Publicado: julio 25, 2025, 8:53 am
Un estudio liderado por el Barcelonaßeta Brain Research Center (BBRC), centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, ha revelado que la fragmentación del sueño altera la estructura cerebral, sobre todo en las mujeres, ya que dormir mal daña al cerebro antes de que aparezcan los primeros síntomas de alzhéimer.
Según informó el centro de investigación, este estudio del proyecto Alfasleep, liderado por el BBRC en colaboración con la Fundación «la Caixa», revela que tener un sueño de poca calidad, con mayor fragmentación, se asocia con cambios estructurales del cerebro en regiones vulnerables a la enfermedad de Alzheimer, en personas sin deterioro cognitivo e independientemente de la presencia de esta patología.
La investigación, publicada en la revista ‘Alzheimer’s & Dementia’, realizó una monitorización del sueño y evaluaciones cerebrales multimodales, incluyendo biomarcadores de líquido cefalorraquídeo (LCR) e imágenes de resonancia magnética.
El estudio fue dirigido por los doctores Laura Stankeviciute, primera autora de la investigación y Oriol Grau, líder del Grupo de Investigación Clínica y en Factores de Riesgo por Enfermedades Neurodegenerativas del BBRC. Los hallazgos refuerzan la evidencia creciente de que la falta de sueño puede comprometer la estructura cerebral independientemente de la patología clásica de la enfermedad de Alzheimer, y las mujeres muestran una mayor susceptibilidad a estos efectos.
Sueño y envejecimiento
De hecho, explicó el doctor Oriol Grau, «los trastornos del sueño son una característica común del envejecimiento y son aún más pronunciados en personas con enfermedad de Alzheimer. Los resultados de este estudio no solo apoyan descubrimientos previos, sino que también revelan un patrón particularmente destacable: hemos observado cambios medibles en la estructura cerebral que se producen independientemente de los biomarcadores clásicos del Alzheimer«.
"Esto sugiere que la fragmentación del sueño puede contribuir a alteraciones cerebrales relacionadas con la enfermedad a través de vías que no se explican únicamente por la patología establecida", añadió.
El estudio incluyó a 171 adultos cognitivamente sanos, la mayoría con un mayor riesgo de sufrir alzhéimer, de la cohorte ALFA+, que forma parte del estudio ALFA del BBRC, impulsado por la Fundación «la Caixa». A diferencia de estudios anteriores que se basaban en informes subjetivos, esta investigación utilizó el actígrafo, un dispositivo no invasivo que rastrea los patrones de sueño en su entorno habitual durante periodos de hasta dos semanas, proporcionando una evaluación más precisa.
Resonancia magnética
Los participantes también fueron evaluados con resonancia magnética cerebral y análisis de líquido cefalorraquídeo para medir las proteínas amiloide y tau, principales biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer.
Mediante la actigrafía, los investigadores descubrieron que una menor eficiencia del sueño y una mayor fragmentación se asociaban con un grosor cortical reducido al lóbulo temporal medial, entre otras áreas que se suelen ver afectadas al principio de la enfermedad de Alzheimer.
Estos patrones fueron especialmente pronunciados en las mujeres, que, a pesar de dormir más tiempo de media, mostraron un vínculo más fuerte entre el sueño fragmentado y las regiones cerebrales más delgadas.
Calidad del sueño deficiente
Este hallazgo se añade a un conjunto creciente de pruebas que sugieren que una calidad del sueño deficiente es un factor de riesgo modificable para los cambios cerebrales relacionados con el envejecimiento y la neurodegeneración.
El estudio sugiere que monitorear y mejorar el sueño en la edad media y en la vejez podría ayudar a proteger el cerebro, incluso en individuos que aún no muestran signos de alzhéimer. Los efectos más fuertes observados en las mujeres destacan aún más la necesidad de hacer investigación específica por sexo y estrategias de prevención precoz.