Publicado: julio 12, 2025, 11:42 pm
El 8 de marzo se conoció una operación rusa que parecía sacada de una película y que tomó por sorpresa a las fuerzas ucranianas. Bajo el nombre en clave ‘Flujo’, tropas rusas utilizaron un gasoducto clausurado que conectaba Siberia con Europa para intensificar su ofensiva militar. Este conducto, construido en la época soviética, une Urengói, en el noroeste de Siberia, con la ciudad ucraniana de Úzhgorod, en la frontera con Eslovaquia. A través de su interior, fuerzas especiales rusas avanzaron casi 16 kilómetros desde la región de Kursk hasta la zona industrial de Sudzha, según reveló Yuri Podoliaka, un conocido bloguero militar prorruso nacido en Ucrania.
Estrategia rusa
a través del gasoducto
Zona
ampliada
Las fuerzas especiales rusas trasladaron
el equipo necesario para la ofensiva
sobre plataformas con ruedas
1,5 m de
diámetro
Durante el trayecto utilizaron
equipos de respiración.
Por seguridad no se ha informado
del punto exacto de salida
Movimiento
de tropas
rusas
Gasoducto
transiberiano
Tras infiltrase a través
del gasoducto, las
tropas rusas toman por
sorpresa las ciudades
de Kubatkin y Sudzha
Territorio
recuperado
por Rusia
Territorio bajo
control ucraniano
en Rusia
Fuente: Liveuamap, Maptiler y
elaboración propia / ABC / JdV y JTS
Estrategia rusa a través del gasoducto
Las fuerzas especiales
trasladaron el equipo necesario
para la ofensiva sobre plataformas
con ruedas
Durante el trayecto utilizaron equipos
de respiración. Por seguridad no
se ha informado del punto exacto de salida
Movimiento
de tropas rusas
Zona
ampliada
Tras infiltrase a través
del gasoducto, las
tropas rusas toman por
sorpresa las ciudades
de Kubatkin y Sudzha
Gasoducto
transiberiano
Territorio
recuperado
por Rusia
Territorio bajo
control ucraniano
en Rusia
Fuente: Liveuamap, Maptiler y elaboración propia / ABC / JdV y JTS
Los soldados pasaron varios días dentro del gasoducto, moviéndose en silencio hasta alcanzar su objetivo. El resultado fue, en términos militares, una victoria significativa: las fuerzas rusas tomaron el centro urbano de Sudzha tras duros combates, expulsando a las unidades ucranianas que lo defendían.
La otra cara del éxito: caos, sufrimiento y muertes en la tubería
El 7 de julio, el canal de Telegram Severny Kanal publicó un video titulado «La verdad sobre la operación, contada por los propios soldados». Medios independientes rusos como Meduza y periodistas del canal Astra verificaron las palabras del protagonista: Igor Garus, uno de los combatientes que participó en la misión.
El relato de Garus muestra el coste humano y logístico de la operación. Asegura que varios soldados sufrieron graves crisis mentales por la falta de oxígeno y que algunos se suicidaron. Los cadáveres, dice, quedaron atrapados en la tubería, ya que los supervivientes no tenían medios para extraerlos.
«Sacarlos de la tubería es toda una historia. Simplemente no había espacio… Todavía hay cadáveres tirados ahí. Solo se puede llegar con una carreta. Escuchaba gritos de los que se quedaron atrapados: ‘¿Qué pasa? ¡Me fallaron las piernas!», relata.
Garus también afirma, según Meduza, que los soldados se arrastraron entre los cuerpos de sus compañeros, respiraron metano y carecían de agua y alimentos suficientes. Los combatientes de la unidad Akhmat y quienes estaban más cerca de la entrada se quedaron con los suministros. Dentro del gasoducto se acumuló basura, y al salir, se abandonaron armas y equipo militar.
600 soldados, condiciones extremas y fallos logísticos
Según el medio ruso Lenta.ru, que cita fuentes del denominado Cuerpo de Asalto de Voluntarios (DShK), más de 600 soldados rusos participaron en la operación a través del gasoducto, como también se indicó en un informe presentado al presidente Vladímir Putin.
Blogueros prorrusos y el corresponsal de guerra Vladímir Romanov señalan que varios militares murieron por asfixia, no por fuego enemigo. Romanov achaca estas muertes a una preparación deficiente: ausencia de ventilación, tanques de sedimentación, agua potable, alimentos y comunicaciones.
Aunque desde Moscú se presentó la operación como un triunfo táctico justo antes de las conversaciones con Estados Unidos sobre un posible acuerdo de paz, los testimonios y datos independientes dibujan una realidad mucho más cruda. El coste humano fue alto e invisible para la propaganda oficial, y expone una vez más las enormes limitaciones logísticas y éticas de las operaciones militares, incluso cuando logran avances territoriales.