presidente de Colombia, Gustavo Petro, dio marcha atrás este domingo en su enfrentamiento con su homólogo de EE.UU., Donald Trump, por los vuelos con inmigrantes deportados. Después de las amenazas con aranceles y restricciones de visados del nuevo presidente estadounidense, Petro cedió … ante su posición de no aceptar la llegada de dos vuelos militares de inmigrantes colombianos indocumentados.
El episodio, un giro de 180 grados en pocas horas de Petro que le deja en una posición incómoda, es una evidencia de que Trump va a utilizar los aranceles no solo para proteger la economía de su país, sino para imponer su política exterior.
La crisis se desató cuando Petro, un gobernante izquierdista con pasado guerrillero, rechazó la llegada de dos aviones militares con colombianos indocumentados en EE.UU. y que están sujetos a deportación. El presidente colombiano se mostró abierto a que lo hicieran en vuelos civiles, no militares, y exigía un «tratamiento digno» a sus nacionales en el vuelo de repatriación.
Trump respondió con medidas duras: impuso de inmediato un arancel del 25% a las importaciones colombianas, que subiría al 50% en una semana si Colombia seguía negándose a los vuelos de repatriación. Además, imponía revocación de visados a los miembros del Gobierno colombiano y sanciones financieras y bancarias. Y, por supuesto, aprovechó para criticar a Petro, al que definió como un líder «muy impopular entre su pueblo».
En la relación comercial entre EE.UU. y Colombia, unidos por un tratado de libre comercio desde 2012, se da la circunstancia de que la balanza está a favor de la primera potencia mundial: hay un déficit comercial de 20.500 millones de dólares para Colombia.
Petro reacciona con orgullo, pero acaba aceptado
En un principio, Petro reaccionó con orgullo. Amenazó con aranceles similares a los productos de EE.UU. que llegan a Colombia y escribió un mensaje largo y con ambición emotiva en la red social X. En él, entre otras cosas, aseguraba que no le gusta mucho viajar a EE.UU. -«es un poco aburrido»-, pero que sí disfruta «ir a los barrios negros de Washington»; que le gustaría hablar del asunto algún día con Trump del asunto «junto a un trago de whisky» —será para él, Trump es abstemio—, pero que es algo difícil «porque usted (Trump) me considera de una raza inferior»; que no teme que EE.UU. busque un golpe de estado en su país «como hicieron con Allende»; en referencia al que fuera presidente de Chile; que Colombia es «el corazón del mundo», «la tierra de las mariposas amarillas, de la belleza de Remedios, pero también de los coroneles Aurelianos Buendía, de los cuales soy uno de ellos, quizá el último»; que a Trump no le gusta la libertad y que él no estrecha la mano «con esclavistas blancos»; que «nuestra sangre» viene «del califato de Córdoba», «de los latinos romanos del Mediterráneo»; o que Trump nunca le dominará, «se opone el guerrero que cabalgaba nuestras tierras, gritando libertad y que se llama Bolívar».
«Me matarás, pero sobreviviré en mi pueblo que es antes del tuyo, en las Américas», llegó a escribir. «Somos pueblos de los vientos, las montañas, del mar Caribe y de la libertad».
Poco después de la redacción melodramática de Petro, se conocía que el presidente colombiano se plegaba ante Trump. «El Gobierno de Colombia ha aceptado todos los términos del presidente Trump, incluida la llegada sin restricciones de extranjeros ilegales de Colombia devueltos desde EE.UU., incluidos en aviones militares de EE.UU., sin limitación ni retraso», informaba la jefa de Prensa de Trump, Karoline Leavitt, unas horas después de aquel mensaje de Petro,
La eliminación de las medidas punitivas será condicional a lo que haga Colombia. «Los aranceles y sanciones se quedarán en la reserva y no serán firmados a no ser que Colombia no cumpla con el acuerdo», prosiguió Leavitt, que detalló que las restricciones de visados seguirán en pie hasta que el primer vuelo con deportados haya llegado sin problemas.
«Lo ocurrido hoy deja claro al mundo que EE.UU. vuelve a ser respetado», dijo Leavitt. «El presidente Trump seguirá protegiendo con fiereza la soberanía de nuestra nación y espera que el resto de naciones del mundo cooperen completamente con la aceptación de la deportación de sus ciudadanos presentes de forma ilegal en EE.UU.»
El Gobierno de Colombia también reconoció el acuerdo. «Hemos superado el ‘impasse’ con el Gobierno de EE.UU.», reaccionó el ministro de Exteriores, Luis Gilberto Murillo, que anunció que visitará Washington en los próximos días «para sostener reuniones de alto nivel para hacer seguimiento a los acuerdos».
«Seguiremos recibiendo a los colombianos y colombianas que retornen en condición de deportados, garantizándoles las condiciones dignas como ciudadanos sujetos de derechos», añadió.
Petro, por su parte, no dio explicaciones públicas sobre su marcha atrás en su breve enfrentamiento con Trump.