Los bielorrusos acuden a votar este domingo en unas elecciones con apenas repercusión fuera de sus fronteras, no sólo por la magnitud de otros asuntos, sino también por la reducidas alternativas entre candidatos, entre los que sobre sale por encima de todos un presidente, Alexander Lukashenko, cuyo triunfo nadie pone en duda.
Las presidenciales de este año arrastran todavía las secuelas de aquellas de 2020 cuyos resultados, aún sin gran parte del reconocimiento internacional, acabaron de un plumazo con cualquier conato de liberalización interna y reforzaron aún más los lazos con Rusia y, con ello, la dependencia de su gran vecino.
Ahora, después de tres años siendo objetivo de las sanciones internacionales por su supuesta implicación en la guerra de Ucrania, la Bielorrusia de Lukashenko busca reconciliarse con Occidente, sabedor que la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca puede acelerar un posible acuerdo entre Kiev y Moscú.
Es por ello que en campaña Lukashenko ha adoptado un tono menos crudo al que suele recurrir para referirse a sus oponentes, ha liberado presos detenidos durante las protestas de 2020 y ha llegado incluso a fijar en su programa electoral retos como «tender puentes» con la oposición, más «diálogo» y menos «confrontación».
Sin embargo, tanto la oposición, principalmente la del exterior –que ya pidió boicotear el proceso electoral–, como los gobiernos occidentales ven con escepticismo esta nueva cita, prevista para verano pero adelantada, según algunos, por el deseo de Lukashenko de resetear su imagen en el exterior lo antes posible y porque el invierno echaría para atrás posibles movilizaciones masivas.
Candidatos
Lukashenko es uno de los cinco candidatos que finalmente aparecerán este domingo en las papeletas, después de que otros dos se retiraran de la contienda poco después de presentar sus credenciales, pidiendo además el voto para el actual presidente debido a los «difíciles» desafíos que tenía ante sí el país.
Además de Lukashenko, en el poder desde 1994 y a quien los sondeos le dan un 80 por ciento de los votos, participa el jefe del Partido Liberal Democrático, Oleg Gaidukevich, también presente en las listas de sanciones occidentales; Alexander Jizhniak, del Partido Trabajo y Justicia; y el líder comunista Sergei Sirankov.
La diputada independiente Anna Kanopatskaya es la única mujer y el único de los candidatos que ha defendido una reforma del actual modelo autoritario y la liberación de los opositores encarcelados.
Elecciones bajo las peores sanciones de su historia
Los votantes que acudan a las urnas lo harán en contexto sociopolítico muy complejo y con un país bajo un régimen de sanciones como nunca antes en su historia. Antes de las ya restricciones impuestas por su supuesto apoyo a la Rusia de Vladimir Putin durante la guerra, Bielorrusia ya arrastraba otras tantas por la represión de las protestas contra el cuestionado triunfo de Lukashenko en 2020.
Aquellos comicios de agosto de 2020 derivaron en una de las peores olas represivas de las autoridades bielorrusas de los últimos años y condujo a una crisis nunca antes vista con Occidente. Las sanciones pusieron fin a décadas de relaciones comerciales, culturales y humanitarias que habían mantenido el siempre difícil equilibrio con la considerada como la «última dictadura de Europa».
En ese contexto, la crisis se profundizó aún más cuando el Gobierno bielorruso ordenó el aterrizaje forzoso de un avión de la aerolínea irlandesa Ryanair en Minsk para detener a un opositor, recibiendo en respuesta más sanciones por parte de la Unión Europea, con quien comparte fronteras, a las cuales Lukashenko habría enviado a centenares de migrantes ilegales en represalia.
Descrédito internacional
A lo largo de la semana, han ido resonando las voces desde algunas capitales cuestionando la validez de unas elecciones en las que más del 17 por ciento de los bielorrusos ya han podido votar por adelantado estos días –no así los que residen en el extranjero, donde no se han habilitado urnas por motivos de seguridad–.
En medio de denuncias de organismos de Derechos Humanos y el desdén de la Unión Europea y Estados Unidos, el único que ha deseado suerte a Lukashenko ha sido su principal socio, el presidente ruso, Vladimir Putin.
Estos días la palabra que más se ha repetido desde Occidente para referirse a estos comicios es la de «farsa». Una de las últimas declaraciones emitidas por la Administración de Joe Biden fue precisamente para poner en tela de juicio unos resultados que ya se preveían «mucho antes de que se emitan los votos».
Después de que Lukashenko criticara la presencia de observadores occidentales en las elecciones por su supuesta parcialidad en el proceso, finalmente las autoridades bielorrusas han confirmado la presencia de más de 400 asistentes de unos 40 países, entre ellos el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela.