Publicado: julio 25, 2025, 4:23 pm
El intercambio de ataques entre Tailandia y Camboya no representa todavía una guerra. Todavía. El primer ministro en funciones tailandés, Phumtham Wechayachai, ha advertido este viernes de que «la situación se ha intensificado y podría escalar hasta un estado de guerra». «En … este momento se trata de un enfrentamiento con armas pesadas», ha añadido.
Los países asiáticos registran así la segunda jornada de unas hostilidades extendidas a doce puntos a lo largo de la frontera común, las cuales ya dejan al menos 16 fallecidos, la mayoría en Tailandia, y más de 135.000 evacuados. Tailandia ha acusado a Camboya de disparar sus misiles contra áreas civiles, incluyendo escuelas y hospitales.
Camboya, por su parte, ha denunciado la utilización de bombas de racimo, armamento censurado por la comunidad internacional en base a la Convención sobre Municiones en Racimo de 2008. El portavoz del Ejército tailandés, el general de división Winthai Suwaree, ha confirmado este extremo, aunque ha aclarado que el uso de estas bombas se limita de manera exclusiva a objetivos militares y que, además, Tailandia no está sujeta a la legislación internacional dado que no es signataria de dicha convención.
Ambos países se reparten así la culpa como ya hicieran el jueves tras el estallido de la crisis. Según el relato tailandés, las tropas camboyanas iniciaron la ofensiva al sobrevolar drones sobre sus posiciones y avanzar las posiciones de soldados armados con granadas propulsadas por cohetes. De acuerdo a la versión camboyana, estas contraatacaron después de que tropas tailandesas violaran el acuerdo al aproximarse al templo jemer de Prasat Ta Muen Thom, erigido en una zona limítrofe que ambos países reclaman, y abrir fuego.
El comienzo del enfrentamiento actual data de finales de mayo, cuando un choque entre las fuerzas armadas causó la muerte de un soldado camboyano. Sin embargo, la raíz del conflicto se remonta mucho más allá, más de un siglo, a las arbitrarias fronteras trazadas por las fuerzas coloniales francesas que generaron disputas todavía irresolutas sobre múltiples territorios, y que han provocado múltiples escaramuzas a lo largo de los años, en particular a partir de 2008, cuando Camboya intentó registrar como Patrimonio Mundial de la Unesco un templo del siglo XI reclamado por ambos como propio.

Medios tailandeses como ‘Bangkok Post’ se han hecho eco de una investigación a partir de imágenes satelitales realizada por Nathan Ruser, analista del Australian Strategic Policy Institute (ASPI). Esta apunta que Camboya acometió la mayoría de acciones que desembocaron en la crisis. Los datos recabados entre febrero y julio de este año identifican 33 acometidas por parte de Camboya frente a 14 acciones atribuidas a Tailandia.
Mientras tanto, aumentan las llamadas de terceros en pos de una resolución pacífica. El más activo ha sido Anwar Ibrahim, primer ministro de Malasia y presidente de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), organismo del que tanto Tailandia como Camboya forman parte, quien se ha ofrecido a mediar entre ambos. «Celebro las señales positivas y la disposición mostrada tanto por Bangkok como por Phnom Penh para considerar este camino a seguir», escribía el mandatario malasio en Facebook el jueves por la noche.
El primer ministro camboyano, Hun Manet, ha confirmado este acercamiento también mediante una publicación en redes sociales. En ella afirmaba haber aceptado el alto el fuego propuesto por Anwar, quien le habría informado que Phumtham también había dado su visto bueno. «Sin embargo, es lamentable que, poco más de una hora después, la parte tailandesa informara que había revertido su postura», señalaba Hun Manet.
Tailandia, por su parte, ha manifestado que «no hay necesidad» de mediaciones, según declaraciones del portavoz de su Ministerio de Exteriores, Nikorndej Balankura, a Reuters. La agencia detallaba que Tailandia habría recibido propuestas de mediación por parte de Malasia, China y Estados Unidos, pero que de momento prefería ceñirse a mecanismos bilaterales.