Entre Víctor Orta y García Pimienta se reparten las penas y los palos en el Sevilla . Cuando algún jugador no rinde se mira al director deportivo; si el equipo no juega bien o la dirección desde el banquillo no es la esperada, se mira al entrenador. Situaciones habituales en el fútbol, pero que en el Sevilla multiplica esa carga contra los protagonistas. Porque el técnico catalán lleva tiempo mostrando dos caras . Su equipo, con pequeños pasos, siempre da la sensación de que va creciendo. Ya no pierde con facilidad y compite en todos los campos, situación que no hace tanto parecía utópica. Ahora se le mira con lupa su forma de llevar los encuentros . Si es capaz de ver lo que necesitan sus hombres sobre la hierba, pudiendo cambiar el guion de lo que sucede con una sustitución. En Getafe retiró a dos minutos del final a Dodi Lukebakio , quien había tenido la ocasión más importante de la tarde para el Sevilla en ese mismo alargue. Pimienta justificó su cambio por el hecho de que tenía una amarilla, aunque estaba cargada con ella mucho antes de que su entrenador decidiese quitarle del encuentro. Una especie de paso atrás para no perder el botín que se había conseguido en el Coliseum, por escaso que fuese. Menos entendible fue el cambio que hizo en el Sánchez-Pizjuán contra el Espanyol , cuando a falta de una decena de minutos para el final más el alargue quitaba del campo a un acalambrado Vargas para dar entrada a Agoumé . Es cierto que primero había realizado cambios muy ofensivos buscando la victoria, pero desde ese momento no tuvo el Sevilla más acercamientos peligrosos en un encuentro que se escapó por la falta de eficacia. El hecho de que durante unos minutos jugase en Getafe con sus dos delanteros tampoco le sirvió como tapadera. Porque García Pimienta sigue buscando otra forma en la que su equipo pueda resolver los partidos cuando se atascan o no se le permite tener la fluidez que tanto necesita para crear ocasiones. Bordalás le desactivó por momentos la vía Lukebakio y ahí moría el Sevilla, incapaz de hacer daño por banda o por dentro sin la magia del belga, quien estuvo cerca incluso de ver la segunda amarilla ante el acoso de Diego Rico . Mientras el técnico sevillista resuelve cómo puede su Sevilla encontrar los caminos al gol sin Lukebakio , los partidos siguen pasando y con tanto empate los objetivos más ambiciosos son imposibles. Y si, encima, realiza cambios para no perder lo que no ha sido capaz de ganar, el mensaje que queda es el de que sumar de uno en uno no está mal.