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La UE analiza si puede proteger a Ucrania sin contar con la OTAN

Publicado: marzo 8, 2025, 2:03 am

El presidente del Consejo Europeo, António Costa, ha reconocido que en la última cumbre los dirigentes comunitarios han empezado a reflexionar sobre la posibilidad de que la propia Unión Europea acabe siendo la garantía de defensa para Ucrania. A la vista de la imposibilidad de que el país invadido pueda encajar en la OTAN, teniendo en cuenta el brusco cambio de opinión por parte de Estados Unidos, la cuestión de la protección de Ucrania después de la guerra, como elemento de disuasión para Moscú, recaería en el Tratado que recoge el compromiso de defensa conjunta entre los países miembros.

«Una defensa europea más fuerte también proporciona disuasión a Ucrania. Nuestros esfuerzos por fortalecer la defensa europea también beneficiarán a Ucrania, porque la seguridad de Ucrania es el núcleo de la seguridad de Europa», dijo Costa al término de la reunión del Consejo Europeo extraordinario destinado precisamente a aprobar la propuesta de la Comisión de establecer una política de rearme urgente para todos los países, que podría costar hasta 800.000 millones de euros en cuatro años.

En la misma alocución se refirió más concretamente a la posibilidad de que en cuanto acabe la guerra, Ucrania se convierta en miembro de la UE, lo que le permitiría beneficiarse del compromiso de asistencia por parte de los 27 países miembros. «Apoyamos a Ucrania desde el comienzo de la invasión. La apoyamos ahora y la seguiremos apoyando cuando termine la guerra y se convierta en miembro de la UE», lo que abrirá la puerta para que «evaluemos las garantías de seguridad» para este país «dentro del Tratado».

En efecto, el artículo 222 dice que «la Unión y sus Estados miembros actuarán conjuntamente con espíritu de solidaridad si un Estado miembro es objeto de un ataque terrorista o víctima de una catástrofe natural o de origen humano. La Unión movilizará todos los instrumentos de que disponga, incluidos los medios militares puestos a su disposición por los Estados miembros». Sin embargo, con más rotundidad, el artículo 42.7 establece con toda la contundencia que «si un país de la UE es víctima de una agresión armada en su territorio, los demás países de la UE tienen la obligación de ayudarle y asistirle con todos los medios a su alcance».

La redacción de este artículo en 2007 pretendía que el concepto no interfiriese en las previsiones del Tratado de Washington que en su artículo 5 establece de forma muy clara que «un ataque contra un aliado se considera un ataque contra todos los aliados». Y la principal diferencia es que entonces algunos miembros, principalmente el Reino Unido, lo consideraban como una fórmula que pudiera pretender sustituir a la OTAN a la que no pertenecen todos los países de la UE. Desde entonces, no solo hay dos nuevos miembros de la OTAN (Suecia y Finlandia), sino que la misma Alianza afronta una situación inesperada, zarandeada por una política extravagante por parte del presidente norteamericano Donald Trump, que es de lejos el miembro más importante y que no duda ni siquiera en amenazar abiertamente a un país aliado como Dinamarca para apropiarse de la isla de Groenlandia.

En la actualidad, 23 de los 27 miembros de la UE lo son también de la OTAN, pero el futuro de esta organización deberá redefinirse en la cumbre de la próxima primavera.

Las palabras de Costa indican claramente que los miembros de la UE podrían explorar esta oferta a Ucrania como futuro país miembro, aprovechando además otro debate que también está sobre la mesa y que es la «europeización» de la protección del paraguas nuclear francés, que permanecía como un elemento secundario hasta que la política de Trump ha dañado la confianza en la del arsenal de disuasión nuclear norteamericano. La propuesta lanzada por el canciller alemán Olaf Scholz ha sido bien acogida por el presidente francés, Emmanuel Macron, a pesar de las advertencias de que eso podría no solo provocar una reacción por parte de Rusia, sino que podría ser entendido como una ofensa por parte de Estados Unidos.

Situación de emergencia

Florent Parmentier, el actual secretario general del Centro de Investigaciones en la facultad de Ciencias Políticas de París, opinaba precisamente que lo que se ha decidido en la cumbre del jueves sería el reflejo de una emergencia en materia de seguridad. Parmentier considera que la situación «se están volviendo cada vez más urgente a medida que sentimos el control ruso-estadounidense sobre el destino de Ucrania. Si tenemos en cuenta la defensa de Europa, que es un tema más amplio, probablemente los europeos tardarán varios años en llegar al final del proceso, es decir, poder garantizar por sí solos la seguridad del continente».

En declaraciones a una radio francesa, este experto reconoce que «la UE nunca se ha considerado el garante máximo de su propia seguridad, pero puede que el final abrupto de la guerra en Ucrania nos lleve a pensar de manera diferente bajo la presión de alguna forma de retirada estadounidense del continente».

La presión para que la UE refuerce sus capacidades militares es cada vez más acuciante, incluso teniendo en cuenta que la competencia absoluta en materia de defensa y seguridad corresponde exclusivamente a los países miembros y que incluso los pasos que se van dando hacia una puesta en común de los medios militares son cada vez más amplios empiezan a generar ciertas reticencias a ver aumentar por este camino el poder de la Comisión Europea. La realidad ha pasado por encima de todo ello en las últimas semanas.

El primer ministro polaco, Donald Tusk, cuyo país gasta ya el 4% de su PIB en defensa, es de los que que cree que los europeos deberíamos poder garantizar nuestra propia seguridad y la de Ucrania en una frase que se ha repetido mucho estos días: «Quinientos millones de europeos estamos pidiendo que nos defiendan a 300 millones de europeos de 180 millones de rusos». La cuestión esencial es la construcción de garantías de seguridad sólidas para la UE y solo después se podrá considerar que podemos ofrecer una garantía a los ucranianos.

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