Publicado: febrero 25, 2025, 2:17 am
La toma por parte del M-23 -financiado por Ruanda- de las ciudades de Goma (capital de la provincia de Kivu del Norte) y Bukavu (Kivu del Sur), en el este de la República Democrática del Congo (RDC), ha provocado un éxodo masivo … de congoleños para refugiarse en los países vecinos, principalmente en Burundi.
Según la ONU, se calcula que unas 42.000 personas, en su mayoría mujeres y niños, llegaron a Burundi en las dos últimas semanas de violencia en estas ciudades congoleñas, aunque esta cifra se podría multiplicar en los próximos días.
Se trata de la mayor afluencia de refugiados congoleños a Burundi en los últimos 25 años, debida a los avances del grupo armado M-23 en el este de RDC, según informa el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Según ACNUR, es probable que el número de personas que huyen a Burundi siga aumentando a medida que el M-23 se acerque a la ciudad de Uvira, cerca del principal paso fronterizo oficial.
En colaboración con las autoridades burundesas, los desplazados serán trasladados en los próximos días al centro de refugiados de Musenyi, con capacidad para 10.000 personas.
ACNUR asegura que necesita 40,4 millones de dólares para atender las necesidades de 275.000 desplazados en varias provincias de RDC, así como para hacer frente a una posible afluencia de 258.000 personas, entre ellas refugiados, en los países vecinos.
Entre los miles de congoleños huidos se estima que son cientos los menores no acompañados y separados de sus familias, que se enfrentan condiciones extremadamente difíciles, según explica Save the Children. «Los niños son los más vulnerables a la violencia física y sexual, y tienen menos posibilidades de denunciar los abusos», alertó la organización.
Una mujer congoleña, que ha huido desde Bukavu a Burundi y prefiere mantener el anonimato, cuenta a ABC cómo está viviendo con sus tres hijos esta grave crisis humanitaria.
«La situación de los refugiados congoleños en Burundi es extremadamente difícil. Esta llegada masiva ha provocado tensiones con la población local, que percibe nuestra presencia como una amenaza económica. Muchos burundeses temen que la llegada de refugiados, a menudo con divisas extranjeras como el dólar, afecte al tipo de cambio y provoque inflación en los alimentos, encareciéndoles la vida», explica.
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Un miembro del movimiento M23 camina por un charco de agua mientras los residentes limpian las calles de Bukavu
Los refugiados también se están enfrentando a grandes dificultades administrativas, «como la corrupción en la frontera: muchos han tenido que pagar sobornos a policías burundeses para entrar. También hay falta de alimentación y escasa limpieza e higiene, lo que provoca casos de desnutrición y diarrea en los niños. Tampoco hay electricidad», agrega.
En la frontera, los vehículos llevaban a los refugiados directamente a los campos, sin dejarles otra opción. A los que querían regresar a la RDC, las autoridades burundesas se lo impedían.
Esta mujer, como miles de congoleños, salió de Bukavu cuando se enteró de que los rebeldes del M-23 habían tomado el aeropuerto de Kavumu, a 30 km de la ciudad. Hoy malvive en el campamento de Bujumbura, antigua capital de Burundi con una población de 900.000 habitantes. Está ubicada en la orilla nororiental del lago Tanganica.
Jugarse la vida
Según cuenta, el viaje fue un verdadero calvario. «Tuve que partir sola con mis hijos, en un vehículo con varias ruedas pinchadas, en pleno corazón de zonas consideradas peligrosas. Esperamos dos días en la frontera burundesa antes de cruzar, porque las autoridades se negaban a dejarnos pasar. Mis hijos, deshidratados y hambrientos, me suplicaron que volviéramos, creyendo al principio que íbamos de vacaciones a Burundi», comenta.
Y prosigue. «Ante la negativa de las autoridades aduaneras burundesas, tuve que regresar a Uvira. Tras una noche de tiroteos en esta ciudad, intentamos cruzar la frontera de madrugada, pero volvimos a esperar todo el día, hasta las 7 de la tarde, con mis 3 hijos. Sólo tras la intervención de una policía burundesa, conmovida por el estado de mis hijos, nos permitieron por fin entrar».
«Nunca había sentido tanto miedo e impotencia ante la angustia de mis hijos. Fue un momento traumático, en el que tuve que luchar por su supervivencia», explica.
Según esta testigo, los niños son especialmente vulnerable y muchos ya sufren diarreas graves y, sin una intervención rápida, la situación podría degenerar en una crisis humanitaria».
Ante esta grave situación, muchos congoleños se han planteado hacer el viaje de vuelta, «pero habría que pasar por Uvira, que actualmente es escenario de violentos enfrentamientos. Se producen regularmente tiroteos, lo que hace que la carretera sea extremadamente peligrosa», argumenta.
Si Uvira cae en manos del M-23, Burundi podría sentirse directamente amenazado. El ejército burundés ya ha enviado tropas a la frontera para intentar contener la situación.
Ejecuciones
Mientras tanto, los rebeldes del M-23 y otros grupos están sembrando el terror en Goma y Bukavu. Son ya varios los videos que circulan por redes sociales en los que se pueden ver escenas dantescas de asesinatos de jóvenes indefensos. Al mismo tiempo hay informes que muestran que el M-23 prosigue con los reclutamientos forzosos de gente joven tanto en Goma como en Bukavu.